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Mis lecturas de febrero

Mucho calor y mucha lectura. Ya sea en la playa o antes de dormir, leer es una necesidad del intelecto y del alma. Como siempre digo, es viajar sin aeropuerto ni armar valija.

Duelo de hombre de Friedrich Perschak

Este libro es un viaje profundo por el duelo, una lectura imprescindible para todos, pero aún más para quienes atraviesan una pérdida. Se divide en dos partes: la historia de Santiago, quien enfrenta el dolor por la muerte de su pareja, Rafael, y la historia de Salo, el padre de Rafael.

Escrito con el alma en la mano, este libro expone una sensibilidad masculina a flor de piel. Como lectora, me atravesó hasta lo más hondo. Como amiga del autor, sentí un orgullo inmenso al haber acompañado de cerca el proceso de escritura de Fede.

La historia nos lleva por temas como la migración, el desarraigo y la vida entre Montevideo e Israel, con referencias a figuras como Amos Oz y José Gurvich. Pero lo más fascinante es la conexión entre el arte y la literatura: el cuadro Shabat de Gurvich cobra protagonismo en la trama, mientras que Santiago, en su recorrido en auto por el Uruguay, contempla paisajes que le evocan obras maestras como Un baño en Asnières de Seurat o Las espigadoras de Millet.

Es un libro que recomiendo sin dudar y que se presta maravillosamente para el debate en talleres de lectura.

Todo lo que sé sobre el amor, de Dolly Alderton

Dicen que es la nueva Marian Keyes (Sushi para principiantes), y lo cierto es que tiene el mismo ingenio y la misma chispa que la escritora irlandesa. En mi biblioteca atesoro una colección de libros de Keyes, con cuyos relatos reí y lloré. Pero lo que distingue a la británica Dolly Alderton de sus predecesoras es su capacidad para escribir Todo lo que sé sobre el amor con una dosis extra de ironía y reflexión, marcada por el haber cumplido 30 en plena cuarta ola del feminismo.

En 350 páginas y 15 años de vivencias, Alderton nos lleva desde el pensamiento adolescente de "cuando tenga novio, casi nada más tendrá importancia" hasta la poderosa certeza de "tú cuidas de ti misma". Habla de novios, sexo, amistad, familia, maternidad y trabajo, contrastando sus ideas de juventud con las que va forjando con la madurez. También aborda temas más complejos, como los trastornos alimenticios o el cáncer que atraviesa la hermana de una amiga.

La autora captura con maestría la crisis de los 30 y todo lo que conlleva: la sensación de abandono cuando las amigas empiezan a tener pareja, la llegada de la maternidad en su círculo cercano, el descubrimiento de que ya no es suficiente beber hasta el desmayo para pasarlo bien.

Desde la primera hasta la última página, me atrapó. Lo recomiendo sin dudar.

Todo final es un comienzo de Dolly Alderton

 

No tengo paciencia para los libros que no me convencen. Si no me atrapan, los dejo sin culpa. Y con este hice lo mismo: lo abandoné al 10%. Pero algo me quedó dando vueltas… 

Fue mi hija quien me hizo notar un detalle clave: la historia arranca con una ruptura narrada desde la perspectiva del hombre. No es tan común que una escritora asuma una voz masculina, y en este caso lo hace con mucha precisión.

Andy y Jen, pareja de treinta y pico, se separan. Él, comediante sin un mango, termina alquilando una habitación en la casa de un señor mayor que le escribe cartas a Julian Assange y asegura que George Harrison durmió en su sofá (?!) 
La novela retrata con acierto la vida de los treintañeros en Londres: amistades, crisis, separaciones y un buen guiño al stalkeo en Instagram. 
Pero lo que más me impactó fue cuando Jen toma la voz narrativa. Es como si, de repente, viéramos la historia completa.
Una frase que me quedó: las mismas cosas que amamos al principio pueden volverse insoportables al final.
Lo recomiendo. 

Los siete maridos de Evelyn Hugo, de Taylor Jenkins Reid

Cuanto más veía este libro en redes, más me resistía a leerlo. El título me hacía pensar en Elizabeth Taylor, una actriz a la que siempre amé.

La trama gira en torno a Evelyn Hugo, un ícono de Hollywood que, tras años de retiro, decide contar por fin la verdad sobre su vida llena de glamour y escándalos. Para ello elige a Monique Grant, una periodista desconocida, y la gran pregunta es: ¿por qué ella? ¿Por qué ahora?

A medida que avanza la historia, surgen temas universales y potentes: la violencia doméstica, la homosexualidad y las dificultades de salir del armario en una época donde los estudios imponían cómo debían vivir sus estrellas.

El libro me pareció entretenido, pero no me dejó mucho. Está repleto de clichés y queda en una especie de limbo: ni demasiado profundo ni completamente ligero. Como decimos por acá, ni chicha ni limonada.

No lo recomiendo especialmente.

Habitación sin vistas de Dror Mishani

Este libro es un diario que comienza el 7 de octubre. Mishani, reconocido escritor de novela negra, se encontraba en un viaje de trabajo en Toulouse cuando ocurrió el sábado negro. Al regresar a su casa, escribe artículos para el diario Haaretz y plasma, a lo largo de los meses, sus sentimientos y reflexiones con una mirada profundamente crítica hacia el gobierno israelí y, en muchos casos, hacia la sociedad en general.

