(Texto y fotos: Lily Dayton, cristiana israelí residente en Haifa)
Publicado originalmente en The Times of Israel y compartido con Semanario Hebreo por el Teniente Coronel (ret) Ihab Shlayan, para reproducir
El 15 de diciembrese celebró una ceremonia en honor de los soldados cristianos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), organizada por el teniente coronel (retirado) Ihab Shlayan, el oficial cristiano de más alto rango al servicio de Israel.
En este evento se reunieron cristianos de diversos orígenes (árabes, rusos y europeos del este) de pie, hombro con hombro, vistiendo los mismos uniformes y saludando la misma bandera. Esta imagen era más que simbólica; era un atisbo de un futuro en el que los cristianos israelíes no solo reconocen su pasado, sino que moldean activamente su destino en el Estado judío.
El teniente coronel (retirado) Yousef Daw, uno de los soldados presentes, reflexionó sobre esta transformación: “Este uniforme no borra quiénes somos, lo amplifica. Somos cristianos israelíes y esa verdad no puede silenciarse”. Estas palabras resuenan con un sionismo cristiano israelí emergente arraigado en una comprensión renovada de la fe, la nación y la herencia. Los cristianos israelíes, que ya no se conforman con identidades impuestas desde fuera, están trazando un rumbo definido por el renacimiento cultural autóctono, la autodeterminación, la convicción bíblica y la lealtad a Israel y sus valores liberales y democráticos.
El sionismo cristiano israelí comienza con el reconocimiento de que tanto el judaísmo como el cristianismo son autóctonos de esta tierra, que florecieron aquí mucho antes de las conquistas musulmanas. El objetivo no es nada menos que restaurar la autonomía cultural que se perdió, honrando la antigua herencia cristiana que ha existido junto al judaísmo durante milenios. Al afirmar esto, los cristianos israelíes se comprometen con la autodeterminación, rechazando las agendas cristianas extranjeras que a menudo romantizan o politizan a los creyentes locales, y deshaciéndose del yugo de la dominación árabe-musulmana que con demasiada frecuencia ha sofocado sus voces.
Este movimiento también abraza la unidad en la diversidad. Así como los judíos han mantenido la cohesión al tiempo que mantienen una miríada de expresiones religiosas y culturales, también los cristianos israelíes celebrarán su propio y amplio espectro de diversas denominaciones. Desde los católicos hasta los ortodoxos y los evangélicos, encuentran fuerza en sus diferencias y forjan alianzas basadas en una fe compartida, raíces históricas y un compromiso con el Estado judío. Al hacerlo, se posicionan como socios activos en el futuro de Israel, no como comunidades pasivas definidas por las luchas o reivindicaciones de otros.
Esta perspectiva se sustenta en una cosmovisión bíblica, que reconoce el vínculo eterno entre el pueblo judío y la tierra de Israel. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la narrativa bíblica afirma la centralidad de Israel, y los cristianos israelíes encuentran sentido en ser insertados en el pueblo de Israel, espiritualmente a través de la fe en las promesas bíblicas, como se describe en el Nuevo Testamento, y tangiblemente a través de su lealtad demostrada, como se describe en la Biblia hebrea.. En este marco ideológico, “Palestina” es una ficción política y el nacionalismo árabe una narrativa desacreditada destinada a subyugar a las minorías indígenas en lugar de empoderarlas. En cambio, estos cristianos rechazan los constructos fallidos de la identidad árabe que no reflejan su herencia ni sus intereses.
El sionismo cristiano israelí también hace hincapié en la autosuficiencia en materia de seguridad. Trabajando junto al pueblo judío y otras minorías leales como los drusos, los cristianos israelíes aceptan la responsabilidad de defender su patria compartida. Este enfoque es profundamente prooccidental y abraza el papel de Israel como faro de la democracia liberal en una región a menudo hostil al pluralismo religioso y cultural. Señala una disposición a integrarse plenamente, tanto cívica como militarmente, y a ayudar a garantizar la fortaleza moral y estratégica de Israel en los años venideros.
Por encima de todo, la ideología afirma un destino compartido: cristianos, judíos y otras minorías leales como los drusos se unieron para construir una sociedad estable y floreciente. En lugar de ser extraños que miran desde afuera, los cristianos israelíes se ven a sí mismos como copropietarios de este proyecto nacional.