El Secreto de la Luz - El Deseo de Poder - Engañó al Ángel de la Muerte - Reglas Diversas de Kashrut
No. 292
Bo
Horario de velas en Montevideo
31 de enero 19.29
https://jabad.org.uy/media/pdf/1308/ybGv13083210.pdf
EL SECRETO DE LA LUZ
Por Naftali Silberberg
“Hubo una densa oscuridad en toda la tierra de Egipto durante tres días. Nadie pudo ver a nadie, ni nadie pudo levantarse de su lugar durante tres días. Sin embargo para los israelitas sí había luz en donde ellos se encontraban”. (Shemot 10:22-23)
A diferencia de las otras nueve plagas que afligieron a los egipcios en forma muy práctica, cada una causando daños catastróficos a las personas y sus propiedades, la plaga de la Oscuridad no causó ningún daño tangible.
La ausencia de luz sólo le quita a la gente la posibilidad de ver sus alrededores, haciendo imposible discernir objetos o personas próximas. A pesar de que los humanos estamos dotados de otros cuatro sentidos, cada uno dándonos la posibilidad de hacernos más familiares con nuestro entorno, ninguno es tan crítico como la vista. La falta de visión es un impedimento tan grande que nuestros sabios nos dicen que en cierta manera la persona sin visión es considerada como si no tuviera vida.
¿Por qué es la luz, y la facultad de visión que permite, tan crucial? Dos respuestas vienen a la mente, una práctica y otra psicológica:
1) Estamos rodeados de cosas diseñadas para mejorar nuestras vidas. Sin luz, sin embargo, los objetos más útiles se reducen a un mero obstáculo. Una silla, una mesa, o una montaña de oro incluso, serán un obstáculo para la persona que camina en la oscuridad.
2) La luz motiva a la acción, al contrario de la oscuridad que engendra depresión y aletargamiento. El brillante ambiente creado por la luz le permite a la gente elevarse por encima de sus tendencias egoístas y empatizar verdaderamente con otros.
La plaga de la oscuridad que golpeó a los egipcios era un reflejo físico de su lamentable estado espiritual. Los israelitas no sufrieron de la plaga, porque su luz era provista por la Torá y las mitzvot. “Una mitzvá es una vela y la Torá es luz” (Proverbios 6:23).
Con el beneficio de la iluminación provista por la Torá y sus mandamientos, todo un nuevo mundo sale a luz. De repente, aquellas cosas que uno consideraba obstáculos se revelan por lo que realmente son, creaciones de D-os destinadas a ayudarnos en nuestro viaje espiritual. Las montañas de oro se revelan ante los ojos de la mente.
La oscuridad que impregnó la sociedad egipcia no les permitió “levantarse de su lugar”; estaban metidos en sus propios deseos y ocupaciones egoístas y no podían ver un objetivo más elevado. Peor aún, “no podían ver a nadie”, su egoísmo les impidió compartir alegrías con un amigo o compadecerse de él o ella en su momento de angustia.
Está en nuestras manos iluminar nuestras vidas; se nos han dado las herramientas. Y cuando logramos vivir con luz a pesar de la oscuridad que nos rodea, tenemos una indicación segura de que la redención, tanto personal como nacional, está a la vuelta de la esquina.
¿Por qué?
Porque ¿qué es nuestro actual estado de exilio, galut, sino una gruesa oscuridad que obstruye la verdad? Cuando quitamos exitosamente la oscuridad, la luz que emerge es un presagio del tiempo cuando la oscuridad será eliminada para siempre, cuando toda la creación verá finalmente de qué se trata todo.
EL DESEO DE PODER
El Faraón le dijo [a Moisés] “¡Sal de mi presencia! ¡Porque el día que veas mi cara morirás!” Moisés respondió, “Has hablado correctamente.” (Shemot 10:28-29)
Toda cosa mala es en realidad una versión “caída” - es decir una distorsión - de alguna forma de santidad. El Faraón era la expresión caída de la capacidad de D-os de estar por encima de los límites de la naturaleza. En su forma caída, este poder se convirtió en la indiferencia arrogante del Faraón hacia cualquier autoridad fuera de sí mismo. En este contexto, cuando el Faraón le dijo a Moisés “el día que veas mi cara morirás”, estaba (sin saberlo) advirtiendo a Moisés que nadie puede contemplar la infinidad de D-os y vivir. Moisés estuvo de acuerdo: ningún ser creado finito puede experimentar la infinidad de D-os y continuar existiendo como un ser finito; será absorbido por la experiencia y se “disolverá” en la infinidad de D-os.
Sin embargo, D-os no está atado por sus propias reglas; El puede permitir a un individuo “sobrevivir” a esta experiencia. Y es exactamente lo que hizo con Moisés, para permitirle destruir el mal del Faraón al revelar el poder supernatural de D-os a través de las plagas.
Todos tenemos nuestro “Faraón” interno, es decir alguna oposición u hostilidad terca hacia la santidad. Cuando este “Faraón” es derrotado, los demás obstáculos para vivir una vida positiva y saludable también lo serán.
Séfer HaSijot 5752, vol. 1, pág. 283; Séfer HaSijot 5751, vol. 1, págs. 271-282. Ver Séfer HaMaamarim 5704, págs. 119, 127.
