Recabar hoy testimonios de habitantes de las comunidades civiles israelíes adyacentes a la Franja de Gaza,que fueron asaltadas este sábado por centenares de terroristas armados de Hamas, es hablar de dolor, angustia y una profunda rabia. Nadie puede estar bien hoy. Quienes sobrevivieron y no perdieron a ningún ser querido de su propia familia, son los relativamente afortunados. Pero nadie sale de esta situación como si nada hubiera pasado. En todas las comunidades hay numerosas víctimas mortales y heridos y en muchos casos también civiles secuestrados por los terroristas, incluyendo mujeres, niños, bebés y ancianos. Difícilmente haya pues alguien que no se ve afectado por el horror ocurrido.
“Esto ya no será nunca lo que fue, es imposible”, nos dijo Jaim Jelin (se pronuncia Ielín), del kibutz Beerí, quien de muy joven se radicó en Israel proveniente de su Argentina natal y por sentimiento sionista decidió que “aquí construyo mi hogar y formo mi familia”. Jaim estuvo durante muchas horas el sábado encerrado en el refugio de su casa, con otros 3 miembros de su familia. Cuando oyó desde afuera gritos en hebreo, con acento israelí, y estaba seguro que eran los soldados que habían logrado al fin entrar al kibutz, abrió la ventana blindada del refugio.
“Habían venido a salvarnos y salimos, pero dos o tres veces tuvimos que volver a entrar porque aún había terroristas afuera y los soldados los enfrentaron” , dice con la voz entrecortada. “Y algunos pagaron con su vida, por lo cual debo agradecerles públicamente”.
Jaim Jelin fue durante varios años el alcalde del consejo regional Eshkol y como tal, estuvo más que activo en las épocas de guerra, corriendo por doquier para organizar la respuesta a las necesidades de la población. “Lo que ocurre ahora, lo que yo vi, no ocurrió nunca. Esto no tiene precedentes”, afirma acongojado. “El hedor a quemado que había en el kibutz era terrible, porque los terroristas quemaron casas, las incendiaron para obligar a la gente a salir. Y vi todo negro, como nunca…imposible describirlo”.
Ubicamos a Jaim cuando se hallaba en camino al hospital Soroka de Beer Sheba a visitar a compañeros de Beerí que habían resultado heridos. “Ya habrá tiempo de analizar los problemas y fallas.Ahora lo primero es abrazar a la gente, ayudar a los que están sufriendo. Lo demás ya se verá después”.
En varios sitios de la zona ocupada el sábado por los terroristas, aún hay enfrentamientos armados con miembros de Hamas que al parecer lograron ocultarse para irrumpir luego nuevamente y tratar de sorprender. Pero al menos, numerosos habitantes de distintas comunidades han sido evacuados fuera de la zona para poder respirar un poco de tranquilidad.
Entre ellos están Ruben Friedmann y Graciela Waiserbas del kibutz Ein Hashlosha ubicado a tan solo 2.5 kms de la frontera con Gaza. Este sábado se disponían a celebrar su 43° aniversario de casados con sus hijos y nietos, viendo con espanto el cambio de planes impuesto por Hamas. Ambos se salvaron al alcanzar a esconderse en el refugio junto a uno de los nietos y este lunes eran desalojados con otros poblados hacia la ciudad sureña de Eilat.
“Nunca acepté ser evacuado, en ninguna de las otras situaciones bélicas que hemos vivido, y que no han sido pocas”, dice Ruben, uruguayo-israelí amante de los deportes. “Pero es tal la depresión por la situación que esta vez acepté.
Ruben cuenta con amargura que entre los civiles secuestrados a Gaza hay dos niños, compañeros de clase de su nieto Yair. Una de ellas cumplía años hoy. “Sus compañeros de clase le escribieron saludos de felicitaciones en el grupo de whatsapp y no entienden por qué no responde”, comenta con amargura.
Junto a la desesperante preocupación por salvar a los secuestrados a Gaza , está la convicción sobre lo irreversible. En Ein Hashlosha están confirmados los nombres de 4 muertos. “Una de ellas es la madre de una mujer joven que se incorporó hace un tiempo al kibutz y como dio a luz hace cuatro días, llegó para ayudar a su hija cuidando a sus dos nietos mayores de 2 y 4 años”, explicó Ruben. Y agregó: “Era vecina nuestra, a 50 metros de casa, o sea que entiendo qué cerca estuvieron los terroristas, por cuán poco nos salvamos”.
Cada hogar es una historia.
En la ciudad de Ofakim, ubicada a 30 kms de la frontera, también irrumpieron terroristas . Tomaron de rehenes a una pareja de edad, el hombre con problemas cardíacos. Por milagro, todos se salvaron, pero la casa quedó absolutamente perforada por disparos de bala.
En el kibutz Mefalsim, los uruguayos israelíes Daniel Eshkenazi y su esposa Miriam alcanzaron a resguardarse y él habla con nosotros ya desde otro sitio, más hacia el norte y más tranquilo, a salvo. Pero desgarrado. “Vivimos algo sin precedentes que nunca esperábamos. Al principio no nos dimos cuenta que había una infiltración de terroristas, aunque oímos disparos . No siempre uno logra captarlo de inmediato”, dice Daniel. “Lo que ayudó mucho es que nuestro equipo de alerta que puso el pecho a las balas, realmente héroes, logró frustrar parte del ataque. Pero igual los resultados son duros. Esperemos que todo se resuelva bien. Pero esto no será corto. Será una lucha prolongada y nada sencilla”, resumió.