Entrevistas

Conversando con el Premio Nobel de Química Prof. Aaron Ciechanover

Sobre el Nobel y la vida, Israel hoy y la reciente visita a Uruguay

No todos los días uno tiene la oportunidad de conversar con un destacado científico galardonado con un Premio Nobel, por lo cual encaramos la entrevista virtual con el Profesor Aaron Ciechanover, con sensación de respeto y privilegio. Estaba claro de antemano que con él habría mucho para hablar, pero el detonante de nuestra solicitud fue la visita que había realizado poco antes a Uruguay, en compañía del Profesor Micky Halbertal Director del Centro Médico Rambam y de Mónica Davidovich, Directora del Desk Latinoamericano de dicho hospital.

P: Profesor Ciechanover, le agradezco de antemano su tiempo. Me emociona saber que hace poco estuvo en Uruguay. Entiendo que ya conocía ¿verdad?

R: Así es. Fue mi segunda ve en Uruguay. Mi primer viaje fue en el 2006, poco después de haber recibido el Premio Nobel, invitado por la comunidad judía. Ahí conocí a Armando Litvan, quien nos ayudó mucho a organizar la visita. Con Armando estoy en contacto desde hace muchos años. Hicimos con él numerosos viajes por Sudamérica. De hecho, el motivo de la visita fue el Hospital Rambam. Mónica intenta ampliar las conexiones del hospital tanto en los vínculos académicos como los filantrópicos en toda Sudamérica. Y por supuesto era importante visitar también Uruguay.  Si bien no trabajo formalmente en el hospital, la facultad de medicina del Technion donde yo estoy es “vecina” y trabajamos muy de cerca, tanto en la investigación como en aspectos académicos. Estuve con ellos ya en Brasil, México y esta vez antes de Uruguay también en Chile. Además, no por el Rambam, estuve varias veces en Brasil, Panamá y Argentina.

Con la familia Litvan: Armando y su esposa con Ciechanover y Halbertal. A la izquierda, Héctor, hermano de Armando y a la derecha Irene, la hermana.

 

P: Entiendo que este viaje no fue tanto por el lado de lazos científicos académicos ya que llegaron en medio de vacaciones y eso era más complicado. En Uruguay hay un buen nivel de medicina, con institutos de investigación, incluso el instituto Pasteur, entre otros. Pero entiendo que ese aspecto deberá esperar al próximo viaje…

R: Así es. Como estuvimos precisamente  durante las Navidades  y además sólo por tres días, y no  estuvimos en Montevideo sino únicamente en Punta del Este, no llegamos a la parte académica. Nos reunimos con la comunidad judía. Hubo un  gran evento para la comunidad para celebrar la festividad de Januca. En ese evento hablamos el profesor Halbertal y yo. La vez pasada si me aboqué también al tema académico e inclusive me concedieron un Doctor Honoris Causa de la Universidad en Montevideo, pero eso realmente fue hace mucho. De todos modos, puedo decir que a mí me parece un país extraordinario. Realmente, es muy agradable estar allí, además de que me sentí seguro. Es uno de los países más avanzados de Sudamérica, solo que es pequeño. Y la gente allí es maravillosa. La comunidad judía nos acogió con mucha calidez. 

En Punta del Este, con el Profesor Halbertal y Armando Litvan

 

 

Los críticos que no entienden a Israel

P: Un gran tema con el que tienen que lidiar a menudo figuras israelíes en el exterior, es la demonización de Israel, los intentos de presentarlo como ilegítimo e inclusive llamados a boicotearlos. ¿Qué les diría a los académicos  que adoptan posturas de ese tipo?

R: Les digo muchas cosas. En primer lugar, les digo  que el boicot no es un método. Si no hablamos, no llegaremos a nada. Y por supuesto no es un método en el mundo académico que está destinado a ser abierto, transparente, a fomentar la cooperación y demás. Si no hablamos, tampoco llegaremos a acuerdos ni sabremos cuál es el problema. Así que ya el punto de partida de ellos es incorrecto.

