Fuente: El Español
Por Alberto Priego
El uso del secuestro como arma de guerra, algo prohibido por la Convención de Ginebra de 1949, ha sido un instrumento habitual entre los que defienden la causa palestina. Secuestros como el de los 9 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich (1972) o como el del avión de Air France que cubría la ruta Tel Aviv París (1976) son solo algunos casos conocidos de esta práctica. En 2006 el soldado Gilad Shalit fue secuestrado por Hamás y retenido durante 5 largos años en la Franja de Gaza. Ocho años más tarde, tres jóvenes israelíes EyalYifrach, Gilad Shaar y NaftaliFraenkel fueron secuestrados y tras 18 largos días asesinados en Hebrón. A pesar de estas trágicas historias, las fuerzas de seguridad israelíes han logrado frustrar decenas de secuestros de civiles, algo que no pudieron lograr el 7 de octubre cuando 240 personas fueron conducidas a la Franja de Gaja para convertirse en moneda de cambio de Hamás.
Los terroristas de Hamás tenían muy clara su misión: matar y secuestrar. En los cadáveres de los terroristas se encontraron manuales específicos con instrucciones concretas de cómo llevar a cabo este crimen. Se les ordenaba expresamente “limpiar la zona y secuestrar civiles” a los que se les debía “vendar los ojos, atar los pies y las manos”. También se sugería “administrar sedantes” y “mantenerles lejos de objetos que pudieran ser usados para el suicidio”. Los “hombres y las mujeres debían separarse” y situar a los niños con estas últimas. Los “rehenes debían ser identificados” para conocer “el valor de los mismos”. El trato en Gaza no ha sido bueno. Los liberados cuentan que han estado atados a sillas, donde dormían y que solo recibían pan y agua como forma de alimentación. También se les ha negado que Cruz Roja pudiera visitarles y algunos rehenes, como el de Noa Marciano, han sido cruel y fríamente ejecutados.
Si bien es cierto que el secuestro es un arma de guerra que en ocasiones puede traer problemas para el que la lleva a cabo, por qué Hamás tiene tanto empeño en su uso. Esta pregunta tiene al menos cinco respuestas.
En primer lugar, lo que Hamás ha pretendido con este secuestro ha sido humillar a Israel y generar una situación de vulnerabilidad, hacer sentir a sus ciudadanos que no están seguros en ningún lugar. De hecho, algunos secuestradores llevaban uniformes militares israelíes y hablaban hebreo lo que hizo que muchos de los habitantes de los kibutz abrieran las puertas pensando que eran miembros de las FDI.
En segundo lugar, Hamás trata de reducir la respuesta de Israel ya que directa o indirectamente los está usando como escudos humanos. En buena medida, Israel ha tenido que condicionar su respuesta por el hecho de que 250 personas estaban en algún lugar de la Franja de Gaza.El uso de los prisioneros como escudos humanos es otra práctica prohibida por el derecho internacional.
En tercer lugar, y quizás este sea el punto más importante, Hamás está tratando de adulterar la narrativa equiparando a los presos palestinos en cárceles israelíes con los rehenes apresados el 7 de octubre. De alguna manera, con independencia de la ratio de intercambio, lo que Hamás trata de vender es que se trata de situaciones asimilables cuando no podemos olvidar que los palestinos que están siendo liberados a cambio de los rehenes, son presos condenados (con todas las garantías procesales) por actos de terrorismo, que en la mayor parte de los casos tienen delitos de sangre. En cambio, los rehenes, incluyendo al bebé de 10 meses que siguen en Gaza, no son más que personas que se encontraban allí haciendo su vida normal.
En cuarto lugar, Hamás busca la internacionalización del conflicto ya que muchos de los secuestrados por el grupo gazatí son extranjeros. De este modo, Hamás está tratando de que estados como Francia, Argentina o Estados Unidos condicionen la respuesta de Israel y se conviertan en una parte más en el conflicto. En buena medida, Hamás piensa que si algo les pasa a estos rehenes, estos estados harían responsables a Israel de su suerte, lo que en último término se traduciría en un empeoramiento de las relaciones bilaterales.
En quinto y último lugar, al igual que cualquier otro grupo terrorista Hamás busca la recuperación de terroristas para su causa. El hecho de que haya presos en las cárceles israelíes es una limitación de sus posibilidades ya que muchos de los que están cumpliendo condena no solo son los más radicales, sino también los que tienen más experiencia en el combate. De hecho, algunos de los implicados en la acción del 7 de octubre fueron liberados en el intercambio que se produjo con el caso de GuiladShalit.
Para concluir, debemos decir que el secuestro ha sido una técnica usada con asiduidad por los palestinos. Desde que Hamás entró en escena esta técnica se ha hecho más habitual y cruel alcanzando cotas inimaginables el pasado 7 de octubre. Con independencia de cómo se produzca, lo que todos esperamos es que los que aun están en Gaza vuelvan pronto a sus casas.