Una Causa Perdida - Purificando Pensamiento, Palabra y Acción - El Rabino y el Rey - La Matzá
No. 298
Ki Tisa
Horario de velas en Montevideo
14 de marzo 18:46
UNA CAUSA PERDIDA
Por Yanki Tauber
Se habla mucho de los valientes esfuerzos de Abraham por salvar la malvada ciudad de Sodoma. Leemos cómo Abraham prácticamente fue a la batalla con D-os en nombre de esta gente tan pecadora, impugnando el decreto divino de que Sodoma fuera destruida.
Pero algo en la historia no cuadra. ¿Por qué se debe perdonar a la gente malvada “por causa de los justos”? Si quedaban algunas personas justas en Sodoma, D-os obviamente no tiene por qué “matar a los justos junto con los malvados”: puede sacarlos de allí por aire antes de destruir el lugar. De hecho, D-os envió a dos ángeles para rescatar a Lot y su familia, las únicas personas justas en Sodoma, antes de derribar la ciudad. Entonces, ¿dónde está la injusticia? ¿Cuál es la lógica del argumento de Abraham?
Una de las explicaciones que ofrecen los comentaristas es que mientras haya gente justa en un lugar, existe la posibilidad y la esperanza de que tengan una influencia positiva en su comunidad. Por lo tanto, tiene sentido perdonar a toda la ciudad debido a la gente justa que hay en ella; todavía no es una causa perdida. Sin embargo, cuando Abraham se entera de que no quedan personas justas en Sodoma (o no hay suficientes personas justas para hacer una diferencia), no tiene nada más que decir en su favor.
Abraham, que en el transcurso de su vida había convertido a miles de personas al ethos y la moral del monoteísmo, era un experto en identificar y activar al “tzadik oculto” en los entornos más corruptos. Pero cuando se enfrentó a un mal tan inexpugnable como el de Sodoma, incluso Abraham se quedó en silencio.
Pero Moisés no lo hizo.
Cuatrocientos años después de que Abraham se acercara a D-os para interceder en favor de los malvados de Sodoma, Moisés tenía su propia “causa perdida” en sus manos, cuando los Hijos de Israel pecaron al adorar a un becerro de oro. ¿Qué se puede decir en defensa de un pueblo que sucumbe a la idolatría apenas cuarenta días después de experimentar la mayor revelación Divina de todos los tiempos, una revelación que contenía el mensaje “Yo soy el Señor tu D-os... no tendrás otros dioses delante de Mí”?
La ira Divina estalló. Al igual que su tatarabuelo antes que él, Moisés intervino para evitar un decreto de aniquilación.
Pero Moisés adoptó un enfoque diferente. No dijo: “Pero hay muchos que no pecaron”. No dijo: “Perdona a los malvados a causa de los justos”, o “perdona a los malvados a causa del potencial de justicia que hay en ellos”. En cambio, dijo: “Perdónalos, D-os. Si no lo haces, bórrame de tu Torá”.
Moisés exigió un perdón incondicional, un perdón sin un “por qué”. Si eres un D-os que perdona sin causa, dijo Moisés, estoy dispuesto a ser parte de tu historia. Si no, quítame de ella; no tendré parte en ella.
Abraham fue un gran amante de la humanidad. Amaba a su prójimo porque veía el potencial de bondad en él o ella, incluso cuando el resto de la persona no parecía tan grandiosa. Pero el amor de Moisés era mayor: Moisés amaba a su pueblo independientemente de si podía o no discernir al tzadik oculto en su ciudad.
Y lo sorprendente fue que, al final, Moisés hizo que su pueblo errante cambiara de rumbo. Al final, su potencial supuestamente irredimible salió a la luz gloriosa.
Porque tal es la paradoja del amor. Si te preocupas por alguien porque ves en él un potencial de mejora y deseas tener una influencia positiva en él, eso es realmente genial de tu parte, pero habrá momentos en que encontrarás que ese potencial es inaccesible y tu influencia positiva rechazada. Pero si te preocupas por él independientemente de si puedes ver algo bueno en él, y sin importar si puedes esperar razonablemente influir en él de alguna manera, si lo amas incluso si es una "causa perdida", entonces terminarás teniendo una profunda influencia en su vida.