En segundo lugar, les digo que justamente entre los académicos en Israel y los artistas, inclusive entre las fuerzas de seguridad y quienes impulsan la economía y la alta tecnología,  hay muchos críticos del gobierno. ¿Con quién hablarán si boicotean a Israel? Entre aquellos a los que boicotean, hay también gente que quiere corregir cosas que consideran que están mal.

Pero también les digo que realmente no entienden lo que está pasando aquí. Porque la otra parte, la que habla en las manifestaciones por ejemplo en las universidades en Estados Unidos a favor de un Estado palestino “desde el río hasta el mar”,  ni siquiera tiene idea de qué río ni qué mar se refieren. 

P: Boicotear al mundo académico israelí y abrazar al Islam, realmente es increíble…

R: Lamentablemente el mundo musulmán ya no es el mundo musulmán antiguo, el del norte de África, que desarrolló el álgebra, la astronomía, y realmente aportó mucho conocimiento al mundo. Es realmente un mundo violento. Vayan a Irán. ¿Quisieran ser una mujer en Irán? ¿Quisieran ser un hombre en Irán? ¡Adelante! Viajen a Teherán, empiecen a vivir allí y verán los derechos de las mujeres. 

Miren qué sucede en sitios en los que no tenemos relación alguna. En Afganistán, por ejemplo, los estadounidenses se marcharon. Miren qué hacen los talibanes, qué hacen con las chicas, con la sociedad en general. No es nuestro mundo. Observen los asesinatos en Siria, un país en el que 11 millones de personas ya vivían en condiciones precarias, donde se mataban entre ellos. Un millón fueron asesinados, 2 millones de refugiados están en Turquía y Jordania, un país completamente destruido, dominado ahora por no sé quién…No hay democracia en ese mundo. 

Yo considero que en Israel decisiones del gobierno son destructivas para nuestra democracia, pero por suerte todavía no estamos allí. Somos una sociedad creativa, tenemos escritores, intelectuales, miren cuántos bienes culturales hemos aportado, no solo para el pueblo judío, sino lo que Israel como estado ha aportado al mundo.

Por lo tanto, les digo: ¿a favor de quién están? ¿Quién dialogará con ustedes del otro lado? ¿Una gran democracia? ¿Quiénes? ¿Los afganos? ¿Los sirios? ¿Los sudaneses? No sé quién…

El problema es que esos que manifiestan virulentamente contra Israel, tienen el cerebro lavado,  desconocen lo ocurrido. Yo soy muy crítico de cosas que están mal en Israel. Pero tenemos un serio problema con nuestros vecinos. 

P. El problema es que no se trata realmente de una polémica sobre la pureza de nuestra vida aquí, sino de la demonización de Israel que va a algo mucho más hondo que la identidad del Primer Ministro de Israel y su política.

R: Es un antisemitismo con un nuevo método… Siempre hubo antisemitismo. Mientras no existía Israel, odiaban a los judíos. Ahora que Israel existe, odian a Israel. Simplemente, cada vez encuentran un nuevo canal. Se trata de antisemitismo, simplemente un antisemitismo basado en la ignorancia.

 

El significado de los Premios Nobel a judíos

P: Usted mencionó usted anteriormente un punto que quería plantearle: la cantidad de judíos galardonados con el Nobel. ¿Cuál es la explicación? ¿Es una cuestión de dedicación al estudio?

R: Es ineludible mencionar que los números son una locura. Hagamos el cálculo. Hay entre  14 y 15 millones de judíos en el mundo. Hasta la fecha se otorgaron creo que unos 800 Premios Nobel, de los cuales un poco más de 200 fueron a judíos. Así que divida cuánto es eso per cápita. 

