Lucia Wainberg Sasson artista visual | Arte Contemporáneo
Es francesa y uruguaya, y a través de su trabajo construye puentes entre París, Montevideo y el resto del mundo en los campos de las artes visuales, el cine y los talleres. Pinta desde hace más de 20 años y ha dirigido trece películas independientes.
Su obra ha sido expuesta en múltiples exhibiciones, tanto individuales como colectivas, y ha sido seleccionada para formar parte de colecciones privadas internacionales, especialmente en Nueva York, donde también está presente en una reconocida galería de Manhattan (Beloosesky Gallery).
Además, dirige talleres creativos para personas, escuelas y empresas, obteniendo excelentes resultados. Como guía, ayuda a otros a superar sus desafíos internos y a convertirse en la mejor versión de sí mismos.
¿Cómo es para vos regresar a Uruguay después de vivir en Francia, siendo artista?
Bueno, es un poco la historia de mi vida. Hay un libro de Joaquín Torres García que se llama así. No ha sido fácil volver en plena adolescencia a Uruguay, o migrar en general. Si bien venía de chica, llegar a convertirme en uruguaya en una edad de transformación fue algo particular. No ha sido fácil, me llevó tiempo, pero hoy soy tan uruguaya como francesa.
¿Cómo lográs combinar el mundo empresarial, la pintura y el cine? ¿Cuál es tu fórmula para equilibrar estas pasiones?
Soy pintora. Hace más de 10 años abrí el Atelier de Luz en la Plaza Zabala, en Circunvalación Durango 1419, y desde el primer momento me propuse vivir de la pintura. Empecé a vender mi trabajo desde el día en que abrí. No siempre sucede con la misma fluidez, es un desafío constante, pero mi compromiso, pasión y disciplina me han sostenido. Así ha sido durante los últimos 10 años.
Antes hice 13 películas y ahora estoy terminando un documental sobre Monette Guermont Guthmann Geissmann una mujer de 99 años,.Es la última alumna viva que estudió con Joaquín Torres García.
Además, genero documentales, pinto y también soy coach de acompañamiento para personas de todas las edades en procesos creativos. Tengo una metodología basada en el dibujo y la pintura, donde el participante visualiza sus problemas y encuentra soluciones a través de su propia expresión artística. De esta manera, combino y sincronizo mis tres pasiones.
¿Cuándo y cómo descubriste que querías pintar y exponer?
Hace 10 años, después de haber estudiado Bellas Artes en París y de haberme formado en arte, terapia, coaching y gestión cultural, decidí abrir mi taller en la Plaza Zabala, la más parisina de las plazas uruguayas. También había trabajado escribiendo sobre arte y entrevistando artistas en la prensa uruguaya y francesa, pero un día resolví dar el paso y vivir de mi propia obra. Hace 10 años que vengo cumpliendo mi sueño.
¿Cuáles son tus museos favoritos en el mundo y qué te fascina de ellos?
Los museos que más me gustan son el MoMA en Nueva York, el Louvre y el Museo Rodin en París, y el museo del Jardín de las Tullerías, donde están Las ninfas de Monet.
¿De qué muestra colectiva te sentís más orgullosa de haber participado?
Fue una muestra en París, organizada por Mathilde Bougeard, una diseñadora gráfica que creó una comunidad de artes visuales y reunió a 20 artistas. Ella había visitado mi taller en Montevideo, se enamoró de algunas obras y se llevó varias a París.
La muestra se llamó Globus Connection y fue muy especial para mí, porque vendí varias obras a Austria y a distintos coleccionistas. Además, diseñé una pintura de 10 metros que hablaba de las conexiones entre las personas y las sincronicidades. Fue una experiencia muy enriquecedora, tanto en lo humano como en lo artístico.
¿Qué artistas han influenciado tu trabajo y de qué manera?
Me interesa mucho el trabajo de Joseph Beuys y Anselm Kiefer, quienes han explorado la memoria, los legados invisibles transgeneracionales y la historia de la Shoá. No solo la historia del pueblo judío, sino también la del pueblo alemán. Desde el arte, han logrado resignificar la memoria y generar espacios de reflexión, algo que siempre ha estado presente en mi obra.