PURIFICANDO PENSAMIENTO, PALABRA Y ACCIÓN
[D-os le ordenó a Moisés que le dijera al Pueblo Judío,] “Voy a expulsar ante ti a los Amorreos, los Cananeos, los Heteos, los Perezeos, los Heveos y los Jebuseos.” (Shemot 34:11)
Sólo seis de las siete naciones cananeas están mencionadas aquí; los Guirgashitas faltan de la lista. Esto es debido a que las primeras seis naciones cananeas personificaban las seis emociones no rectificadas del alma animal, mientras que los Guirgashitas personificaban el instinto del alma animal de expresar esas emociones no rectificadas en el pensamiento, habla y acción. Cuando rectificamos las seis emociones de nuestra alma animal, no tenemos que preocuparnos de combatir cualquier impulso de expresarlas.
Pero hasta que no se complete este proceso, debemos controlar nuestras facultades de pensamiento, habla y acción para asegurar que sirvan sólo a propósitos santos y no a aquellos de las seis emociones no rectificadas de nuestra alma animal. Por lo tanto el siguiente versículo nos exhorta “cuidate de no hacer ningún pacto con los que habitan en la tierra a la que vas a ingresar, para que no sea una trampa contra ti.”
Likutei Sijot, vol. 21, págs. 229 ff.
Éxodo (Shemot) 30:11 – 34:35
La novena sección del libro de Éxodo comienza con las instrucciones finales de D-os relativas al Tabernáculo. D-os le dice a Moisés que levante (Tisá en Hebreo) un censo de los hombres judíos adultos, recolectando una moneda de plata de medio shékel de cada uno. La plata recolectada era usada para comprar aquellos sacrificios ofrendados en nombre de todo el pueblo. D-os luego procede a enseñarle a Moisés cómo construir la Pileta usada por los sacerdotes para lavar sus manos y pies antes de oficiar en el Tabernáculo, cómo hacer y usar el aceite de unción y el incienso, y a quién debería designar para supervisar la construcción del Tabernáculo y elaborar sus elementos y herramientas. Todo esto es seguido por el relato del incidente del Becerro de Oro y sus repercusiones.
EL RABINO Y EL REY
Por Asharon Baltazar
Como jasid devoto, el Rabino Shmelke se destacó en Mikulov (Nikolsburg), el centro de la judería Morava, muchos de los cuales aún no habían sido expuestos al movimiento jasídico. A pesar de que sirvió como rabino principal de la ciudad, la población judía consideraba extrañas sus costumbres. Esto molestó al consejo de Nikolsburg. Reunidos en una breve reunión, decidieron que era hora de remover definitivamente al Rabino Shmelke de su puesto. Se llamó al asistente, se le informó de la decisión y se le ordenó que le diera la noticia al Rabino Shmelke. Aunque simple, el asistente también era honesto.
- "Pero, ¿qué ha hecho?"
Su pregunta provocó inmediatamente una oleada de miradas exasperadas de los miembros del consejo. - "Esto no tiene nada que ver con usted. Simplemente haga lo que se le dice".
Impertérrito, el asistente los presionó cortésmente para que respondieran.
- "Es la forma en que actúa", explicó alguien. “No es apto para dirigir Nikolsburg si sus costumbres son tan extrañas.”
- “No estoy de acuerdo”, dijo el asistente. “De hecho, sé que es un hombre justo.”
Este comentario se habría pasado por alto, pero el asistente, que nunca había dicho una mentira, había despertado el interés del consejo de Nikolsburg. Hubo una pausa silenciosa mientras todos observaban al simple asistente. - “Pero ¿cómo lo sabes?”
El asistente sonrió. “Al amanecer, como probablemente saben, siempre he ido a tocar a las puertas de la gente para despertarlos para las oraciones de la mañana. Siempre que pasaba por la casa del Rabino Shmelke, a pesar de la hora, la ventana de su estudio estaba iluminada y él estaba dentro, balanceándose sobre un libro abierto. Otro hombre, al que no reconocí, estaba sentado frente a él, aprendiendo con él.” - “‘¿Quién es este hombre que estudia contigo?’, le pregunté al rabino Shmelke, una vez que mi curiosidad ya no me permitió contener la lengua.” “Me respondió con un nombre que nunca esperé. ‘Elías el Profeta’.”