Los judíos nunca tuvieron derechos en Europa. Siempre suplicaban al emperador por derechos… y se los dieron por 50 años, por 20 años, y siempre deambularon. Así que, al trasladarte de un sitio a otro, llevaban consigo lo único que podían. Y ¿qué podían llevar? La cabeza. No les dieron tierras, no les dieron riqueza, así que se quedaron con lo que podían llevar. Siempre fueron médicos, comerciantes y abogados. Pero por otro lado, este no es el motivo generalmente aceptado. Hablé con Yuval Noah Harari, quien escribió varios libros, y él podría decir que todo esto son tonterías. Porque en realidad los judíos no estuvieron en la ciencia hasta el siglo pasado. No tiene nada que ver con los peregrinajes en Europa: los judíos SOLO entraron en la ciencia en el último siglo. Si observamos los siglos anteriores: Newton, Pasteur y otros grandes científicos no eran judíos. De hecho, ni siquiera había una ciencia real en esa época, era muy rudimentaria. Así que hay quienes rechazan este enfoque de esa “erudición” . No sé, realmente no lo sé. Es un misterio, pero los números son una locura.

P: Pero quizás, aunque como dice esto comenzó en el último siglo, principalmente en el siglo XX, la importancia dada a los estudios haya influido…

R: Sí, pero en aquella época los estudios, así como ocurre hoy entre los ultraortodoxos, son en gran medida lo que denominaría un patrimonio cultural. No se trata de un activo  que impulsara sistemas económicos o científicos, sino un valor cultural.  Hay que considerarlo en su justa medida. Obviamente es algo que respeto considerablemente, es importante,  pero es difícil saberlo… incluso entre los “haredim” (ultraortodoxos) no surgieron científicos. Eran comunidades completamente separadas, no fueron ellos quienes alimentaron el avance científico. Einstein, por ejemplo, era secular y hereje, no tenía relación alguna con la religión, fue tal vez el judío científico más famoso. No creo que haya una conexión directa. No sé, es un misterio. 

 

Un hogar religioso

 

P: Creo que sería interesante recordar que usted creció en un hogar religioso, ¿verdad? 

R:  Así es, y hasta el día de hoy me quedó mucho de eso. Shabat es Shabat, si bien viajo en Shabat, el viernes por la noche tenemos la cena y el kidush,  celebramos las festividades. También voy a la sinagoga y mi mayor afición es “jazanut”, liturgia judía. Tengo una importante colección de discos de jazanut.  Yo era parte del coro de la sinagoga. Justamente estuve anoche en un concierto en Tel Aviv, en Heijal Hatarbut, en el marco de una serie  dedicada a Jazanut y el concierto fue excelente. Tambié estudio Talmud, Medicina y Halajá con un rabino, pero entre eso y creer que allguien dirige mi vida desde arriba, la distancia es grande.

P: ¿Pero usted se definiría como creyentes, como una persona de Fe que formula preguntas?

 

R: Formulo preguntas científicas, pero no sobre el destino ni sobre por qué estamos bien o por qué mal. Pero lo considero como un enorme bagaje cultural y un gran valor moral. Mire a este pueblo aquí. Más allá de mi visión crítica al gobierno de Israel, que creo que no representa los valores judíos, hay aquí valores morales de gran peso. Mire cómo se ve este pueblo: es increíble. Mire el heroísmo en las batallas, en la guerra, cómo la gente sacrifica su vida. En el concierto de ayer estuvo una de las secuestradas que volvió hace unas semanas, Agam Berger.

P: Que habló precisamente de su fe en Dios y su respeto a las tradiciones, todo lo que podía, también en cautiverio.

R: Así es, dijo que cuidó el Shabat. Es una creyente moderna, aunque usa pantalones.  Le dedicaron una canción, subió al escenario ¡Que coraje! ¡Cuánta fuerza espiritual! Es simplemente increíble. 

Ni que hablar de la creación cultural y científica, mire lo que se hace en este país. Estamos al frente de la alta tecnología y demás, es un pueblo extraordinario. Realmente, extraordinario. Es un fenómeno que no se puede ignorar. El pueblo de Israel es verdaderamente único en el aspecto cultural, moral y ético. 

 

P: Me pregunto si usted, como científico, quizás considera hoy que la creencia en Dios no puede ir de la mano de ello.

R: Los científicos intentan explicar todo mediante la lógica. Tiene que convencer, demostrar.

