Por Lalo Vilensky, miembro de la Directiva de la Oficina de Innovación de Uruguay en Israel
Como uruguayo-israelí y partidario del Frente Amplio (FA), un partido por el que viajé 25,000 kilómetros para votar por Yamandú Orsi, me siento profundamente decepcionado y agredido por la resolución del Secretariado Ejecutivo del FA, publicada el 1 de abril de 2025 en Montevideo Portal.
La propuesta de evaluar la suspensión de la Oficina de Innovación en Jerusalén, de la cual formo parte como uno de los directores, no solo representa un premio simbólico al terrorismo de Hamas, sino que también priva a Uruguay de una oportunidad única para avanzar en innovación y tecnología, un campo en el que Israel es líder mundial.
Fui nombrado para este cargo por el gobierno anterior, no por el FA, gracias a mi trayectoria como gerente del parque industrial en Dalton, Israel, asesor de cooperación internacional en temas de innovación y director de innovación de Zonamerica en Uruguay. Mi designación buscaba fortalecer los lazos entre ambos países para beneficiar a Uruguay, permitiendo que nuestros jóvenes científicos accedan a los avances tecnológicos que podrían transformar el futuro de nuestra nación. Sin embargo, la postura del FA pone en riesgo este proyecto, enviando un mensaje equivocado: que estamos dispuestos a ceder ante el terrorismo y a cerrar puertas al progreso.
El comunicado del FA califica las acciones de Israel como un “genocidio” y exige la suspensión de la Oficina de Innovación, ignorando el contexto del conflicto. El 7 de octubre de 2023, Hamas perpetró un ataque brutal que dejó 1.200 personas asesinadas, muchas de ellas torturadas, y más de 250 secuestradas. Según datos públicos, 59 de esos rehenes aún permanecen en condiciones inhumanas, un hecho que el FA no parece considerar con la misma contundencia con la que critica a Israel.
Este ataque marcó uno de los episodios más oscuros de la humanidad reciente, y Hamas, una organización terrorista, ha continuado rechazando propuestas de alto al fuego mientras utiliza a su propio pueblo como escudo humano.
Entiendo la preocupación del FA por la crisis humanitaria en Gaza, y comparto el dolor por las víctimas civiles, pero equiparar a un gobierno democráticamente electo como el de Israel con un grupo terrorista como Hamas es injusto y peligroso. Israel tiene el derecho y la obligación de defender a su ciudadanía frente a un enemigo que no busca la paz, sino la destrucción. La narrativa del FA, al centrarse únicamente en las acciones de Israel, parece ignorar la responsabilidad de Hamas en la escalada de violencia y en el sufrimiento de los palestinos.
Por otro lado, el comunicado de Cancillería, también del 1 de abril de 2025, adopta un tono más equilibrado que comparto: pide un cese al fuego duradero, la liberación de los rehenes y el ingreso de ayuda humanitaria, sin perder de vista que este conflicto no se resolverá cediendo ante el terror.
Sin embargo, la propuesta del FA de suspender la Oficina de Innovación va en dirección contraria. Cerrar esta oficina no solo sería un retroceso para el desarrollo tecnológico de Uruguay, sino también un triunfo simbólico para Hamas, que no ha mostrado ningún interés en la paz ni en el bienestar de su pueblo.
Como uruguayo-israelí, me duele que el partido que apoyo proponga un camino que castiga a Israel por defenderse y priva a Uruguay de oportunidades de crecimiento. Nuestros jóvenes científicos merecen acceder a la experiencia y los avances de Israel, un país que ha sabido convertir la adversidad en innovación. Suspender la Oficina de Innovación no solo frena el progreso de Uruguay, sino que también envía un mensaje al mundo de que el terrorismo puede dictar nuestras decisiones.
Hago un llamado al Frente Amplio para que reconsidere su posición y busque un equilibrio que no implique premiar a los terroristas ni cerrar puertas al futuro de nuestro país. Uruguay merece más: merece apostar por la innovación, la cooperación internacional y la paz, sin ceder ante quienes siembran el terror.