Nota de opinión
La coalición de gobierno en Israel fue electa democráticamente, pero eso no significa que tenga la razón. Seguro no toda la razón. Y evidentemente, cada ciudadano la juzga y muchos pensarán que la tiene. Pero sería un error pensar que quienes critican hoy políticas del gobierno del Primer Ministro Netanyahu son extremistas de izquierda que lo odian, como él siempre dice, y que no reconocen su elección en las urnas. O funcionarios del nuevo invento de Netanyahu, el “deep state”, que quieren imponer su voluntad sobre los dirigentes electos y tratan de socavar su acción de gobierno. Increíble ver a un Primer Ministro que está hace 16 años en el poder y continúa presentándose como víctima de quienes no le permiten gobernar.
Quienes critican pasos de Netanyahu y quienes están saliendo nuevamente a protestar, por miles y decenas de miles, también este jueves de noche en Jerusalem a pesar del frío y la lluvia, no son israelíes que se levantan odiando a Netanyahu. Puede haber también de esos, porque en Israel hay de todo. Pero se trata de ciudadanos preocupados, de centro, izquierda y también de derecha , religiosos y laicos, que se oponen a diversos puntos centrales en la política actual.
Es más: en la protesta del miércoles de noche en Tel Aviv, en la que tuvieron un rol protagónico ex altos jerarcas de seguridad, varios de los protagonistas e inclusive disertantes, ocuparon cargos de gran responsabilidad nombrados en su momento por el propio Netanyahu, entre ellos un ex Inspector General de la Policía y un ex jefe del Shabak que son personas observantes, con kipá, el primero incluso vivía al menos años atrás en un asentamiento. No hay izquierda y derecha cuando se trata de cuidar las instituciones del Estado que muchos consideran Netanyahu está poniendo en peligro en un constante ataque a los medios, a los jueces, la Suprema Corte, el ejército, el servicio de seguridad, lo cual fractura la textura de la sociedad israelí.
Mil nuevas órdenes de reclutamiento a reservistas han sido enviadas a ciudadanos que ya hicieron cientos de días de “miluim” por la guerra, mientras el gobierno trata de promulgar una ley que exima definitivamente a los jóvenes ultraortodoxos del servicio militar, misiles son disparados nuevamente hacia Israel, hay 59 secuestrados aún en los túneles de Gaza, y el gobierno decide que su tema más urgente es despedir al jefe del Shin Bet, el Servicio General de Seguridad, en medio de la guerra que se retomó a comienzos de semana. Esto, además de haber vuelto al esfuerzo de la polémica reforma judicial. El agravante es que esta vez ya se sabe cuán divisivo es todo ésto y qué letal fue para el país dado que irradió ante los enemigos una imagen de debilidad de la sociedad israelí por la fractura interna.
Por eso muchos miles de israelíes se agolpan en la zona aledaña a la oficina del Primer Ministro mientras el gobierno está reunido, para protestar. Nadie piensa que después de la catástrofe del 7 de octubre Bar, que evidentemente falló en su cargo, tenga que permanecer en el poder, y él mismo dijo que renunciará, pero no así. No inventando “razones” de supuesta falta de confianza que hasta hace pocos meses Netanyahu no mencionó ni una vez, todo lo contrario, a pesar del 7 de octubre que había ocurrido mucho antes, pero que súbitamente surgió cuando el Shabak comenzó a investigar a funcionarios de la propia oficina del Primer Ministro por sospechas en el gran escándalo “Catargate”, que explicaremos en una nota separada en otro momento.
El jefe del Shabak Ronen Bar publicó un comunicado contundente y sin precedentes enviado a la prensa a través del grupo de whatsapp del servicio, afirmando en forma tajante que los motivos planteados por el Primer Ministro faltan a la verdad. La reproducimos íntegramente por separado. Poco después, un comunicado en nombre de “una alta fuente política”-que los cronistas israelíes encargados de la temática tienen claro es el propio Netanyahu- difama al jefe del Shin Bet con afirmaciones que faltan absolutamente a la verdad.
Dice que Ronen Bar prefirió no llegar a la reunión del gobierno “porque temía dar respuestas, más que nada responder a por qué sabiendo muchas horas antes del ataque de Hamas en camino”, no hizo nada, no llamó al Primer Ministro y con eso no permitió que se evite la masacre.
Es increíble el grado de demonización en este mensaje. Ronen Bar no sabía de la masacre con anticipación, y si Netanyahu cree que sí ¿por qué no lo destituyó el 8 de octubre? ¿Por qué en noviembre, cuando acababa de ser despedido el Ministro de Defensa Gallant, dijo que espera que los jefes de los servicios de seguridad, entre ellos Ronen Bar, puedan trabajar bien con su sucesor Israel Katz?
Con esto de fondo, no sorprenden los resultados de la encuesta realizada por Mano Geva para el canal N12. Estos son algunos de los resultados.
El 51% de la población se opone a destituir a Ronen Bar en medio de la guera y el 32% está a favor.
El 50% no le cree a Netanyahu acerca de por qué decidió destituirlo. El 18% sí.
A la pregunta de en quién confía más, el 46% dijeron que en Ronen Bar y el 15% en Netanyahu.