Montevideo, 22 de noviembre de 2023
Somos un grupo de mujeres judías, feministas, de izquierda, que, a partir de lo ocurrido el 7 de octubre y sus repercusiones en el Medio Oriente y en nuestro país, nos reunimos para compartir sentires, problematizar algunas ideas que circulan en nuestros marcos de pertenencia y tratar de entender qué (nos) está pasando.
Nunca antes nos habíamos reunido como tales, no entendíamos - ni entendemos- necesaria la categoría.Pero esta vez nos pasó, por primera vez, que nos sentimos solas. Solas ante amigues que no nos preguntaron si nuestras familias en Israel estaban vivas o muertas o nos tuvieron que dar larguísimas explicaciones de lo que pensaban sobre el conflicto y los territorios ocupados antes de preguntarnos: ¨y vos, ¿cómo estás?¨.Solas ante el discurso de muchos de nuestros gremios, de nuestras facultades, ante movimientos de derechos humanos y organizaciones sociales en las que hemos militado y sentimos propios y/o cercanos, que luego de permanecer indiferentes el día de la masacre, tomaron rápidamente “un bando”, como si existieran solamente dos- homogéneos y estáticos, además-. Como si se tratara de un conflicto binario, de buenos y malos, oprimidos y opresores, descartando toda complejidad y todas las capas de opresión e interseccionalidad.Solas también, ante un discurso belicista por parte del gobierno de Israel, solas ante muchas de las voces que se alzan en la comunidad judía que también generalizan y simplifican la situación. Solas, en fin.
Estas semanas hemos sido testigos de cómo nuestros grupos de pertenencia y referencia, como mujeres feministas, no sólo no se hicieron eco del repudio a Hamas por estos crímenes cometidos, sino que en algunos casos los mismos fueron negados, contextualizados o justificados.Las personas y organizaciones a las que aludimos parecen concebir la lucha por el ejercicio de derechos solamente de algunos. Se ha insinuado en más de un caso que Israel se merecía lo que pasó. ¿Desde
cuándo avalamos el terrorismo? ¿Las vidas judías no valen lo mismo? Nos duelen sus comunicados y nos duele la imposibilidad de alcanzar diálogo con algunos colectivos
feministas y de derechos humanos en Uruguay, a pesar de haber escrito numerosos mails y mensajes, no recibimos respuesta o apertura al encuentro. Más nos duele sentir la falta de empatía por parte de nuestras propias compañeras hacia el miedo y la tristeza que sentimos por nuestras familias y amigues.
Hemos discutido si es necesario mostrar nuestras credenciales, nuestra convicción y militancia por la paz, por la existencia de dos estados para dos pueblos. ¿Es necesario demostrar que somos ¨del bando de las buenas¨ para que alguien piense si puede sentir empatía por las y los israelíes asesinados o secuestrados?
Nos resulta fundamental exponer y denunciar tanto el femicidio masivo que ocurrió aquel día en Israel como el miedo con el que se vive a partir del mismo. En algunas conversaciones con colectivos se nos exigió “pruebas” de lo ocurrido. Hamas se encargó de grabar las atrocidades cometidas y difundirlas. Hay, por tanto,
documentación de sobra acerca de cómo sufrieron los cuerpos de las personas. Se sabe también cuáles fueron los cuerpos que más padecieron violencia: los de las mujeres y niños. Existieron violaciones reiteradas con tal impacto de provocar rotura de pelvis, mutilación de genitales y demás atrocidades.
Denunciamos también el secuestro de 240 personas, entre los que se cuentan más de 40 niños, niñas y bebés, y entre los cuales está Shani Goren Horovitz, uruguaya, sobrina nieta de Eduardo Bleier Horovitz, desaparecido en la última dictadura militar uruguaya cuyos restos se encontraron recientemente. Nos
preguntamos
¿Por qué este no es un tema de Estado? ¿Por qué no hay organizaciones pidiendo su regreso?
Más allá de las críticas que tenemos respecto a la política israelí ¿hay manera de justificar lo que pasó el 7 de octubre? Quienes fueron asesinadas, secuestradas y violadas son personas. Particularmente, mujeres, niñas, niños y bebés..
En ese sentido la convocatoria del 25 N nos preocupa y entristece desde su logo (una kefiá que recubre todo el territorio palestino y el territorio israelí) hasta su manifiesto: ¿cómo se puede denunciar un genocidio llamando al exterminio de otro pueblo? ¿Cómo reclamamos paz y a la vez generamos más violencia? ¿Cómo en una fecha icónica y significativa de la lucha feminista la consigna divide y nos deja por fuera a quienes también defendemos el feminismo y los derechos humanos? Como mujeres feministas judías que condenan los actos de Hamas realizados en Israel el 7 de octubre y que repudian lo que el gobierno israelí está haciendo en Palestina: ¿en qué lugar quedamos?
Porque ninguna mujer merece ser violada, violentada, maltratada, asesinada, no importa dónde nació, dónde vive, su apellido, quien la gobierna o incluso su ideología. Y esto no tiene nada que ver con querer la libertad y seguridad del pueblo palestino.
Porque condenar los sucesos del 7/10, empatizar con quienes los sufrieron de alguna forma y lo continúan sufriendo no es excluyente con denunciar la violencia que ejerce el gobierno israelí en Palestina, con exigir un cese al fuego y desear la libertad del pueblo palestino.Porque no existe una solución militar para este conflicto. Millones de israelíes y millones de palestinos no van a desaparecer, necesitan de líderes que trabajen por la paz y de una comunidad mundial que apoye su
existencia y convivencia.
Nosotras, mujeres judías feministas, nos sumamos a la convocatoria de más de 150 organizaciones (entre ellas: Mujeres hacen la Paz, Paz Ahora, Parents Circle y muchas otras) que integradas por israelíes y palestinos trabajan incansablemente por la paz:Ahora es el momento, y no hay mejor momento para gritar:
‘¡Shalom, Salam, Paz!
Volvemos a reiterar nuestra disposición a intercambiar y construir con todos los colectivos que así lo sientan.
Mujeres Casa de Cultura Mordejai Anilevich