Entrevistas

La decepción y la esperanza de un médico israelí que atendió a miles de niños palestinos

Con el Dr. Sagi Assa, del programa humanitario “Salvar el Corazón de un Niño” 

El Dr. Sagí Assa creció sin su padre, que cayó combatiendo en la guerra de Iom Kipur en octubre de 1973. No quiere que otros niños sufran y en parte canaliza sus sentimientos al respecto ayudando a salvar vidas de niños de diferentes partes del mundo, entre ellos numerosos niños palestinos. Es  el director de Cardiología Pediátrica Invasiva, Cateterización Cardíaca Pediátrica en la organización “SACH”, la sigla inglesa de “Salvar el Corazón de un Niño” que funciona desde hace más de 25 años en el hospital Wolfson de Holon. Él mismo participa en el programa casi desde sus comienzos. Hasta ahora han tratado un total de 7000 niños que necesitaban una operación y/o cateterismo. Pero además, han examinado a muchos más en diferentes partes del mundo.

La mitad de los niños tratados en Israel son palestinos, unos 3.500. De ellos, entre 2.000 y 3.000 son de Gaza.

 Además, una vez por semana, funcionó durante años una clínica voluntaria a la cual llegaban niños palestinos a quienes se atendía. Y otra parte del trabajo consiste en la capacitación de médicos palestinos: cardiólogos, cirujanos, anestesistas enfermeros, enfermeras, médicos de cuidados intensivos, que son de hecho colegas de los médicos israelíes con los que están en contacto permanente cuando van a trabajar en Gaza. Y se les enviaba medicamentos.

Conversamos con el Dr. Sagi Assa pocos días después de la masacre del 7 de octubre, cuando había varios niños palestinos de Gaza internados en su hospital. Volvimos a hablar con él hace pocos días. 

 

P: Dr. Assa, cuando hablamos pocos días después del 7 de octubre usted estaba absolutamente conmocionado. 

R: Así es. Lo primero que sentí respecto a lo que había pasado aquel sábado terrible , más allá de la gran tristeza por todos los muertos y los secuestrados, fue una gran desilusión. Me pregunté: ¿dónde están las 3000 familias de Gaza a cuyos hijos salvamos? Si incluimos a los vecinos de todos ellos que sabían claramente lo que habían vivido en Israel, quizás podemos hablar de 12 mil familias. ¿Dónde estaba toda esa gente? ¿Cómo es posible que no dieron un tono diferente?…  Para mí es muy duro pensar en eso. 

P: Porque nadie se contactó para expresar algo: furia, enojo, dolor, empatía, lo que fuera…¿verdad?

R: No sólo que no se contactaron… es más, yo siempre digo, a fin de cuentas, se puede hablar mucho, pero la gente debe hacer, actuar, ser responsable, no en palabras sino en actos. Yo elijo actuar a través de la medicina y me queda claro que si veo un niño enfermo y una madre triste, les ayudaré.  Lo mismo me ocurre al ver a un niño muerto – ya sea un niño israelí, pero también ahora cuando veo a niños gazatíes - es triste. No creo que los niños tengan que pagar el precio de un conflicto y ser una parte activa  ni a través de una masacre - como sucedió ese sábado - ni por la fuerza, que se aprovechan de ellos y los ponen en el frente, como una barrera humana. Creo que es algo muy triste, me entristece enormemente y me siento muy mal. Pero al mismo tiempo, estamos en una guerra, tenemos secuestrados que salvar.  Queremos salvar sus vidas, y si alguien quiere evitar o interrumpir esta guerra por un instante que se preocupen que los secuestrados vuelvan a Israel en primer lugar. 

 

P: Me imagino que puede pasar que chocan la dimensión personal con la nacional.

R: A nivel personal, soy médico y realmente creo en mi labor y si veo a un niño enfermo, lo atenderé. Pero a nivel nacional, como israelí, mis hijos en este momento son soldados, yo también fui soldado en el pasado: me queda claro que debemos salvar a nuestros hijos. 

 

P: ¿Cómo resumir cómo se siente?