¿Qué hacemos en el laboratorio todo el tiempo? Demostramos: que la teoría es correcta, la construimos, descubrimos una proteína y luego tratamos de desarrollar un medicamento. Todo sigue una secuencia lógica y la base es: A lleva a B, B lleva a C, lleva a D. 

Dios es un concepto muy indefinido, no lo entiendo. Ya sea lo aceptas como un hecho incuestionable o lo explicas como las fuerzas de la naturaleza. Hay científicos religiosos y he hablado con ellos, son buenos amigos, aunque no hay muchos que sean profundamente creyentes en forma casi misionera. Eso también dice algo… No digo que sea bueno o malo, es un hecho. Y cuando hablo con ellos, me dicen: Estás en un gran error, porque si intentas entender a Dios, entonces dejará de ser Dios. Si intentas comprenderlo en términos de una botella de té, entonces probablemente es una botella de té, porque solo entendemos cosas tangibles. Una botella de plástico con líquido dentro, sé que no se derrama porque está sellada – es la lógica, es un objeto que puedo estudiar y comprender, pero Dios es otra cosa. Es un error conceptual porque está más allá de las cosas. 

Algunos tienen suficiente espíritu para entenderlo, pero gente como yo se frustra.

Sin embargo, eso no disminuye para nada mi comprensión de mi judaísmo: su profundidad, su ética, sus valores, su historia, nuestro derecho a la tierra de Israel, lo que se construyó aquí desde los Templos hasta la Mishná en el año 200 a. e. c., en Beit Shearim. Eso no se vio afectado.

 

¿Cómo llegó al Nobel?

P: ¿Qué explica el que haya llegado a ser el primer Premio Nobel israelí?

R: R: No soy exactamente el primero, hubo varios antes en otras categorías, en paz, en literatura, Shay Agnón…

P: Sí, sí, me refiero al premio Nobel en ciencia.

R: Exacto. Y quiero recordar que lo recibí junto con mi mentor, el profesor Hershko, fue un premio compartido. Evidentemente  nadie proyecta ganar un Premio Nobel, hay que estar loco para hacer algo así.. Pero las cosas evolucionan. Soy médico de profesión, comencé una residencia en cirugía en el Hospital Rambam, luego la dejé para dedicarme a la ciencia. Decidí hacer un doctorado porque pensé que entendería mejor las enfermedades, que comprendería por qué comienzan, de dónde vienen. Fue un pensamiento ingenuo, casi infantil, porque cuando entras a un laboratorio, en realidad investigas una cuestión muy pequeña, no investigas “el cáncer” o “las enfermedades cardíacas”, sino un pequeño aspecto, al estudiar una pequeña parte de un proceso, algo muy específico. 

Así que fui en esa dirección y descubrimos un sistema que, en ese momento, no sabíamos si era importante. Sabíamos que era nuevo, pero no si era importante. A lo largo de los años, otras personas pensaron que era importante. 

Lo que sucede es que, de repente, la gente empezó a interesarse y poco a poco se desarrollaron medicamentos, descubrieron que el sistema trataba de proteínas y de procesos importantes. Nosotros no descubrimos su importancia, porque es difícil abarcarlo por completo, pero sentamos las bases y, poco a poco, la gente comenzó a sumarse.  Al principio estábamos completamente solos, durante unos diez años, en realidad, estábamos en el desierto.

P: Ustedes dos juntos…

R: Así es. Yo me fui cinco años más tarde, después de mi doctorado. Viajé a MIT y seguí trabajando en lo mismo, pero lo llevé a un lugar completamente diferente. Estuve cinco años en Cambridge, Massachussets, y luego regresé a Israel y llevé el sistema en otras direcciones. Mientras tanto, ya empezaba a haber más interés: poco a poco, esas gotas de agua se convirtieron en un manantial, el manantial en un arroyo, el arroyo en un río... y hoy ya hay medicamentos. Son enormes industrias que se han desarrollado a partir de esto.

P: ¿Cómo explicar a comunes mortales por qué recibieron el Nobel? 

