Cuando se anunció que el 23 de marzo la ciudadanía israelí iría por cuarta vez en dos años a elecciones, el temor era que la crisis política que había conducido a esta situación anormal, quitara todo entusiasmo, haciendo que poca gente vaya a votar.
Pero, aunque escribimos estas líneas recién a las 14.15 de la tarde de Israel, o sea algo más de 7 horas después de la apertura de las urnas, cuando aún es imposible resumir la jornada, parece claro que la calle se mueve y la gente sale a votar.
En todos lados se oye a los israelíes preguntando “¿ya has votado?” y comentando “es importante, no dejes de hacerlo”.
Uno de los primeros en hacerlo fue el Presidente del Estado Reuven Rivlin quien dijo que fue a votar “como ciudadano preocupado” y exhortó a todos sus compatriotas a no desperdiciar la oportunidad de influir en su propio futuro.

Luego visitó la sede de la Comisión Electoral Central en la Kneset. Parlamento de Israel, y exhortó a sus miembros a no permitir “que aquellos que cuestionan vuestra autoridad o buenas intenciones como guardianes” los disuadan de realizar su trabajo- “El pueblo israelí los apoya y tiene fe en vuestro trabajo”, aseguró.

Agradeció al Juez Uzi Fogelman, Presidente de la Comisión Electoral Central y a la Directora Orly Ades por su trabajo, llamándoles a “no temer a nada más que a la ley”.
El Primer Ministro Biniamin Netanyahu y su esposa Sara votaron , al igual que el Presidente, en Jerusalem. “Esto es un festival de democracia. Israel es un país feliz, en el que la gente sonríe”, dijo Netanyahu.

El mensaje central que Netanyahu ha estado recalcando los últimos días, es que “al Likud le faltan sólo 2 escaños para tener la mayoría de 61”, o sea la mitad más uno del Parlamento. Eso, en base a los últimos sondeos publicados días atrás, aunque claro está que lo que determina el resultado es la votación real.
Yair Lapid, el principal adversario de Netanyahu, cuyo partido Yesh Atid apareció en todos los sondeos como el segundo más grande del país después del Likud. Votó temprano a la mañana en Tel Aviv, acompañado de su esposa Lihi.

“Este es el momento de la verdad para el Estado de Israel”, recalcó Lapid después de votar. “Al fin, hay sólo dos opciones: un Yesh Atid grande o un gobierno oscuro y peligroso que quitará el dinero a la gente que trabaja duro para dársela a quienes no trabajan. Sería un gobierno que no trabajaría para quienes hacen que este país funcione, pagando impuestos y sirviendo en el ejército”, declaró.
Después de votar, Lapid recorrió varios centros de voación acompañando por los diputados Orna Barbivai, Idan Roll y Merav Ben Ari.
Del lado conservador del mapa político israelí, el ex ministro Naftali Bennett, que se postula a Primer Ministro al frente del partido Yemina, empezó el día temprano, rezando en su casa y pidiendo a la ciudadanía-tal cual lo escribió en sus redes sociales-que le apoyen para poder “seguir aportando a mi pueblo”.
Salió luego a votar y a exhortar a la gente a hacer “un cambio imprescindible para el país”, prometiendo “trabajar para el pueblo”. Todos estos últimos días dedicó a recorridas por distintos puntos del país, hablando con gente y exhortando a los ciudadanos a depositar en él su confianza.
Betzalel Smotrich, que encabeza el partido Sionismo Religioso, compartió en su cuenta de Twitter una imagen muy significativa: su padre votando, vestido con sus galas de Shabat, con los Tefilin y cubierto con el Talit, como en un día de fiesta.
También el Ministro de Defensa Beni Gantz salió a votar, acompañado de su esposa y exhortando a la ciudadanía a depositar su voto “en pro del bloque que quiere un cambio”. “Las elecciones son una celebración de democracia, pero hoy no estamos celebrando porque la salud de Israel, su econonía y su sociedad se hallan en un estado muy difícil”, declaró. “Estas elecciones tendrían que haber sido evitadas . Hoy es importante que todos salgan a votar, optando por la papeleta correcta. Voten por el cambio, por Kajol Lavan, porque de lo contrario, no llegaremos siquiera a quintas elecciones y tendremos un gobierno diferente. Exhorto a todos y cada uno a mantener la calma, a abstenerse de violencia y a respetar a cada individuo y su derecho democrático”.

La participación de Gantz en las elecciones , a pesar de sondeos en los que se ponía en duda que logre entrar al Parlamento, fue otro de los temas en discusión en la campaña electoral, dentro del bloque opositor. El telón de fondo es el dramático hecho que tras las elecciones anteriores, aunque se presentó para quitar a Netanyahu del poder, terminó sumándosele y dándole la mayoría necesaria para poder formar coalición.
Él sostiene hasta ahora que no tenía alternativa si quería evitar que el país vaya nuevamente a las urnas en medio de pandemia, pero numerosos del más de millón de israelíes que lo habían votado, lo condenaron por ello.
Otro de los partidos que no está claro que logre entrar al Parlamento, es Meretz, la izquierda sionista. Su jefe Nitzan Horovitz votó temprano a la mañana.
También la ex jefa del partido Tamar Zandberg fue a votar. El partido sostiene que votar por Meretz es apostar “a sun presente y un futuro mejores”.
En los últimos días el partido lanzó una fuerte campaña exortando a “salvar a Meretz”, señalando que si no entra a la Kneset, eso incidirá terriblemente en el bloque opositor.
En medio de dudas sobre el rol que jugarán después de las elecciones, votaron Ayman Odeh, jefe de la Lista Conjunta, mayormente árabe, y Mansur Abbbas, por separado. Abbas, ex miembro de la Conjunta, se escindió recientemente tratando de abrir un nuevo tipo de diálogo político, sin descartar cierta alianza con la derecha. Abbas reveló que todos los partidos se contactaron con él para pedirle su apoyo.
Y Merav Mijaeli, jefa del partido laborista, pidió a la ciudadanía votar por su partido, recalcando que es necesario "comenzar la reconstrucción de Israel".
Aquí, Merav junto al monumento recordatorio del Primer Ministro Itzjak Rabin (z"l), erigido en el lugar de su asesinato el 4 de octubre de 1995.
Lo principal, en una jornada así, es ir a votar. Tratar de influir. De eso se trata la democracia.