Recordamos una entrevista con el ya fallecido Dr. Pedro Sclofsky, que era Pro-Secretario del CCIU aquel 27 de junio de 1973
Cuando las Fuerzas Armadas disolvieron el Parlamento y tomaron ilegalmente el poder político en Uruguay-este 27 de junio se cumplen 48 años de aquel día nefasto- la colectividad judía, al igual que el resto de la ciudadanía, se encontró en una situación de gran incertidumbre. A lo difícil de la nueva realidad para los uruguayos todos, a las autoridades de las instituciones judías se les agregó otra responsabilidad, la de la conducir con sabiduría y responsabilidad a la colectividad. Una minoría, en un estado democrático, tiene sus derechos salvaguardados por su condición ciudadana. Cuando el Estado de Derecho se quiebra, surgen preocupantes signos de interrogación.
Uno de los dirigentes comunitarios más recordados de entonces es el Dr. Pedro Sclofsky,nacido en Paraguay y radicado en Uruguay cuando tenía casi 30 años de edad. Cuando fue el golpe de estado, Sclofsky era Pro Secretario del Comité Central Israelita del Uruguay, la instancia representativa de la colectividad toda. Luego fue Presidente del Comité Central en dos períodos, entre 1986 y 1990 y posteriormente en 1997 y 1998.
P: Pedro…tú eras parte de la conducción comunitaria cuando el golpe, en tu calidad de Pro Secretario del Comité Central Israelita. Pero aún antes de ello, como ciudadano,¿cómo recuerdas ese día?
R: Como un día muy triste, porque se perdía uno de los pilares de la vida en Uruguay, su democracia. Entramos en una etapa que Uruguay no se merecía vivir.
P: ¿Tienes presente el sentir en la colectividad?
R: Al principio la gente no se ubicó en lo que iba a venir después. Inclusive puede ser que haya habido, dentro y fuera de la colectividad, en un primer momento una sensación de que las cosas se van a tranquilizar porque aunque es cierto que ya no había guerrilla, la sensación general era de intranquilidad. Quizás al principio la gente sentía que eso traería seguridad, pero esa sensación no duró demasiado, cuando nos dimos cuenta de hacia dónde íbamos.
P: ¿Viviste momentos de riesgo o al menos de preocupación directa en el marco de la actividad pública en el Comité Central?
R: Quisiera ante todo recordar que yo no fui Presidente del Comité bajo la dictadura , aunque claro que sí estaba en la institución, en otros cargos y acompañé a quienes presidieron el Comité. Hubo varios momentos por cierto. Yo destacaría dos, cuando el arquitecto Bernardo Sapiro era el Presidente, dos momentos en los que yo estuve presente y consideré que él actuó con gran valentía.
En una de ellas fuimos a ver al Presidente Aparicio Méndez para pedir que se trasladara la embajada de Uruguay de Tel Aviv a Jerusalem y este hombre dijo algo así como “ustedes” no tienen que dictarnos la política exterior del país..Ese “ustedes” lo sacó de quicio a Bernardo, que le contestó fuerte, le preguntó a qué se refiere con “ustedes” y le dijo que somos ciudadanos uruguayos igual que los demás uruguayos no judíos. Creo que hasta dijo que eso indica una discriminación antisemita.
La segunda fue cuando nos entrevistamos con Gregorio Alvarez porque habían llegado unos posters para la B´nai B´rith por el Día del Holocausto y no nos los dejaban sacar de la aduana. Pedimos una cita y fuimos al despacho del Comandante en Jefe. Explicamos el tema y él dijo “no me vengan con este saco de huesos”. Bernardo contestó muy bien. Estaba con nosotros el Sr. Hirschfeld, que era Secretario y que tuvo que salir por lo mal que se sintió. Fue muy desagradable..ya pensábamos que nos iban a meter presos. Al final se consiguió sacar los posters..Vale la pena destacar las actitudes de Bernardo Sapiro.
P: Un punto clave de inflexión fue la actitud del Comité Central cuando se convocó al acto en el Obelisco, en 1982, en favor de la democracia ¿verdad?