R: Depende de la edad a la que quiera explicarlo. Cuando se lo explico a niños de tres años, les digo que descubrimos el camión de basura del cuerpo.

P: Genial.

R: Pero luego me preguntan: ¿Descubrieron cómo se hacen las necesidades? Y les digo: No, no... eso se sabe desde hace mucho tiempo. Se trata de un vehículo diferente.

Nuestro cuerpo está hecho de proteínas, muchas proteínas. Por ejemplo, la proteína de su sangre, la hemoglobina, los músculos, los anticuerpos contra el coronavirus... todas son proteínas. Las proteínas tienen una característica muy buena, cumplen una función muy importante. Hay 20.000 proteínas en el cuerpo. 

Yo las llamo los músicos de la sinfonía más bella que he escuchado jamás, la que yo denomino: la sinfonía de la vida. La tocan solos, sin director. Cada uno sabe exactamente cuándo entrar, cuándo salir: el violín, el violonchelo, el trombón, la viola, todos.

Pero tienen una característica que es negativa: son muy sensibles. Son sensibles al calor, al oxígeno, a la temperatura, a todo tipo de cosas. Incluso un calor leve puede afectarles. Si tomas un queso, que está hecho de proteína, lo dejas en la mesa durante dos días, verás lo que le pasa. Debería estar en el refrigerador, no  les hace bien el calor.  Tampoco les gusta la radiación, ni el humo de fumadores, ni químicos, ni las mutaciones en el ADN. No les gustan muchas cosas. Entonces se estropean, y cuando eso sucede, hay que evacuarlos.

P: ¿Y ustedes descubrieron el mecanismo de evacuación?

R: Así es. Es  un mecanismo interno, común a todos los organismos: a las plantas, a todos los seres vivos, excepto a las bacterias y los virus. Pero a todos los organismos más desarrollados: desde la levadura, etc., es completamente universal. Y lo descubrimos, lo que fue muy importante. Se trata de un mecanismo que en realidad es un sistema de control de calidad. Controla la calidad en el cuerpo. Y si se avería, entonces ocurren enfermedades, enfermedades graves, todas las enfermedades cerebrales, como el Alzheimer, el Parkinson… casi todas las enfermedades de cáncer. 

Es como una cadena. Es lo bello de la ciencia que está abierta. Descubrimos la base, vino gente que descubrió la importancia, vinieron empresas farmacéuticas y más personas que dijeron: si esto es importante para los procesos, sin duda fallan. Entonces vinieron otras empresas farmacéuticas que desarrollaron enfermedades y de repente ves toda la “salida de Egipto” (éxodo) desde el comienzo al final… desde la construcción de las pirámides hasta que se construyen un estado, esos “esclavos”. Entonces ves todo el proceso, por supuesto, lleva tiempo, no sucede de la noche a la mañana. Me encuentro en esta historia desde hace casi 50 años y es increíble ver cómo las cosas se van desarrollando. Fuimos reconocidos no solo con el Premio Nobel, sino también con otros importantes galardones. Tengo más de 100 doctorados honoris causa, soy miembro de distintas academias y otros honores.  Pero creo que la principal recompensa es realmente la satisfacción por el hecho de 1- haber encontrado algo importante, y 2- que esa cosa importante es también útil.

P: Claro, no necesariamente van juntas ambas cosas.

R: No siempre va junto. Hay quienes investigan las estrellas, lo cual está bien, para entender el mundo en el que vivimos. Pero, en este caso, este descubrimiento sí fue útil. Hay medicamentos hoy en día que les brindaron la vida a personas con cáncer, y eso es increíble, medicamentos que otros desarrollaron con el conocimiento que nosotros dejamos en claro.

En este caso, el conocimiento no es solo teórico. Para mí, como médico, es una satisfacción enorme. Cuando se va al hospital a una clínica, los médicos tratan a los pacientes uno a uno, no suelen descubrir enfermedades nuevas sino que se basan en el conocimiento existente y dan medicamentos que él no fue quien inventó, no están relacionados con su trabajo. El papel del médico es muy importante. Yo  dejé la profesión. Pero lo que descubrí tuvo un impacto mucho mayor, porque de repente puedes influir en millones de personas de una vez, sin siquiera conocer sus nombres o dónde se encuentran. En ese sentido, el impacto es de una magnitud completamente diferente.

