En una rueda de prensa virtual organizada por Media Central en coordinación con el Foro de Secuestrados y Desparecidos, dos familiares de secuestrados que han sido liberados, que aún tienen a otros seres queridos en manos de Hamas, compartieron parte del horror. Claro está que hay datos y detalles que no cuentan, tanto porque quienes volvieron aún no son capaces de revelarlo todo como porque se teme que decir mucho dañe a quienes todavía están secuestrados en Gaza. Hen Avigdori, cuyo testimonio presentamos en esta nota, lo dice claramente, días después de recibir libres a su esposa Sharon y su hija Noam: “Es cuestión de la privacidad de mi esposa y también un tema de seguridad nacional”.
Luego de sus testimonios, llegó el estremecedor relato de la pediatra Dra. Yael Mozer Glassberg del Hospital de Niños Schneider, que está al frente del Departamento de Niños que volvieron del cautiverio creado para esta dramática situación que vive Israel.
Iremos publicando los distintos testimonios, cada uno por separado.
Primero, la historia de Hen Avigdori, esposo de Sharon y padre de Noam, que regresaron días atrás de Gaza al ser incluidas en una de las tandas de liberación durante el alto el fuego.
“Cuando mi esposa y mi hija fueron secuestradas, eran 8 personas en el refugio, tres mujeres y tres niños de 12, 3 y 8 años. Se escondieron debajo de las camas y se taparon la cabeza con alguna manta”, cuenta Hen. “Los terroristas dispararon a la puerta y el estallido hizo que ésta quede atascada. Eso hizo que los terroristas se alejan por unos minutos. Pero muy poco después trajeron un tractor y trataron de arrancar la ventana del refugio. Se llevaron a los hombres por la ventana del cuarto de seguridad y luego los terroristas indicaron a las mujeres y los niños salir por la ventana. Se los llevaron por separado de los hombres, en una camioneta”.
Agrega: “Ese fue también el momento en que mi sobrina quedó separada de sus dos hijos, uno de 7 años y otro de 3. Durante unos 30 segundos peleó como un animal y le arrancó (al terrorista) a los niños de sus manos y entró al coche, con tal de que los niños estén con ella.Este es un punto en el que no sabían qué había pasado exactamente mientras eran trasladados a toda velocidad a Gaza. Desde ese momento hasta la liberación, no puedo abordar los detalles del cautiverio porque es un tema de privacidad de mi esposa y mi hija y también un tema de seguridad nacional”.
Aún así,aportó otros elementos: “”Lo único que puedo decir es que cuando volvieron estaban bien físicamente. Pero lo emocional es otra cosa. Mi hija Noam de 12 años no está dispuesta separarse de mí ni por un segundo. No me deja ir sin ella a tirar la basura. Está pegada a mí todo el tiempo. Algunas noches se despertó gritando.
Pero en general están bien. Está procesando todo. Es una jovencita muy inteligente, brillante.Me desgarra cada vez que habla del cautiverio. Es una niña que suele conversar mucho de todo. Habla, cuenta lo que les pasó, pero no en un orden específico. Me va contando cosas.
Me dijo que estaban las seis juntas todo el tiempo, en la misma habitación desde el comienzo hasta el final, tres mujeres de 64, 34 y 52 años y tres niños de 12, 8 y 3 años. Noam no tiene hermanos menores, pero en cautiverio se comportó como la hermana mayor de esos niños durante los 50 días allí.
Creo que el hecho que estaban todos juntos fue muy significativo para su supervivencia.
Desde mi punto de vista, durante dos semanas enteras Sharon y Noam estaban consideradas desaparecidas. Fueron dos semanas de dolor y gran incertidumbre sobre lo que había pasado a mi esposa y mi hija. Le tenía que explicar a mi hijo mayor, de 16 años, que en cualquier momento podíamos recibir la confirmación que estaban muertas o que estaban secuestradas. Nos teníamos que preparar para lo peor, esperando lo mejor.
No sabíamos que estaban juntas. Unas tres o cuatro semanas después del 7 de octubre recibimos del ejército información según la cual están vivas y juntas.Hasta entonces no había ninguna evidencia de que estén con vida. O sea que el abismo entre lo que uno sabe en una situación así y la realidad, es enorme. Es un abismo lleno de dolor en el que uno no sabe qué pasa con sus seres amados. No es algo que uno le desea a nadie. La lucha era diaria.