“Una vez, iba un poco atrasado, lo que significó que no pasé por lo del Rabino Shemlke a la hora habitual. Cuando finalmente lo hice, estaba afuera, sosteniendo un par de velas mientras escoltaba a la salida a dos hombres: uno era el individuo que estudiaba con él todas las noches, Elías el Profeta, y el otro llevaba una corona de oro. Se despidieron de él y pronto desaparecieron de la vista. - “Inmediatamente pregunté: ‘¿Quién es el hombre con la corona?’”. - “‘Ese es Menashe ben Jizkiah”, respondió el rabino Shmelke, refiriéndose al malvado rey que hizo que el pueblo de Israel sirviera a los ídolos.
“Mis ojos deben haberse abierto hasta el tamaño de dos platos. Pero ¿qué tiene que ver contigo?”
“Bueno, quería resolver una cuestión que lo involucraba”, explicó el rabino Shmelke frunciendo el ceño. “Su pregunta me llegó como resultado de un incidente reciente que ocurrió en un pequeño pueblo. Un hombre entró en una iglesia y procedió a destrozar todo el lugar, sin justificación. Fue encarcelado y rápidamente condenado a la horca. Normalmente, cuando un hombre fallece repentinamente, los habitantes del pueblo juntan fondos para su esposa y sus hijos. Sin embargo, en este caso, aunque la viuda del hombre vino a mendigar, la rechazaron. Afirmaron que las auto agresiones no estaban cubiertas, y las acciones imprudentes de su esposo no eran nada menos que eso. Esta acalorada disputa fue enviada directamente al rabino del pueblo, quien, a su vez, me la remitió a mí. Fue, de hecho, un caso interesante. Deliberé durante un tiempo, pero no pude emitir un veredicto; cada parte tenía una reclamación razonable. “Entonces, Menashe apareció en mi sueño y me reveló que su alma se había reencarnado en el cuerpo de ese hombre. Las acciones inusuales de este hombre y su muerte eran necesarias para la limpieza definitiva de su alma. La viuda merecía el dinero”.
Al escuchar la historia del asistente, los miembros del consejo reconocieron que su rabino era un hombre piadoso y santo, a quien seguirían tratando con honor.
El rabino Bunim de Pshischa, quien volvió a contar esta historia, terminaría comentando la rectitud del asistente. “Este simple asistente merecía ver al Profeta Elías todas las noches; nunca se jactó de sus propias experiencias. En cambio, elogió la valía del Rabino Shmelke”.
LA MATZÁ
Matzá es más que comida, es la forma en la que revivimos el Éxodo. Es también la única mitzvá que tenemos hoy en día que comemos y digerimos. De acuerdo a la kabalá, la matzá que comes en la primer noche de Pesaj fortalece la fe del alma, y la matzá que se come en la segunda noche la cura. Así que asegúrate de...
Obtener la Real
Porque no todas las matzot son iguales. Hay...
Matzá Para Todo el Año
Parece como matzá, sabe como matzá y tiene los mismos ingredientes que la matzá, pero no fue hecha para Pesaj, y nadie asegura que no se haya vuelto jametz, es decir, prohibida para Pesaj. Es no kosher para Pesaj bajo cualquier circunstancia.
Matzá “Enriquecida”
Es matzá hecha con jugo de fruta, huevos y algunos otros ingredientes extra. No debería ser usada para el seder. Si está certificada para Pesaj, se puede usar durante el resto de Pesaj por aquellos que están enfermos o aquellos que (por razones de salud) simplemente no pueden comer matzá común.
Matzá Shmurá
Es matzá hecha con harina que fue resguardada de cualquier humedad desde el momento de la cosecha (o al menos la molienda) hasta que llega a tu boca, todo en aras de la mitzvá. Casi la mejor matzá, excepto por un detalle...
Matzá Shmurá Hecha a Mano
Para el Seder, necesitas matzá que fue hecha especialmente para la mitzvá de comer matzá en el Seder, y aun no hemos inventado máquinas que puedan tener eso en mente. La mejor matzá es hecha a mano en una panadería donde todos gritan “¡En aras de la mitzvá de matzá!” antes de amasar, arrollar u hornear la masa.
Detalles
• El único momento que tienes que comer matzá es en las dos noches del seder (en Israel, sólo la primer noche)
• La matzá es comida prohibida en el día anterior a Pesaj. Muchos tienen la costumbre de abstenerse un mes entero antes de Pesaj.
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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