Más allá del análisis político, el libro ofrece una visión de la cotidianeidad que difícilmente se obtiene a través de las noticias. Pequeños detalles, como el sonido de las sirenas y la reacción de su perra, que es la primera en entrar al cuarto destinado como refugio, hacen que el relato se sienta cercano y tangible.

Su ideología pacifista atraviesa todo el libro, así como las discusiones con su hija Sara y con su madre, con quienes choca por pensar distinto. Es una lectura ágil, que deja mucha tela para cortar y mucho sobre lo que debatir.

No coincido del todo con su postura política, pero aun así creo que vale la pena leerlo. Lo recomiendo.

Tinta invisible de Javier Peña

 Tinta invisible es un librazo sobre el poder de las historias, de esas que flotaban en el cuarto de un hospital, más fuertes que el olor a desinfectante y las luces frías. Ahí, entre idas y vueltas, un padre y un hijo hicieron de ese lugar una habitación propia, despidiéndose como se conocieron: a través de las historias y quienes las cuentan.

Habla del duelo, de la escritura, de la vida misma. No de vidas extraordinarias, sino de esas bien reales, donde muchos escritores la remaron sin llegar nunca al éxito.

Shirley Jackson tenía que apurarse a tipear sus cuentos porque su marido, mucho más mediocre, acaparaba la máquina de escribir para su trabajo. Dickens tuvo escondida a su amante por doce años. Susan Sontag le sacaba el cuero a sus “amigos” con la misma pasión con la que la detestaban. Doris Lessing, No

bel en mano, publicó con pseudónimo y le fue como como el traste. Así demostró lo difícil que es para un desconocido meterse en el mundo editorial.
Un libro que mezcla ensayo y autobiografía, que habla de lo que significa escribir y vivir. 

Me gustó mucho cuando habla de Amos Oz y relata cómo fue su vida en el kibutz Hulda mientras se dedicaba a la escritura. Me resultó fascinante el proceso que vivió cuando le permitieron reducir sus horas de trabajo en el kibutz para escribir de manera más profesional, hasta el momento en que decidió dejarlo para convertir la escritura en su principal medio de vida. Lo recomiendo especialmente

El certificado de Isaac Bashevis Singer

En El certificado, Isaac Bashevis Singer despliega su inconfundible estilo narrativo, sumergiéndonos en un mundo que fascina y atrapa desde las primeras páginas, esta vez en la vibrante Varsovia. La trama puede resumirse como la historia de un joven judío que llega a la ciudad desde la provincia, sin un centavo, en busca de una oportunidad.

Pero no estamos ante un muchacho cualquiera: es un joven culto, lector de Spinoza, Kant y Nietzsche, que domina el polaco, el hebreo y el yiddish. Su pasión por la lectura lo ha llevado a soñar con convertirse en escritor. De hecho, ya ha escrito un ensayo sobre Spinoza y algunos cuentos que lleva consigo en su mochila. Aunque su timidez le impide asumirse abiertamente como tal, a lo largo de la historia irá ganando confianza en su vocación. Podríamos decir que El certificado es, en ese sentido, una novela de iniciación, pero la profundidad con la que aborda otros temas la convierte en una obra de gran riqueza.

Narrada en primera persona, la novela tiene un ritmo sorprendente, comparable al de las mejores novelas de aventuras. En la pluma de Singer resuena la influencia de los grandes autores rusos, en esa capacidad única de explorar los laberintos del alma humana y de tocar los dilemas universales del joven escritor que busca su lugar en el mundo.

El título del libro hace referencia al certificado que el protagonista necesita para emigrar al Mandato Británico de Palestina, y a través de este eje, Singer ofrece una visión política del sionismo desde su propia óptica. Muestra las dificultades para llegar a la Tierra Prometida y el dilema de su futuro allí, pues no se imagina como agricultor: su verdadero sueño es la literatura.

Como en todas las novelas de Bashevis Singer, las relaciones amorosas tienen un papel central, siempre narradas con su característico tono irónico. Lo disfruté muchísimo y lo recomiendo sin dudar.

Además, lo analizaremos en el Club de Lectura de libros traducidos del idish al español. Si alguien está interesado, puede escribirme a janet.rudman@gmail.com y le paso más información.

Historia de una terraza de Hilary Leichter

El primer cuento de este libro es una joyita: Annie, Edward y su hija Rose viven en un departamento tan chico que apodan "Túnel Palomo" al patio interno y "Misterioteca" al único armario empotrado, siempre a punto de explotar de cosas. Pero una noche, mientras charlan con su amiga Stephanie, abren una puerta y descubren algo imposible: una terraza inmensa y hermosa que nunca antes había estado ahí.

Desde ese momento, las tardes y noches en la terraza se vuelven mágicas, llenas de calma y felicidad. Pero lo que parece un hallazgo soñado tiene su precio: ese espacio es una especie de anomalía en el tiempo y el costo de disfrutarlo se paga caro. Lo que empieza como un escape placentero termina alterando sus vidas y la realidad misma de formas inquietantes.

El arranque del libro me fascinó, pero a medida que avanzaba, la emoción se fue desinflando. Los cuentos que siguen están conectados, pero dejan un retrogusto amargo. En definitiva, empezó bárbaro y después se cayó.

Lo peor: cambié dos libros que me habían regalado por este, y la decepción fue grande. Compro pocos libros en papel, y este no me terminó de convencer. 

Janet Rudman
(01 Marzo 2025 , 15:15)

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