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¿Sobrevivirá a Petro la democracia colombiana?

Por Eduardo Zalovich

El autor de estas líneas, Eduardo Zalovich,  uruguayo-israelí , egresado del Instituto de Profesores Artigas de Montevideo como Profesor de Historia, escribe en distintos medios sobre una diversidad de temas de actualidad internacional, tanto sobre Medio Oriente como acerca de otras regiones.

 

La nota que reproducimos aquí-con su autorización- ha sido publicada en distintos medios, entre ellos Búsqueda y El American. Nos pareció especialmente interesante e importante que lo lea todo aquel interesado no sólo en América Latina sino en el tema de la lucha entre la democracia y los regímenes que van socavando su valor.  

 

 

 Colombia inició una nueva etapa en su historia política. El economista Gustavo Petro asumió como el primer presidente de “izquierda”.

 

 Aclaro que a mi juicio “izquierda” y “derecha” dicen ya poco y nada. La diferencia real es entre quienes defienden la democracia y quienes apoyan dictaduras. Hitler, Stalin y Mao tenían mucho en común, con sus regímenes totalitarios y criminales, pese a ser definidos como extremos opuestos. En la práctica -bien dice la frase- los “extremos se tocan”. América Latina vivió en décadas pasadas la violencia terrorista, dictaduras militares y el resurgir democrático en los ’80. Actualmente la libertad está en riesgo otra vez. Tiranías como Cuba, Venezuela y Nicaragua se encaminan a más protestas y represión. Esto ocurre cuando el sistema no ofrece al ciudadano la posibilidad de expresarse, votar y decidir su futuro. Naciones como Perú, Chile, El Salvador y Colombia están gobernadas por presidentes que no dan garantías sobre si respetarán la libertad o querrán perpetuarse en el poder. La situación es compleja y peligrosa.

 

 En el caso de Colombia, Petro respetará la democracia o seguirá el trágico camino venezolano? No está claro. En su discurso inaugural, se comprometió a lograr la paz, dialogando con los grupos armados que desafían el monopolio estatal de la fuerza. Además, buscó ubicarse como líder regional de un desarrollo protector del medio ambiente. Asimismo, el ministro de Economía presentó ante la Cámara de Representantes una reforma tributaria que grava a los sectores más ricos para financiar políticas sociales.

¿Qué margen de acción tiene Petro para llevar a cabo su agenda? Al principio, puede haber un ambiente favorable para que algunas reformas tengan un trámite legislativo rápido. Esto se debe a los apoyos que logró en el Parlamento, pero también porque el sector empresarial -que deberá tributar mucho más- está dispuesto al diálogo con el gobierno. Además, Petro está interesado en entablar -al menos en esta etapa- acuerdos con esos actores. Tendrá que explicar claramente los términos de la reforma. Cuáles son las personas físicas y jurídicas que van a tener que pagar más impuestos y cómo se invertirá.

 Petro armó una coalición mayoritaria. Sólo el partido que entregó el poder se declaró opositor. El gabinete ministerial fue negociado con otros partidos políticos que ahora integran la coalición oficial. El antiguo terrorista jugó bien sus cartas tras ganar la presidencia. Durante las semanas previas a la posesión logró sumar partidos políticos a su coalición y les entregó ministerios. Se intenta presentar como un político dispuesto a negociar, y fue muy hábil.

 

¿Cuál será el modelo político?

 

 El peligro de Gustavo Petro como presidente de Colombia es su personalidad antidemocrática. Lo demostró cuando fue alcalde de Bogotá. Ahora se presenta como un líder moderno, cercano a los partidos socialdemócratas europeos como el SPD alemán, el PS francés o el laborismo británico. Intenta diferenciarse -al menos en esta etapa- de dictadores brutales como Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Sin embargo, el riesgo no es únicamente su verdadera ideología, sino también la personalidad despótica que lo caracteriza. Durante su periodo como alcalde de Bogotá aplicó un modelo cercano a las dictaduras regionales.

 

 Quienes ven a Petro como un conciliador deben saber que nadie aguantó su prepotencia cuando fue alcalde. Uno a uno fueron dejándolo políticos respetados en sus partidos como Guillermo Asprilla, Antonio Navarro y Guillermo Jaramillo, hartos del tirano. No fueron los únicos. Muchos funcionarios abandonaron la Alcaldía por no haber recibido un trato respetuoso en su administración. Si esto pasó con sus aliados, ¿qué podría hacer con la oposición?

 

 Cuando no alcanzó un acuerdo democrático para aprobar su Plan de Ordenamiento de Bogotá, lo sacó a través de un decreto. ¿Intentará aplicar este sistema autoritario con las leyes que no se aprueben? ¿Impondrá un “estado de excepción” para gobernar como quiera? Es un riesgo real.

 

 Petro ha marginado a la mayoría de sus seguidores con perfil propio. Son famosos sus choques con dirigentes como Claudia López, Ángela Robledo, Antonio Navarro y muchos otros que no soportaron su intolerancia. En consecuencia, ahora está rodeado de oportunistas.

 

¿Expropiaciones?

 

 Chávez, Maduro y Ortega arrasaron con la economía para enriquecerse sin límite, junto a sus familiares y amigos. Otro tanto sucedió con Cristina Kirchner, que está acorralada por la justicia argentina dado su enriquecimiento descomunal. Petro ya propuso que el Estado debe comprar forzosamente tierras improductivas. Pero no se detendrá allí. Probablemente luego seguirá con las empresas que no considere productivas según su opinión. Él ya gobernó. Lo hizo en Bogotá y todas sus promesas quedaron en palabras. No pudo iniciar el proyecto del metro, ejecutó menos proyectos sociales que sus antecesores y dejó la capital en crisis. La razón de este caos fue clara: Petro se siente un genio y lanza todo tipo de ideas que intenta imponer y luego son imposibles de ejecutar. No ha sabido ejecutar con eficacia.

 

 La intención de cerrar la exploración de petróleo en Colombia es ilógica. La transición energética no puede ser impuesta de modo autoritario. El modelo de Petro nunca fue la socialdemocracia, sino las tiranías populistas, de quienes en campaña también se mostraron como salvadores para convertirse en una pesadilla.

 

 En resumen, se inició un camino lleno de incertidumbre para Colombia. Petro puede caer en el abuso del poder que siempre buscó. Lo trató de alcanzar por las armas con el M-19, recorriendo el camino violento. Luego, por el camino de la legalidad. La democracia le permitió llegar a la presidencia. Aunque difícil, ojalá haya evolucionado, aprendido de su pasado y del vecino desastre chavista. De lo contrario, si su anunciada evolución hacia el ideal democrático es falsa, Colombia vivirá tiempos muy duros.

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Fotos: Tamar Rausky

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