R: Creo que hay que definir nuevamente cómo serán las relaciones entre ambos pueblos. Creo que la asistencia médica es uno de los caminos. Pero aparte de lo que nosotros hacemos, se precisaría una proclamación de las partes al respecto. Tomando en cuenta la demografía en nuestro pequeño trozo de tierra, creo que debemos hallar la forma de vivir en buena vecindad. Entiendo que eso requerirá concesiones pero más que nada, voluntad de vivir en paz. Y no estoy seguro que el otro lado lo quiera.

Sobre todo, estoy  triste. Por todos los niños muertos, los asesinados en el sur de Israel, por los niños de Gaza que tienen que temer los bombardeos, estoy triste porque mis propios hijos deben temer los bombardeos y correr a un refugio, escuchar sirenas y la tierra que tiembla varias veces por día. No creo que ningún padre normal estaría tranquilo si sus hijos estuviesen obligados varias veces por día a bajar a refugios, correr y temer, en ninguna parte del mundo. 

Atendiendo a un niño junto a un colega palestino, el Dr. Fayez Shakalia

 

 

Que no critiquen, que hagan

P: ¿Surgen dudas acerca de la  continuación del proyecto humanitario?

R: En muchas ocasiones nos preguntaron sobre nuestro programa, abocado a salvar niños de África, palestinos, de otros lares…por qué gastamos dinero, tiempo, energía, para atender a niños que en muchos casos viven lejos y que de todos modos  tampoco tienen probabilidad de absolutamente nada. Nosotros realmente creemos en hacer el bien, hacer y ver a todo el mundo como un todo, una aldea: porque lo que sucede en África, al fin y al cabo, también llegará a mí. Si bien no viven conmigo, en mi barrio, es algo importante. A partir de esa fe, realmente actuamos y salvamos a niños africanos, a niños palestinos sin pensarlo dos veces. Me quedaba bien claro que era lo que debía ser… y realmente, de aquí quiero hacer un llamado al mundo, quien ve lo que sucede aquí y él conflicto realmente duro, les digo: vengan y hagan, no critiquen…  

P: No limitarse a hablar de lejos.

R: Claro. Es muy fácil estar en casa, y criticar - y estoy seguro que no falta lo qué criticar - no busco embellecer los hechos, no juzgo si es lo correcto o no cada cosa que se hace. Yo no estoy al frente del Estado Mayor, soy médico.  Desde lejos es muy fácil hablar, pero al fin y al cabo, no recuerdo casi a nadie que haya hecho algo para que esto no suceda.  Realmente, “hacer”, actuar, venir a estar aquí con los palestinos, ayudar a los palestinos a expulsar al Hamás, hablar paz, para que hagan la paz… Vengan: personas, soldados, del país que sea. Vengan ustedes, vengan y participen… Y algo que digo también a médicos árabes que están conmigo y a mis amigos árabes. En los hechos, ninguna persona árabe ni nadie – ni de Europa ni de Estados Unidos ni de América del Sur, vino e intentó, intervenir y ayudar a esa población para que no se transforme en algo tan extremista. Y ahora que es tan extremista, es muy fácil acusar a Israel.  Realmente pregunto dónde están aquellos que quieren que sea diferente, nunca he escuchado su voz.

 

Lo duro del silencio

P: Usted dice que nadie les ayudó a liberarse del Hamás y ahora vienen con exigencias a Israel, que se ve obligado a defenderse. 

R: Realmente me embargan duros sentimientos, porque nadie dijo nada.  Yo salvo a esos niños no porque quiero que retribuyan... salvo a esos niños porque creo que es la conducta humana y lo único que pido a las familias de esos niños es que reconozcan con el agradecimiento, no con dinero, regalos ni llamados telefónicos, sino que muestren su agradecimiento mostrando amor y compasión a su gente. Y pregunto realmente: la masacre, que fue planeada durante mucho tiempo, no surgió de la noche a la mañana. ¿Dónde estaban todos los que atendimos? Con los distintos niveles y círculos que se suman yo creo que llegamos a casi un millón de personas, es decir, los padres, los abuelos de los pacientes … ¿dónde actuaron para evitar que algo así ocurriera? No  frente a mí, sino frente a su propia gente.  

