El domingo 27 de agosto publicamos la noticia sobre un encuentro histórico que se había llevado a cabo la semana anterior en Italia entre el Ministro de Relaciones Exteriores de Israel Eli Cohen y su homóloga de Libia Najla Mangoush, y las reacciones hostiles que la revelación al respecto despertó en Libia. Las informaciones terminaron con la destitución de la Canciller libia, su huida del país a Turquía en un avión privado y una verdadera tormenta política en Israel.
El ministro Cohen fue acusado tanto por figuras políticas-de la oposición y también de su propio partido Likud- de haber socavado intereses diplomáticos de Israel para salir en los titulares, y dentro de la propia cancillería, aunque anónimamente, hubo críticas sobre un comportamiento supuestamente no profesional.
Pero la verdad,según nos confirman claramente fuentes diplomáticas en la cancillería israelí, es que la publicación del encuentro estaba planeada de antemano. Ya en los contactos previos de coordinación, inclusive antes de concretarse el encuentro, quedó claro que sería publicado. No se precisó en forma exacta cuándo pero en ningún momento el gobierno de Trípoli pidió que se mantenga en secreto.
Y en el momento que se decidió cuándo publicarlo, se comunicó a Libia al respecto. Dicho sea de paso, no es que Israel tenía planeado publicarlo el domingo, pero al recibir notificación de un periodista que se había enterado del tema-no está claro quién se lo filtró- y que estaba por publicarlo, la Cancillería decidió emitir el comunicado oficial sobre el tema. La publicación en sí, estaba coordinada y el comunicado mismo ya estaba pronto de antemano precisamente por ello.
Lo que sí sorprendió a las autoridades libias al parecer, fueron los disturbios que estallaron, la quema de banderas y hasta un intento de asalto a la cancillería en Trípoli. Un agravante fue la reacción del Primer Ministro del gobierno oficial en Tripoli, quien preocupado por el desafío constante del gobierno alternativo en Bengazi en su dividido país, en lugar de dar respaldo público a la ministra de Exteriores, que no había hecho nada sin su permiso, la avergonzó en público como si hubiera traicionado y la destituyó.
La Canciller Najla Mangoush, evidentemente, no es una persona que se deja humillar así nomás. Además de captar rápidamente el peligro y tomarse un avión privado a Turquía para asegurar su pellejo, aclaró públicamente que el Primer Ministro estaba al tanto de todo y que no había hecho nada sin su autorización.
El Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu declaró este martes que desde ahora, toda publicación sobre encuentros diplomáticos de esta índole, deberá ser aprobada por él. Que haya orden, está muy bien, pero no lo está dar a entender que su Canciller actuó sin permiso o en forma apresurada, a menos que esa sea la situación. Y parece que no lo es.
Cabe recordar que la acusación central general a Eli Cohen es que el daño causado por la publicación, atenta contra diversos esfuerzos diplomáticos que también ahora se llevan a cabo en distintos puntos para lograr normalizar relaciones con países con los que aún no hay vínculo diplomático ninguno. El propio Cohen recalcó que Israel despliega muchos esfuerzos al respecto.
Puede ser que una opción alternativa habría sido que al enterarse de la noticia que estaba por publicarse, en lugar de publicar enseguida el comunicado oficial se hubiera limitado a un “sin comentarios”, hasta nuevo aviso. Pero probablemente, en cualquier momento la revelación habría desatado en Libia las reacciones hostiles mencionadas.
El tema no es el momento.
Israel no violó la confianza de Libia. Estaba coordinado que se publicaría.
Cabe suponer que lo sucedido demorará el proceso, pero no lo terminará del todo.
Quizás lo necesario es que las autoridades libias, que evidentemente consideraron que les vale la pena estar en buen contacto con Israel, tengan la valentía necesaria para defender su decisión.