Las dos historias que compartimos aquí, las escuchamos hace pocos días en un programa del periodista Asaf Puzailov en la radio pública israelí KAN. Otras dos de miles de historias de entereza, valentía civil, resiliencia y apuesta por la vida que caracterizan a Israel.
Una de ellas es la de la Tsaji Gad y su esposa, del kibutz Beerí, que se salvaron de milagro el 7 de octubre del 2023, al igual que sus dos hijos y 6 nietos que también viven allí. A pesar de lo mucho que hay aún para hacer en el kibutz, de la destrucción por doquier y de los numerosos desafíos con los que hay que lidiar, Tsaji y su esposa volvieron a vivir en Beerí ya en el mes de mayo. Estuvieron en el lugar alternativo en el que vive ahora la comunidad de Beerí, desalojada por cierto el día del horror de la masacre, el kibutz Hatzerim, pero según contó Tsaji, “en ningún lugar me siento en casa como en Beerí”. Físicamente no puede vivir en su casa, que quedó quemada, pero Beerí es su hogar.

Una de sus hijas, Miri, con sus hijos, vivían en el segundo piso de una estructura dentro del kibutz. En el piso de abajo vivía un hombre de casi 80 años. Cuando los terroristas entraron, Miri y su familia, incluyendo sus hijos, oyeron desesperados e impotentes cómo su vecino de abajo, que habla árabe, trató de convencer a los terroristas que no lo maten, les dijo que les da lo que ellos quieran. Pero habían venido con un propósito muy claro, asesinar. Desde arriba, la hija de Tsaji oyó los gritos y el sufrimiento de su vecino, al que torturaron antes de asesinar.
Al final, Miri y su esposo saltaron de la ventana del segundo piso. Una vecina de la casa de enfrente los vio, logró que lleguen a su casa, aunque su esposo ahí se quebró el pie. Así se salvaron realmente de milagro. Y sus padres, Tsaji y su esposa, volvieron ya meses atrás a Beeri.
La otra historia es la de Eli y Miriam Sadé del moshav Nir Moshé en el sur. Ambos tienen un emprendimiento especial de hierbas aromáticas y medicinales que cultivan, que lleva el nombre de la esposa, “el laberinto de Miriam”.

Este es ahora uno de los sitios que participan en el festival “Adóm balév” (Rojo en el corazón) al que se invita a la población a visitar.
Este es el nuevo nombre dado a lo que durante años se conoció como “Daróm adóm”, o sea “el sur rojo”, por las anémonas que florecen a esta altura del año en la zona. Por la guerra, se decidió cambiar el nombre.
Los Sadé perdieron en la guerra a Itái Saadón, uno de sus nietos, un comandante de tanque que en su último sábado en el servicio militar, decidió quedarse con sus compañeros para despedirse, pero ese resultó ser el sábado negro del 7 de octubre.
Y sus abuelos tienen que seguir adelante. Invitan ahora a la gente a poder disfrutar de las cualidades de las hierbas especiales que él y su esposa cultivan. Un canto a la vida, sin olvidar.