Por Luciano Mondino
Khader Adnan, uno de los líderes de la Yihad Islámica Palestina, murió en prisión tras negarse a recibir la ayuda y asistencia israelí. Adnan eligió morir de hambre antes que aceptar la ayuda del Estado a quien le juró la destrucción durante casi toda su vida.
Durante las últimas 24 horas las alarmas volvieron a sonar en Israel alertando los más de 30 cohetes que el terrorismo palestino ha lanzado desde la Franja de Gaza, el territorio bajo control de fuego de Hamas, la agrupación terrorista formada durante los años 1980 y que se guarda su objetivo de aniquilar a Israel. Si Hamas gastara la misma cantidad de recursos y tiempo en mejorar la condición de los palestinos en Gaza, no sería necesario que el activismo palestino mendigue dinero en todos los foros políticos tanto regionales como internacionales.
Cualquier excusa es suficiente para que los palestinos llamen a un activismo internacional que resuena en todo el mundo con el anhelo de convertir a las principales ciudades europeas y de Estados Unidos (porque es donde más se ha asentado este activismo) en una extensión de la Franja de Gaza o los territorios bajo control palestino en el que se llama al conocido como Día de Ira. Aunque este anhelo no se realice, el activismo palestino en Europa se ha convertido en el medio y el altavoz de un antisemitismo congelado que cada vez emerge con más fuerza.
Khader Adnan, que fue arrestado varias veces durante la última década y ya había iniciado una huelga de hambre, no era un civil palestino o un preso político. Fue parte de la Yihad Islámica Palestina, una agrupación creada en 1981 con un fuerte rasgo religioso, influenciada por la Revolución Iraní de 1979 y con un poderío cada vez más permeable en Judea y Samaria, territorio bajo control de la Autoridad Palestina. Esto último es importante: durante las últimas horas también se han producido distintos choques entre facciones de Al Fatah, el brazo armado secular de la Autoridad Palestina, y otros miembros de la Yihad Palestina.
El liderazgo palestino está atomizado y cada una de sus partes representa un enemigo distinto, con características particulares, pero con un mismo objetivo: traspasar cualquier límite para atacar a los israelíes. En la Franja de Gaza otra vez las residencias de civiles árabes se han vuelto base de los cohetes que se lanzaron contra distintas ciudades en Israel donde reinó la angustia y el terror que es el objetivo del terrorismo. En esa misma Franja de Gaza cinco niños gazatíes fueron heridos después que los cohetes de Hamas fallaran y cayeran en las mismas localidades árabes. Esto no es nuevo, pero el silencio de los organismos internacionales que deberían velar por los derechos humanos y la seguridad de esos niños debería aturdir con cada vez más fuerza.
El activismo palestino internacional ha levantado estas banderas: la defensa de Khader Adnan, la defensa implícita a Hamas y su intención política de que la agrupación (cuyos líderes viven fuera de la Franja de Gaza) sea quien definitivamente tome el control de los territorios bajo control palestino ya que desconocen el poder de la Autoridad Palestina. La guerra de sucesión que se avecina tendrá las gradas repletas de público aficionado y radicalizado que está pidiendo indirectamente un mayor poder de Hamas, una organización tan peligrosa como intransigente.
El terrorismo internacional es también una ideología que se filtra en todos los rincones de la sociedad y se camufla con una retórica fuertemente incendiaria. Para el activismo político de los palestinos, especialmente el que se ubica en Europa, no reconoce el derecho a la defensa de Israel porque no consideran que tengan derecho a existir. Estos dhimmis por placer, los europeos pro-palestinos, tienen una conducta muy parecida a la de las mujeres europeas que viajaron a Siria para convertirse en las esposas de la Yihad en los años de mayor poder del Estado Islámico en el Levante.
La radicalización del terrorismo es tan peligrosa y nociva especialmente en los años donde la opinión y la desinformación corre de forma acelerada. No existe forma de razonar con un sujeto que ha sido radicalizado por una causa que no comprende ni comprenderá, por lo tanto, es imposible que entienda que si Israel cae entonces Europa se verá completamente vulnerada en lo que hace a su seguridad.
El activismo palestino, plagado de marginales intelectuales, no está sólo asentado en Europa o en los campus universitarios de los Estados Unidos en donde el antisemitismo es una de las cartas mas fuertes, sino también en América Latina donde existen comunidades cada vez más activas, organizadas y encolumnadas en la munición contra Israel.
Una mentalidad similar a la de 1948, cuando los ejércitos árabes quisieron aniquilar y expulsar a los judíos, es lo que recubre al activismo palestino: desde el río hasta el mar es el lema que define a una causa que emana con cada vez más radicalización y más irracionalidad a los poros de la sociedad europea. Basta con ver lo que sucede en Lisboa, Madrid, Barcelona o Bruselas.