R: Así es. Ahí se dio el tema de los famosos telegramas para el acto del Obelisco, efectivamente en el año 82, en favor de la democracia. La colectividad se adhirió a ese acto. En ese momento, Nahum Bergstein que era el Presidente, estaba de visita en Israel. Julio Bension era el Vice Presidente y yo el Secretario. Enviamos dos telegramas adhiriéndonos, uno al Partido Nacional y otro al General Seregni. Los tengo en casa, firmado por Julio Bension y por mí.
Esa actitud luego fue importante con respecto a situar a la colectividad debidamente cuando después se desarrollaron las cosas.
P: Una actitud valiente-recordemos que todavía había dictadura- pero que despertó mucha polémica en la colectividad.
R: Por supuesto. Te cuento que lo de los telegramas fue un sábado y el lunes a la mañana nos citaron dos dirigentes muy conocidos en un bar para decirnos que pusimos en peligro físico a la comunidad al haber mandado esos telegramas y que teníamos que renunciar inmediatamente. O sea que había gente que no estaba de acuerdo con esa actitud.
P: ¿Me equivoco si estimo que el trasfondo no era oponerse al retorno de la democracia sino temor a las medidas que pudieran tomar los militares contra la colectividad, ya que todavía había dictadura?
R: Por supuesto, esa era la explicación.Siempre se sintió que la democracia debía volver, eso es indudable.
P: Esa instancia del acto en el Obelisco en el 82 ¿fue la primera vez en que la colectividad tomó posición explícita?
R: Sí, así es. Comprendimos que los militares se iban, que se estaba buscando la forma de salir.Consideramos que los líderes tienen que saber mirar para adelante, saber leer lo que va a pasar después. Nosotros siempre sentimos que la democracia debía volver. El deseo de que se vayan los militares era claro y ampliamente mayoritario. El envío de los telegramas fue un acto más que nada formal. Estábamos definitivamente con la democracia. Creo que inclusive se ofrecía sedes comunitarias para que hable gente que estaba a favor de la democracia.
P: ¿Por qué recién en el 82?
R: Porque era imposible en esa época en forma comunitaria hacer otra cosa…Era una situación que limitaba a todos, a la ciudadanía entera. La actitud pasiva en general fue también de todas las demás instituciones, como por ejemplo también la Iglesia, porque no se podía actuar de otra forma.
P: ¿Las actividades comunitarias en sí se vieron perjudicadas?
R: No, creo que en lo comunitario interno se puede decir que no.
P. Autoridades comunitarias intercedieron en caso de judíos presos ¿verdad?
R: Nosotros mismos ,con Nahum ,fuimos a pedir a la calle Canelones, al General Silva Ledesma, por la libertad de un judío detenido, uno de los hermanos Maman que estaba con cáncer y la familia quería pedir que lo manden a Israel. Cuando estábamos ahí trajeron a presos encadenados. Tenían la cabeza rapada..y cadenas en las piernas y en las manos…Nahum y yo sentimos que nos queríamos morir. Ambos nos descompusimos. Fue muy fuerte..
Y luego ver a este hombre…fue una entrevista de la que no me voy a olvidar mientras viva.
P: ¿Por qué? ¿Qué pasó?
R: El General nos dijo:”Ustedes están pidiendo por ese hombre que se está muriendo de cáncer..pero ¡miren lo que me pasó! Hace un tiempo vino el principito ese de España..” (por Juan Carlosr)- “a pedir por un detenido español que estaba enfermo”. Y siguió: ¡ Y saben lo que me pasó? ¡Un año más vivió este desgraciado, y yo pasé vergüenza adelante de mis camaradas. ¡Imagínense si me pasa lo mismo con ustedes!”. Para mi satisfacción, y la de todos, a Maman finalmente lo liberaron, sobrevivió al cáncer y años después volvió a Uruguay.
P: ¿Sintieron antisemitismo en los altos mandos?
R: Había dentro del ejército Generales de derecha..y en la policía se conocía bien a Ballestrino..totalmente antisemitas. Yo me hice muy amigo de Rosencof una vez que fue liberado y él nos contaba que cuando recibían torturas, él recibía doble, por judío y tupamaro. Evidentemente había un sentimiento antisemita muy fuerte en algunos oficiales.