P: Una pregunta un tanto infantil--- supongo que no es como en las películas “Oh Eureka, encontré”…

R: Hubo pequeñas “eurekas” a lo largo del camino, pero no hubo una enorme grande.

Se trata de mucho trabajo, con muchas desilusiones en medio del camino, frustraciones y competencia con otros… sí, la historia clásica de la ciencia. No hay nada de Eureka. 

P: ¿Recuerda cómo vivió ese proceso en aquel momento?

R: La estrategia fue original porque era el pequeño estado de Israel de mediados de los años 70 (justo después de liberarme del ejército, fui médico militar,) y nosotros  decidimos dirigirnos a algo a lo que la gente prestaba menos atención. Porque si íbamos a estar en la autopista, todos nos alcanzarían, los estadounidenses y otros. La escuela de medicina acababa de ser establecida en Israel, era todo muy pobre aquí. Los años 70 fueron difíciles no solo en Israel sino en general… en la ciencia hay que tener cuidado pero aquí sí hubo una sabiduría de estrategia: permanecer años a la sombra, y así fue que estuvimos años en la sombra, pero eso también presenta riesgos. Cuando optas por una vía lateral, hay probabilidades que no te conduzca a ningún sitio. Entonces, sucede que caminos laterales pasan a ser caminos principales.

 

La vida después del Nobel

P: ¿El Nobel cambió su vida?

R: En parte sí, en parte no. Mire, no apelamos a la decisión, ni tengo la intención de devolverlo. (Sonrisas). Pero sí, me transformó en una persona mucho más internacional. En muchos sentidos, ves un mundo diferente. Estuve en más de cien países. Yo siempre digo, el hospital Rambam no me hubiera invitado a viajar a Uruguay si no tenía el Nobel. Por ser médico no me hubieran invitado. 

No es internacional en el sentido del hospital Rambam, sino implica conocer a jefes de estado, políticos, es grande. Se trata de un premio enorme. La gente no lo entiende…

P: No es sólo el honor que implica.

R: El dinero o la medalla son tonterías. Es un reconocimiento internacional enorme, se aprende mucho. No son los honores lo que me importa. Entiendes un poco más acerca de cómo funciona el mundo. Son muy pocas las personas que comprenden dónde se encuentran, quién habla con quién, qué va con qué, cómo traer grandes donaciones. 

Este premio me ayudó a traer mucho dinero al Technion, recibí 150 millones de dólares y vamos a establecer un importante centro de investigación del cáncer.  Obviamente, es filantropía. Pero al fin de cuentas, vuelves a la vida. Por suerte, recibí el premio a una edad relativamente temprana. Estoy en el laboratorio, trabajamos, desarrollamos un nuevo medicamento. Tenemos una empresa. Al final, lo esencial es la ciencia. 

Pero eso tiene muchísimos aspectos. Puedo impulsar cosas, hablar con personas. Puedo dirigirme a las empresas farmacéuticas, negociar, y ellas me escuchan. Viajamos para ver lo que hicieron los polinesios, una ciudad increíble. Entonces sí, puedo aprovechar eso para desarrollar objetivos educativos y filantrópicos.  

Puede verlo por sí misma, visité muchos países, y en múltiples ocasiones. Estuve 50 veces en Tailandia, en Singapur también 50 veces, y en Europa en general ya me siento como en casa. Alemania, por ejemplo, la he visitado unas 100 veces. Es algo simple, entiende cómo se llega a eso …

Digamos que el Nobel, si lo observo, hizo mi vida mucho más interesante; ya lo era antes, pero ahora lo es mucho más.

 

La lucha contra las enfermedades

P: ¿En qué está trabajando ahora en lo relacionado con su labor de investigación?