Éxodo (Shemot) 10:1 – 13:16
La tercera sección del libro de Éxodo comienza cuando D-os le dice a Moisés que venga (Bo en Hebreo) al Faraón para anunciar la octava plaga. Siguen dos plagas más, luego de los cuales los judíos son finalmente liberados de la esclavitud y sacados de Egipto. D-os le dice al pueblo que observe el aniversario del Éxodo como la festividad de Pésaj.
ENGAÑÓ AL ÁNGEL DE LA MUERTE
Por Aharon Loschak
“El Satán, el ángel de la muerte y la inclinación al mal son uno solo.” (Bava Batra 16a).
Reb Shmaya era un jasid venerable del Rebe de Kotzk, el rabino Menachem Mendel Morgenstern. Los amigos de Shmaya lo conocían como sincero, piadoso y humilde, más que cualquier otra persona que conocían.
Y entonces, ocurrió el desastre. Shmaya cayó gravemente enfermo. Su situación se deterioró y, en poco tiempo, el final se acercaba. Yacía en su lecho de muerte, terriblemente pálido, aferrándose a los últimos hilos de vida.
Los que estaban a su lado notaron que estaba murmurando para sí mismo. Ansiosos por escuchar las últimas palabras de este renombrado y estimado jasid, rápidamente se acercaron para disfrutar de lo que seguramente sería una lección profundamente significativa e inspiradora.
Imaginen su decepción cuando no oyeron nada por el estilo. Con los últimos vestigios de energía que le quedaban en su frágil cuerpo, Reb Shmaya se volvió hacia ellos y dijo: “Ya ven, la inclinación al mal siempre está ahí, lista para saltar y sacar provecho de cada uno de mis movimientos. Incluso ahora, mientras estoy aquí, listo para encontrarme con mi Creador, esa astuta y nociva criatura está a mi lado, susurrando:
“Reb Shmaya, ¡ahora es tu oportunidad! Estás a punto de morir y todos están ansiosos por escuchar lo que vas a decir. Aprovecha la oportunidad y sal como una estrella. Di Shemá con todas tus fuerzas y asegúrate de pronunciar la última palabra como es tu costumbre. La gente quedará muy impresionada y te recordará por siempre como un jasid de piedad y devoción incomparables. Durante siglos, la gente dirá: “¡Con tanta concentración, Reb Shmaya murió con las últimas palabras del Shemá en sus labios!”. ¡Adelante! ¡Deja tu marca!’”
“No puedo darle a la inclinación al mal una victoria como esa”, dijo Reb Shmaya, “así que todos déjenme solo y déjenme morir en paz”.
Para sorpresa de todos, Reb Shmaya se recuperó milagrosamente. En Kotzk se decía que, debido a que le había negado al Ángel de la Muerte su gran victoria, se había dado por vencido y lo había dejado en paz.
REGLAS DIVERSAS DE KASHRUT
Además de las leyes básicas de kashrut como las especies de carnes y pescados kosher y la separación entre carne y lácteos, existen otras consideraciones en el kashrut. Las siguientes son algunas:
Cocción Judía
Como regla general, los alimentos deben ser cocidos u horneados por una persona judía. Alimentos cocidos u horneados por una persona no judía no son considerados kosher, aunque contengan únicamente ingredientes kosher. Hay, sin embargo, excepciones a esta regla:
• Si una persona judía está involucrada de alguna manera en la cocción u horneado de los alimentos.
• Si los alimentos pueden ser consumidos crudos o no son suficientemente prestigiosos para “agradar la mesa de un rey”.
• Si es pan horneado comercialmente (a diferencia del pan casero), que puede estar exento bajo circunstancias apremiantes.
Bebidas Kosher
Leche
La leche kosher debe ser producida bajo supervisión judía para asegurarse de que solo contiene leche de animales permitidos. En lugares donde no hay disponible leche supervisada, algunas autoridades rabínicas aceptan la inspección gubernamental como una forma segura de que, de hecho, la leche es de vaca pura (aunque no en todos los países existe esta norma).
Vino
El vino se utiliza para el kidush, la havdalá y los casamientos, y era usado en el Templo Sagrado para el servicio, pero también con fines idólatras. Por esta razón, el vino, el jerez y el jugo de uva, o cualquier producto que contenga jugo de uva o vino, debe ser producido y manipulado exclusivamente por judíos observantes de la Torá y debe llevar un sello de kosher para asegurar que su producción fue de acuerdo con las leyes del kashrut.
El vino hervido (conocido como mevushal), sin embargo, no tiene un uso sacramental y, por lo tanto, no es afectado por la manipulación de una persona no judía. Este vino, generalmente, está marcado como mevushal en su etiqueta.
Los Diezmos
En tiempos bíblicos, el agricultor israelí separaba porciones de su cosecha para varios diezmos. Hoy, en la ausencia del Templo Sagrado, algunos de estos diezmos no se consumen, sino que se eliminan de manera respetuosa.
Los productos importados de Israel también están sujetos a estas leyes, así que hay que asegurarse de que lleven el sello de una agencia de kashrut confiable.
Otra regla relacionada con la cosecha es el mandamiento bíblico de no comer el fruto de un árbol durante los primeros tres años desde que fue plantado, llamado orlá. Fuera de Israel, esta prohibición se aplica únicamente a frutos de los que tenemos certeza que son orlá.
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