 

P: Lamentablemente, nunca vimos otra cosa, aunque tampoco se vivió nunca un 7 de octubre como el año pasado.

R: Así es. Hace unos años, en Israel tuvimos el caso de Eleor Azariá, un soldado que mató a un terrorista cuando estaba inmovilizado en el piso. Todo el país se levantó , estallaron discusiones acaloradas . No veo que eso suceda entre los palestinos. ¿Dónde estaban los vque se oponían a los crímenes del 7 de octubre? No hay, nunca hubo. Y entre los miles que cruzaron el cerco había también civiles que violaron y cometieron otros  actos inhumanos. De esas hay otros miles de  personas, sus propias familias, ¿acaso no sabían lo que iban a hacer sus maridos? ¡Lo sabían! Estoy seguro que también gente a cuyos hijos atendí, lo sabía. Y eso desilusiona mucho. Duele mucho.

Todas las semanas yo veía a  treinta niños de Gaza, desde hace más de 20 años. Es fácil la cuenta de cuántas familias pasaron por mí. ¿Alguien puede realmente alegar que ninguno de ellos estuvo relacionado a lo que pasó, que ninguno  escuchó ni supo nada? ¿Sólo los buenos  me vinieron a ver? 

 

P: ¿Nadie se contactó a decir algo?

R:  Se contactó un médico a quien le enseñé y le ayudé. Me escribió: “con la ayuda de Dios, que llegue la paz para todos”. No dijo perdón, lo lamento, nada. Y ese mensaje lo envió después de varios días de los hechos (4 o 5 días) - un médico a quien le había enseñado a hacer cateterismo cardíaco.

 

¿Y ahora?

P: Yo creo que la gran pregunta, la gran interrogante es ¿qué pasará ahora? ¿cómo ustedes van a lograr volver a la rutina?

R: En primer lugar, como médico te digo que cuando veo un paciente, lo atiendo. En aquel momento incluso había un niño de Gaza internado desde antes del sábado negro, estaba grave, le hice cateterismo . Sus padres estaban con él. 

P: ¿Hablaron sobre la situación? Me imagino que eso estaba en el aire…

R: Era una madre que sufría y un niño que sufría. Eso es lo que cuenta, la compasión.

P: Me pregunto si acaso los valores morales tienen un límite.

R: Yo no creo que tengo que seguir como si nada hubiese ocurrido. Mi vida y la de todos quienes me rodean se interrumpió. Concretamente, de Gaza ya no vinieron más niños, nadie lo pidió. Nosotros tampoco tuvimos iniciativa. Los que estaban internados, terminaron por supuesto de recibir su tratamiento. Hace unos dos meses se reanudó el contacto con familias palestinas de Cisjordania.

Durante muchos meses el tema estuvo como congelado. Con todo mi pesar y dolor, es lo que sucede cuando la elección es la guerra y así lo ha sido, realmente. Israel no eligió esta guerra. No sólo que fueron asesinados y secuestrados israelíes en el sur de Israel sino que Hamas siguió durante mucho tiempo atacándonos con cohetes. 

P: ¿Y el futuro?

R: No sé decir. Quiero creer que realmente será posible hablar, reestablecer puentes con la gente, en un futuro cercano o lejano, ojalá, porque realmente creo en los vínculos, no creo en las guerras.Te cuento que poco después del 7 de octubre  tenía que estar en África con colegas alemanes, con quienes ayudamos juntos a niños en África. Es decir, nos encontramos casi 80 años después del horror de la Shoá , para ayudar juntos a otros.  Es decir, el cambio es posible y yo personalmente lo creo. Pero para ello, es necesario que ambas partes deseen un cambio. 

 

¿Odio?

P: ¿No ha sentido odio hacia la otra parte?

