Fotos de los familiares: Maté Hajatufím
Estoy sentada frente a la computadora siendo en Israel las 21.30 de este domingo 18 de agosto. Hace escasos 10 minutos, se informó en el noticiero central del canal N12 de la televisión israelí que la organización terrorista Hamas rechazó oficialmente la propuesta presentada en las negociaciones, alegando que es una propuesta adaptada “a exigencias de Netanyahu”.
Nada sorprende. No tengo ninguna duda que el obstáculo principal para el logro de un acuerdo que permita la recuperación de los secuestrados a Israel, ha sido y es Hamas, lo cual no significa que Netanyahu haya aceptado todo, claro que no.
Quizás sea una táctica de negociaciones. En principio, está planeado un nuevo encuentro para dentro de pocos días en El Cairo. Quizás no todo esté perdido. Pero por ahora, no hay grandes esperanzas.
En estas líneas, sólo quiero abrazar a las familias de los 115 secuestrados, que viven una verdadera pesadilla desde el 7 de octubre, tanto aquellas que a lo largo de estos interminables ya más de diez meses recibieron alguna señal de vida como las que no, que sólo saben que sus seres queridos están en Gaza…y nada más.
No existen palabras para describir la angustia en la que viven los familiares. La montaña rusa de emociones cada vez que hay negociaciones, que finalmente terminan en nada.
Quiero abrazar a los padres y hermanas de Romi Gonen, la hermosa jovencita secuestrada del festival Nova, que hoy cumplió 24 años sola, quizás en los túneles…y me da miedo agregar …ojalá que con vida.
A los padres y hermanos de Naamá Levy, aquella jovencita de ojos claros, una de las observadoras del puesto militar Najal Oz, que cuando los terroristas las estaban atando a ella y sus compañeras Liri Elbag, Karina Ariev, Daniella Gilboa y Agam Berger, dijo “tengo amigos en Palestina”, porque así era, había participado en actividades de diálogo con jóvenes palestinos. Y poco después apareció con las manos atadas a la espalda, los pantalones ensangrentados en la parte trasera, empujada del cabello por la fuerza bajando de un jeep…y uno no puede ni imaginar qué vivió.
A la familia de Gali y Ziv Berman, los mellizos secuestrados de las viviendas de los jóvenes en el kibutz Kfar Aza, que aparecen en los posters por todo el país sonrientes, y uno no sabe qué estarán viviendo.
Quisiera abrazar a Simona Steinbrecher, la mamá de Doron también de Kfar Aza, que apareció meses atrás en un video de terrorismo sicológico de Hamas y uno se preguntaba si acaso es la misma chica sonriente de las fotos anteriores al 7 de octubre.
Y a las familias que tuvieron momentos de felicidad cuando la madre, los hijos u otros parientes fueron liberados en noviembre, pero vivieron enorme desazón al ver que el tiempo pasa y el padre que quedó en Gaza no vuelve. Como Ohad Ben Ami, Abraham Munder, Gadi Mozes-que cabe suponer no sabe que su compañera murió-, como Tal Shoham de cuya familia hubo más de 10 secuestrados, entre ellos sus pequeños hijos Yaheli y Navé, que volvieron pero no totalmente porque él aún no, y hubo también muertos…
Y quisiera abrazar a Ofrí Bibas, la hermana de Yarden, cuñada de Shiri y tía de los pequeños Ariel y Kfir…a quien me da miedo preguntar si cree que están vivos. Ofrí dio a luz hace poco a un bebé y aún no puede creer que sus sobrinos no lo conocen y que él no los tiene cerca.
Y Nissan Calderon, cuyos sobrinos volvieron pero su hermano Ofer no, y él siente que le falta parte del cuerpo.
Y los padres de Omer Wenkert, que sufre de colitis…y seguramente se torturan pensando cómo puede sobrevivir y si lo ha logrado hasta ahora, a expensas de cuánto sufrimiento habrá sido.
Y a Eitan Yahalómi, el jovencito de sólo 12 años, al que los terroristas obligaron a mirar videos de las atrocidades que cometieron, Eitan al que la querida Shaní Goren dio de su comida en cautiverio, que volvió pero aún tiene a su padre Ohad en manos de los terroristas.
Y muy especialmente a los que tienen a dos hijos en Gaza…los queridos Silvia y José Luis Cunio, que esperan el regreso de su hijo menor Ariel y su novia Arbel, y de uno de sus mellizos David. Los relatos de testigos liberados sobre la separación entre David, su esposa Sharon y las mellizas Yuli y Ema cuando fueron liberadas, eran desgarradores…y él aún está allí. Y parte de él, su mellizo Eitán, está en Israel, tras haber creído que moría sofocado en el refugio con su esposa y sus hijos y fue salvado a último momento.
Y también están allí, juntos pero separados, Iair y Eitán Horn, secuestrados de Nir Oz. Su padre Itzik y su madre Ruti, por separado, su hermano Amós, luchan por recuperarlos…y nadie sabe cuál es su estado.
Y está allí Shlomo Mantzur del kibutz Kisufim, el de mayor edad de los secuestrados, que pasó el gran pogrom Farhud contra los judíos en Irak y ahora está en manos de los islamonazis de Hamas.
Y los secuestrados muertos a los que sus seres queridos quieren recuperar para darles digna sepultura y también viven una pesadilla…
A todos y cada uno quisiera poder darles palabras de aliento. También a los israelíes beduinos secuestrados del kibutz Holit. Los dos menores de edad de la familia Zaiadne, entre ellos una jovencita, volvieron, pero su hermano mayor y el padre, siguen en manos de Hamas. Y tantos, tantos más…
Aparecen todos en los posters que cubren Israel con el clamor por su liberación, cada ciudadano se pregunta cuántos volverán con vida, cada uno casi siente que los conoce personalmente, pero aún no están aquí.
Recuperar a los hermanos que están en manos enemigas, es la mitzvá , el precepto, más importante del judaísmo. Claro está que depende también de los captores. En estas líneas expreso la esperanza que Israel haga todo lo que esté a su alcance para lograrlo. Se nos va la vida en ello.
Pero no podemos olvidar con quién tratamos, con una organización terrorista que quiere usar a los secuestrados para su propia supervivencia, una organización terrorista a la que no le importa en absoluto su pueblo, al que educó en el odio y del que abusa para su agenda de horror.