¿Qué significó para vos haber realizado una película sobre Mujica?
Siento un orgullo profundo por haber sido la primera cineasta en documentar a Mujica en su etapa como ministro de Ganadería y Pesca. Con muy pocos recursos, hice una película de 52 minutos titulada Yo soy José Mujica: el poder está en el corazón.
Seguí toda la campaña presidencial, documenté el antes y el durante. Logré capturar su esencia, más allá de cualquier postura política. Mi intención fue retratar su coherencia como ser humano.
Antes de difundir la película en redes, publiqué un teaser de tres minutos con una frase de Emir Kusturica: "El cine es el arte de conectar a las personas con las cosas". Al día siguiente, se anunció que Kusturica estaba haciendo un documental sobre Mujica. Fue un privilegio haberlo registrado antes que nadie.
¿Cómo definirías la creatividad y qué implica, desde tu visión artística, dar identidad a las marcas?
Para mí, la creatividad es la conexión entre la electricidad del cerebro y la profundidad del corazón. Es el canal por el cual encontramos respuestas desde adentro.
Soy facilitadora en creatividad y trabajo con metodologías que ayudan a romper la rigidez y activar la fluidez en las empresas. Acompaño a equipos y líderes en procesos de reorganización, ayudándolos a pensar de manera conectada. También guío a personas en transición laboral para que puedan planificar su camino con claridad.
En cuanto a la identidad de las marcas, creo que se trata de conectar con su ADN, fortalecer sus valores y definir límites y alcances. Se trata de transformar sin perder la esencia.
De niña, ¿cuál era tu mayor sueño?
De niña quería ser abogada. De alguna manera, a través de la pintura, el cine y mis talleres, siento que ejerzo mi propia forma de justicia. Mi trabajo me permite despertar algo en los demás, generar luz y sentido. Siento que logré mi vocación, aunque de otra manera.
¿Qué podrán descubrir los visitantes en Arte para iluminar?
Es un privilegio contar con la presencia del Rabino Eliezer Shemtov, un gran pensador y conocedor de nuestra tradición. Exponer en Jabad, en Punta del Este, en un lugar tan accesible y comunitario, es un gran honor
Estamos celebrando los 40 años de Jabad en Uruguay. Para mí, Jabad ha sido un espacio de encuentro en distintas partes del mundo. En lugares tan remotos como Camboya, siempre pude encontrar un Jabad donde sentirme bienvenida.
Mis pinturas son abstractas, llenas de colores y momentos. Son el fruto de la escucha y el estudio de textos de nuestra tradición. Son visiones que pasaron por mi mente y quedaron en los lienzos.
Provengo de una familia con raíces ashkenazíes y sefardíes. Mis ancestros eligieron Uruguay hace más de 100 años, y siento una profunda reverencia por mi linaje y mi historia. En todo lo que hago—ya sea cine, pintura o coaching—busco transmitir narrativas con poder sanador.
No soy observante, pero estudio y me interesa profundamente conocer mi tradición. Lo que más admiro del pueblo judío, y en especial de Jabad, es su apertura y su capacidad de recibir a cada judío tal como es. La riqueza de nuestro pueblo radica en sus matices, en sus luces diversas que, al final, son una sola llama.
Para mí, honrar ese linaje es un privilegio. Creo que cuando cerebro y corazón están alineados, grandes cosas pueden ocurrir. Y después, cada uno le pone el nombre que puede escuchar.
Lucía me cuenta que tiene un sueño: crear un co-work para artistas judíos, un espacio donde también puedan asistir niños y adultos a pintar, pasar tiempo juntos y formar comunidad. Su idea es brindar y facilitar herramientas artísticas para fomentar la felicidad.
Quizás, en los próximos años, este proyecto pueda evolucionar hasta convertirse en una escuela de creatividad en los alrededores de Punta del Este. Siempre hay alguien que, al leer esto, puede sentirse identificado y tener la posibilidad de ayudar a que suceda.