R: En absoluto. Yo hablo árabe, desde pequeño me crió una niñera árabe. Sin embargo, puedo decir que los niños en los jardines de infantes enarbolan la bandera de Israel y cantan canciones sobre la paz pero en Gaza, no hay algo similar. Entre los jardines del Hamás, en los que se les enseñan (hay filmaciones), les enseñan a decapitar a una muñeca y enarbolar banderas verdes, y en otros, hablan solo de Islam. Es decir, no hablan de paz, no está en su léxico.  Se precisan otras voces. No sólo de una madre que llega a mi clínica y me diga “ojalá que vivamos en paz juntos”, todos lo dicen, no así. Expresarlo en la clínica, es agradable y emocionante, pero después callarse y dejar a los extremistas dictar otros valores, a mi modo de ver, no es legítimo. 

A tu pregunta, qué haré yo en el futuro frente a esa población, depende en gran medida de lo que esa población esté dispuesta a hacer en el futuro frente a mi población. Y no es que necesite que me atiendan, pero sí necesito que estén dispuestos a un vínculo, a una comunicación verdadera como población no como personas aisladas. Como personas aisladas, como médico, te digo sinceramente que si me trae a una persona herida gravemente o a un niño herido, no dejaré de atenderlo, soy incapaz.

 

P: La cuestión ahora es digamos los padres de esos niños vendrán a salvar vidas, ¿será capaz de capacitar a médicos de Gaza y me atrevo a preguntar también de Cisjordania?

R: Repito: sí soy capaz, ya ahora lo hago, en el momento en que pueda trabajar y tenga el hospital a mi disposición, esa es la meta de mi vida. Cuando formo a un médico en Gaza o Cisjordania, no lo capacito para que gane dinero como médico, sino lo capacito para que salve a más gente – para mí es ampliar mi propia actividad. Así lo veo, le doy herramientas para que haga bien en este mundo. Repito una vez más: me agradará seguir formando a todo ser humano que venga de una sociedad que quiere el bien. Pero sobre la sociedad gazatí la pregunta es si quiere el bien, como sociedad. Después del 7 de octubre, es 

un interrogante respecto a la cual no sé qué responder. Si antes te podía decir: es claro que la mayoría quiere y solo algunos son extremistas, pero hoy, después del terrible sábado ya no queda tan claro. No sé decir en qué medida no es tan claro, y a mí no me gusta marcar a la gente, no diré que todos los gazatíes son Hamás ni al revés, pero no me queda claro. Surgen muchas interrogantes y sin duda me generan un malestar en el estómago. 

 

P: ¿Hay algo en su vida personal que incide en todo esto?

R: Mi padre cayó en la Guerra de Iom Kipur. Toda mi vida me encuentro en una travesía para intentar curar el corazón, incluso el propio, como bebé que creció sin padre toda su vida…Y cada niño que salvo es un “zjut”, un privilegio. 

 

Los niños tienen que vivir con esperanza, con sueños y amor, y es lo que le transmito a nuestros niños aquí hoy. Sin embargo, la situación actual no es así y es una de las cosas tristes.  La esperanza es que mis propios hijos puedan vivir aquí en paz. … dos días antes de los hechos, estuvieron aquí mis hijos con otros soldados y dijeron que no iban a conocer más guerras, y eso es lo que me alegró como padre. Dije: nuestra generación logró hacer un cambio. 

Pero llegó el 7 de octubre  y yo pensé que no quiero que también la generación de mis hijos crezca aquí sin esperanza para la paz. Y realmente es mi deseo para la generación de mis hijos y también para la generación de los niños palestinos - serán ya los nietos no nuestros hijos - que puedan vivir y soñar con la paz. Para soñar eso,  realmente, quiero y suplico y pido que ocurra un milagro, lo que sea, que tenga lugar también del lado palestino.  Pero los  musulmanes palestinos no tienen una canción sobre la paz.

Creo que los seres humanos pueden cambiar y realmente lo creo, no creo que la naturaleza de la gente sea violar y decapitar a bebés… no me parece que sea así. Tal vez soy un poco ingenuo, opto por serlo.

P: Gracias mil Dr. Assa. No hay palabras.

R: Gracias a ti.

Ana Jerozolimski
(29 Diciembre 2024 , 17:26)

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