R: En primer lugar, estamos desarrollando un nuevo fármaco contra el cáncer. Es una historia completamente nueva, descubrimos un mecanismo nuevo, no es una variación de algo existente, sino que es algo completamente nuevo. En ciencias, lo que se sabía hace un año ya puede haber cambiado.

P:¿Es para ciertos tipos de cáncer?

R: Todavía no lo sabemos. Una vez que comencemos los ensayos clínicos, lo sabremos. Cuando empecemos los experimentos en humanos, veremos los resultados. Investigamos muchas cosas, siempre dentro del sistema que descubrimos, porque es muy grande. Investigamos aspectos adicionales más básicos para comprender mejor su funcionamiento.

Tengo un grupo grande en la Facultad de Medicina, becas, conferencias, charlas, publicaciones y artículos. Somos muy activos en lo científico. Esa es la parte principal de nuestro trabajo.

P: ¿El cáncer podrá resolverse, será curable?

R: Yo creo que sí. Pero cada vez que resuelves algo, aparece algo nuevo. Hace cien años, la gente moría por infecciones, porque no había antibióticos. Una de cada dos mujeres que daban a luz, moría por hemorragias, porque se desconocía cómo hacer una transfusión de sangre, no existía.

Terminamos con el problema de las infecciones con los antibióticos, y aparece el cáncer. Antes, la gente no vivía lo suficiente para desarrollar cáncer o enfermedades cardíacas. Ahora que curamos las enfermedades cardíacas y el cáncer, el próximo desafío será el Alzheimer. Siempre hay algo más que nos espera en el camino.

Tal vez sea parte de Dios, quien no quiere que descubramos todos sus secretos, por lo que siempre nos coloca algo en el camino.

P: Analizando los mayores desafíos de la medicina actual, las enfermedades más graves con las que lidia la mayoría de las personas en el mundo ¿dónde ve los mayores peligros y el horizonte más prometedor?

R: Depende de dónde vives. En el mundo occidental, los principales problemas son las enfermedades cardíacas, el cáncer y las enfermedades cerebrales. En el mundo menos desarrollado, las enfermedades infecciosas siguen siendo la principal causa de muerte. Por ejemplo, en África y en el sudeste asiático, la malaria sigue siendo una de las principales amenazas. No hemos resuelto ese problema. Y cada tanto aparecen nuevos virus.

Hubo SIDA, luego el COVID-19, y aún no hemos terminado con la historia de los virus, y las enfermedades infecciosas. Están en constante cambio, volviéndose más resistentes a los antibióticos. Las bacterias evolucionan, aparecen nuevas mutaciones y no podemos bajar la guardia ni un instante. Acabamos de salir del COVID-19, que fue una pandemia grave, con más de 10 millones de muertos en el mundo.

 

Israel y la ciencia

P. ¿Cómo ve la situación en Israel? Usted en su laboratorio sigue trabajando a pleno ritmo, pero en una mirada general, en términos de ciencia y medicina, ¿dónde se ubica? Decir que se destaca en ciencia y medicina, ¿está justificado?

R: Sin duda, está justificado decirlo, pero hay que hacer una distinción: por un lado, el nivel de los médicos en Israel y el nivel de accesibilidad para la población. Son dos cosas diferentes: qué servicio recibes como ciudadano respecto al nivel. El nivel de los médicos que estudiaron en Israel es altísimo. Son brillantes. Por otro lado, en Israel faltan médicos. Si vives en algún moshav de la Galilea y necesitas un especialista, por ejemplo, para un trastorno psicológico de tu hijo, puedes esperar mucho tiempo. Lo mismo ocurre si tu pareja necesita una cirugía de próstata, la espera puede ser muy prolongada.  Tenemos un sistema público que es muy bueno, pero no hay suficiente personal para atender a todos con la rapidez necesaria.  Y también hay diferencia entre el centro y la periferia.

P: Le agradezco mucho, fue fascinante. Fue un gran honor para mí Profesor Ciechanover.

R: Gracias a usted por el interés.

 

 

 

 

Ana Jerozolimski
(11 Abril 2025 , 03:21)

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