Fueron liberadas en la segunda tanda. Tenían que ser entregadas a la Cruz Roja cerca de las 16 horas pero Hamas demoró la implementación de lo pactado y para nosotros era insostenible. Pensaba que quizás todo se daba vuelta y se las volvían a llevar y yo me estaba enloqueciendo. Finalmente, tras unas seis horas de demora salieron y yo me encontré con ellas en el hospital Sheba a las 4 de la madrugada .
Nosotros tuvimos de hecho un final feliz. Fue el momento más feliz de mi vida.
Lo comparo con el momento del nacimiento de mi primer hijo. Pero esto fue más feliz todavía, porque fue el renacimiento de toda la familia. Estábamos todos desbordados de la emoción. Pasamos dos noches en el hospital y luego volvimos a casa, con la emoción de la bienvenida que nos organizaron en nuestra ciudad Hod Hasharon. La gente saludaba en las calles, habían estado esperando dos horas simplemente para saludarnos por unos segundos. La gente enarbolaba banderas y estaba feliz con nuestra felicidad.
Sé lo que es ser esposo y padre de desaparecidas y secuestradas. Conozco esa agonía. Y hay que luchar por todos los que aún están allí . Y sé que puede haber un final feliz.Yo lo pasé. Quiero que mis hermanos y hermanas en la familia de los secuestrados- y ya somos eso, una familia- también deben llegar a ese momento y sentir la felicidad que yo sentí de recuperar a sus seres queridos lo antes posible. No tenemos tiempo. Debemos hacer todo para sacar a todos de allí.
Mi hija es una adolescente que hacía las cosas comunes a esta edad, pero no recuperó su Iphone, así que cuando volvió, aparte de nuestras charlas, hicimos muchos juegos de la vieja escuela, juegos de caja, cartas. Lo más importante era hacer cosas juntos, toda la amilia. Todo lo que podíamos jugar los cuatro juntos. Eso era clave para ella. También invitó a sus mejores amigos al hospital y recibió enorme cantidad de amor de su grupo cercano. La rodearon de cariño, la abrazaron mucho, era muy emocionante verlo.
Respecto a cómo volvieron, lo central es que volvieron con vida, en una condición médica decente, nada más que eso. No es correcto decir que “los trataron bien”. Para las familias que aún están esperando, esto es importante, pero hay mucha angustia. Hay que pelear mucho más duro para que devuelvan a todos, porque uno no sabe por cuánto tiempo se puede seguir adelante con determinada cantidad de comida. No pueden estar allí años. No podrían sobrevivir.
Yo aún tengo allí familiares, mi cuñado David y su hermano Ariel . Y hay muchas otras familias.
Anoche estaba conversando con mi hija Noam cuando ella se preparaba para irse a dormir, me dio un gran abrazo y me dijo “te quiero mucho papá”.Y dos minutos más tarde me llamó un padre cuyo hijo de 24 años aún está en Gaza. Hablabacomo un hombre que se estaba hundiendo y trataba de agarrarse de lo que podía. Me hizo preguntas que yo no podía responder sobre las condiciones en las que está su hijo. Y me preguntó si creo que su hijo sobrevivirá.
Esta situación es agonizante. Esa padre precisa respuestas. Uno no puede creer las fuerzas que la gente desarrolla en esta horrible situación. Y digo a todos que los hijos estarán bien, que Hamas los mantiene vivos porque tiene interés en ello. Y le dije a ese padre cosas en las que no necesariamente creo en forma absoluta pero tenía que hacerlo porque se ahogaa en la desesperación. Y le traté de dar esperanza porque eso es lo único que me mantuvo a mí durante 50 días.
Esta situación terrible tiene que parar.
Los médicos dicen que no sabían cómo prepararse para recibir a los liberados porque no hubo una situación así en la historia de la humanidad . No hay ninguna investigación que pueda preparar a nadie para esto.
Por favor hay que ayudar a que mis hermanos y hermanas de la familia de los secuestrados tengan también un final feliz. Lo merecen. Todos lo merecen”.