Pero es prematuro vaticinar el éxito del proceso
Comencemos por las declaraciones absolutamente históricas y sin precedentes del Príncipe heredero al trono de Arabia Saudita, Muhamad Bin Salman, en la entrevista que concedió este miércoles a la cadena televisiva norteamericana FOX News. Compartimos las citas principales:
-“Cada día nos acercamos más a un acuerdo con Israel”
- “El acuerdo con Israel será el mayor acuerdo histórico desde el fin de la guerra fría”.
-“Hay buenas negociaciones con Israel, que continúan hasta ahora”.
-Al preguntársele sobre informes que habían circulado según los cuales se habían suspendido las conversaciones, respondió: “No, eso no es cierto”.
Más claro es imposible.
Aquí podemos verlo y escucharlo.
Hace mucho que se habla de la eventual normalización de relaciones israelo saudíes. Sería prematuro salir a celebrar.Pero las tajantes declaraciones del príncipe heredero Muhamad Bin Salman, son absolutamente históricas.
— Jana Beris (@JanaBeris1) September 21, 2023
Gracias al Foro Costa Rica israel por los textos pic.twitter.com/xnraey0JEm
No hay forma de relativizar lo dramático,en sentido positivo, de estas declaraciones. Para comprenderlo es clave recordar que Arabia Saudita, en cuyo territorio se hallan los dos lugares más sagrados del Islam , La Meca y Medina, es el punto central del mundo musulmán sunita. Cabe estimar que la normalización con Ryad equivale a una apertura de puertas con muchos países más.
Las relaciones extraoficiales no son nuevas . Hace poco vimos la participación de representantes israelíes en una conferencia internacional, sin que ninguno de sus símbolos sea disimulado. El cartel “Israel” en el sitio en el que se hallaban los delegados israelíes a la conferencia en cuestión, era notorio y público. También hubo eventos deportivos en los que participaron israelíes. Y cuando hace pocas semanas un avión con numerosos pasajeros israelíes tuvo que cambiar su rumbo por temor a una falla técnica y aterrizó en Arabia Saudita, la recepción y el trato que esos turistas recibieron, tal cual lo describieron después, fueron intachables. Además, cualquier israelí que viaja hoy hacia el Lejano Oriente, sobrevuela territorio saudí- por el permiso correspondiente otorgado por las autoridades del reino -lo cual acorta el viaje y es otra señal, lograda hace ya un tiempo, de la buena disposición de Ryad a acercarse a Israel.
En gran medida, los Acuerdos de Abraham en sí, firmados por Israel con los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán, contaron con la luz verde de Arabia Saudita. En el caso de Bahrein especialmente, está claro que sin el visto bueno saudí, no se habría sumado.
Todo esto es parte del marco preparatorio, del calentamiento del proceso que ya lleva tiempo y en el que ambas partes ganan. Pero indudablemente, las declaraciones del hombre fuerte de Ryad, eran impensables tiempo atrás y son hoy el comienzo del proceso de preparación emocional de su propio pueblo y del mundo musulmán, al paso que se piensa dar eventualmente, formalizando las relaciones y anunciando normalización.
Casi de más está aclarar que esto no se debe a un súbito amor saudí por el Estado de Israel. Todo es cuestión de intereses. Y está bien, todos los países lo tienen, también Israel. Lo bueno es cuando el interés sirve a la marcha en dirección a la paz en lugar del boicot y la hostilidad.
Arabia Saudita e Israel, aunque cada uno con sus matices, perciben a la República Islámica de Irán- el centro chiita del mundo musulmán-como enemigo. Si bien Irán no proclama, como sí hace con respecto a Israel, que quiere destruir a Arabia Saudita, sí le ha atacado en forma directa tiempo atrás. Arabia Saudita no olvida los ataques que paralizaron parte de sus plantas de producción petrolífera con misiles lanzados por Irán.
Para Israel, firmar la paz o al menos formalizar una normalización pública y clara de relaciones con Ryad, sería un escalón especialmente significativo en la apertura hacia toda la región. Y para el Primer Ministro Netanyahu, sumido en una seria crisis interna, esto seria un logro estretégico de primera línea, que espera mitigaría la protesta contra la reforma judicial.
Son dos cosas separadas totalmente. La discusión sobre la reforma cabe suponer claramente que continuará en tanto no haya un cambio sustancial en la política del gobierno. Pero la oposición tiene la suficiente altura y responsabilidad para no vetar cualquier paso del gobierno, si aporta al país, a diferencia, lamentablemente, de lo que hizo Netanyahu cuando estaba en la oposición, respecto a las políticas de Naftali Bennett y Yair Lapid. Varios líderes de la oposición ya han dicho que si se logra un acuerdo beneficioso para Israel, lo apoyarán.
Y esto lleva a las piedras en el camino.
Por ahora, no está allanada totalmente la senda hacia el acuerdo. Arabia Saudita no avanzará totalmente si no hay algún paso decidido del lado israelí en el tema palestino, y quiere además tener capacidad propia de enriquecer uranio, para uso de energía nuclear con fines civiles. Se habló de la posibilidad del modelo emiratí, o sea que tenga plantas de producción de energía atómica, pero recibiendo el uranio enriquecido desde afuera. Ryad se opone.
Estas fueron las declaraciones de Bin Salman sobre estos dos puntos, en la citada entrevista:
-“Si Irán llega a tener armas nucleares, también nosotros debemos tener”.
-“El tema palestino es muy importante. Debemos solucionar esta parte. Debemos ver hacia dónde vamos. Abrigamos la esperanza que el acuerdo conduzca a un alivio en la vida de los palestinos y coloque a Israel en la posición de actor en Oriente Medio”.
Según lo que se ha publicado en Israel hasta el momento, todos los jefes de seguridad, tanto de las Fuerzas de Defensa de Israel como del Mossad, se oponen terminantemente al punto nuclear del programa, señalando el peligro de carrera armamentista de ese tipo en la región. Netanyahu indicó estudiar qué posibilidades hay de aceptar esta exigencia saudí de modo que no arriesgue a Israel, y varios han puesto ya el grito en el cielo. El temor en ciertos sectores de la oposición es que con tal de conseguir el acuerdo para presentarlo como un logro político de primera línea, Netanyahu acepte condiciones que son peligrosas desde el punto de vista de seguridad.
De hecho, una mala señal al respecto ya se vio esta semana, según informó la prensa local, cuando el Primer Ministro viajó a Estados Unidos a la reunión con el Presidente Joe Biden, en la que se sabía que el tema saudí sería central, sin reunirse antes con los jefes de seguridad.
Y dentro de su coalición, los partido a la derecha del Likud, de línea ultranacionalista, ya han advertido que no aceptarán “otro Oslo”, dando a entender que no permitirán concesiones importantes a los palestinos para que eso ayude a firmar con Ryad.
Sería prematuro pues cantar victoria respecto a la inminencia de un acuerdo formal con Arabia Saudita. Eso no quita, sin embargo, lo histórico de lo ya confirmado por el propio Príncipe Heredero al trono Muhamad Bin Salman.