P: ¿Cómo cabe analizar, a tu criterio, lo que pasó antes del golpe, con la guerrilla?
R: Evidentemente hubo antes un atentado a la democracia por los Tupamaros que quisieron hacerse con el gobierno. De eso no hay duda. Mucha gente sufrió por eso también. Se erigieron de defensores en una situación en la que nadie les había pedido que lo hicieran. De eso no hay duda. Luego,la reacción fue terrible.
P: Pedro, quisiera saltar a tu Presidencia al frente del Comité Central, iniciada en abril de 1997, hasta tu renuncia en el 98, que dejó en la memoria comunitaria un incidente muy polémico, cuando en el agasajo tradicional a los medios de comunicación, te pronunciaste pidiendo que se solucione el tema de los desaparecidos. El Presidente de la República era el Dr. Julio María Sanguinetti, que como bien sabemos, había promovido la promulgación de las leyes de amnistía, incluyendo la de Caducidad.. Esas leyes pedían no juzgar, para garantizar la calma del país, pero dejó en parte de la ciudadanía la sensación de que eso terminaba con la búsqueda de los desaparecidos. ¿Por qué tú resolviste formular aquella declaración?
R: Nosotros consideramos que la colectividad tenía que pronunciarse sobre el tema de los desaparecidos, no para juzgar a los responsables sino para que se encontraran los restos y se les pueda dar sepultura. Iche Margulies me había encontrado el versículo del Tanaj en el que se hacía referencia clara a que Abraham buscaba un lugar para darle sepultura a Sara…Es un derecho sagrado. Toda nuestra ética, y nuestra moral, se basa en los Derechos Humanos y la libertad. Por eso consideramos que debíamos pronunciarnos en ese sentido.
Esa era la intención. Sabíamos que el gobierno de Sanguinetti no quería que el tema se tocara..pero por más que nosotros éramos en lo personal amigos de Sanguinetti-siempre fue un Presidente con simpatías hacia los judíos- como dirigentes teníamos que mirar cuál sería el posicionamiento de la colectividad en el futuro.
El Comité no había tomado una decisión unánime, pero yo decidí expresarme, asumí la responsabilidad, en presencia de toda la dirigencia. Recuerdo que Fernández Faingold se me acercó y me dijo “Pedro, lo saludo pero no lo felicito”. Y la dirigencia comunitaria reaccionó muy fuerte. No encontré los apoyos que yo pensé que iba a tener.Pero el tema no pasaba por ser anti izquierda, sino que había amplios sectores en la colectividad que no querían tomar una postura que contrariaba a la política de Sanguinetti.
P: Pero tú consideraste que los judíos, por su pasado, debían ser los primeros en exigir poder dar digna sepultura a los muertos.
R: Eso fue justamente lo que dije yo. Recuerdo que al día siguiente vinieron a casa Monseñor Castillo y Monseñor Galimberti, a darme sus saludos en nombre de la Iglesia Católica, diciéndome que ellos no pueden manifestarse públicamente pero que venían a felicitarme.
P: Interesante la aclaración que hicieron…resalta lo delicado del tema.
R: Eso es cierto…La otra satisfacción fue cuando vino el muy respetado Dr. Jacobo Hazan y me dijo. “Ahora lo van a criticar a usted abiertamente, pero en algunos años, lo van a considerar un héroe y todo el mundo va a adherirse a lo que usted dijo, como si nada hubiera pasado”. Y así fue.
P: Más allá del contenido mismo de aquella posición, si el Comité Central representa a toda la colectividad y no había sido tomada una decisión formal respecto al tema, puede entenderse que haya habido polémica…
R: El Comité Central representa a toda la colectividad. Y llegado el momento, el Presidente tiene que tomar una decisión. Es cierto, fue muy discutida mi decisión. Pero nuestra intención no era en absoluto política, por supuesto no para chocar con el gobierno de Sanguinetti, que era muy amigo, sino porque sentimos que no se podía lograr la paz definitiva en el país, sin resolver ese tema. Nuestra opinión era que olvidando, no solucionaríamos un tema tan trágico.
Tomamos posición sobre el tema, pero no tuvimos absolutamente ninguna intención de crear desestabilización.