El fin de una guerra o inclusive un alto el fuego que da respiro y cierta tranquilidad en el momento, suelen ser percibidos como una buena noticia, como un desenlace esperado después de un cruento conflicto bélico. Pero cuando el otro lado de la ecuación es la organización terrorista Hezbolá y cuando se oye de boca de sus representantes, así como de figuras oficiales del Estado libanés , comentarios aclarando que Israel no tendrá libertad de acción en territorio libanés, no hay muchas razones para tener confianza.
Y dado que quien no conoce el tema puede pensar que es lógico que un país no tenga libertad de acción en el territorio de otro, que este caso es muy diferente: el territorio libanés está capturado en la práctica desde hace 40 años por una organización terrorista que cumple la agenda de Irán, que dice “proteger” a la población libanesa pero en realidad la arriesga y la expone para atacar a la población civil de Israel. La libertad de acción de la que se habla es para reaccionar a cualquier violación del alto el fuego.
Israel ha actuado con dureza contra la infraestructura armada terrorista de Hezbolá pero no ha atacado blancos libaneses propiamente dichos, sistemas del Estado libanés. Entendemos la lógica y la visión detrás de esta línea, pero en realidad tenía su arista problemática ya que los casi 14 meses de guerra con más de 17.000 misiles y cohetes, además de numerosos drones, con los que se enloqueció a la población de Israel, fueron lanzados desde Líbano, sin que el ejército libanés haya hecho nunca nada para frenarlo.
Israel acepta al parecer- o sea, falta la confirmación formal definitiva del gabinete que se reúne este martes de tarde- el alto el fuego, en cuyo marco Hezbolá se retirará al norte del río Litani, lo que Israel exigió desde un principio, pero lo hace más que nada en base a promesas de Estados Unidos que ni Líbano ni Hezbolá han aceptado públicamente. El tema de la libertad de acción es clave en caso de violaciones del alto el fuego y un notorio intento de Hezbolá de volver a armarse e instalarse en el sur.
La desconfianza en el acuerdo no deriva sólo de los lanzamientos de cohetes de este lunes por la noche, que causaron destrucción por ejemplo en Naharía, con dos heridos. En la ciudad ya hubo últimamente cuatro civiles muertos.
Es bastante simbólico que justamente en la víspera de lo que parece ser un anuncio de alto el fuego entre Israel y Hezbolá, haya dos heridos en la ciudad de Naharía por el impacto de un cohete junto a un edificio. Paramédicos de Magen David Adom @Mdais que llegaron al lugar,… pic.twitter.com/8Ta5su2sBf
— Jana Beris (@JanaBeris1) November 25, 2024
El profundo escepticismo deriva del hecho que Hezbolá aún tiene claro poder de fuego, aunque ha perdido mucho de sus infraestructuras y su arsenal. Pero nadie puede hacerse ilusiones de que con este acuerdo, por más que sea sólo un alto el fuego por 60 días por ahora, se instale la paz. En absoluto. Hezbolá no deja de ser un enviado de Irán, no renuncia a su deseo de destruir a Israel e Irán no cesará en sus intentos de armarlo. No está claro que sean plenamente conscientes de todo lo que Israel les destruyó o mejor dicho que logren traducir eso en una nueva actitud.
Si bien falta aún leer el acuerdo completo, que aún no ha sido publicado, y esperar la decisión definitiva del gobierno de Netanyahu, ya hay mensajes claros para enviarle.
El tiempo dirá-esperamos que no con muertos y heridos mediante- si este acuerdo es otro ejemplo de la línea que siempre siguió el Primer Ministro Netanyahu, que contrariamente a su imagen belicosa a ojos de los críticos de Israel, nunca tuvo la firmeza suficiente para enfrentar a los peores enemigos. Detrás de sus discursos en tono firme, sus advertencias y amenazas, hubo mucho más contención donde debería haber habido ataque, lo cual no aportó a la paz sino al fortalecimiento de los enemigos: Irán nunca estuvo tan cerca de una bomba nuclear y Hamas y Hezbolá, hasta el 7 de octubre, tenían una infraestructura terrorista que fue construida durante años , que debería haber sido frenada muchísimo antes por Israel.
Es oportuno recordar cuántas críticas y cuánta demonización hizo Netanyahu del acuerdo de gas que firmó el gobierno de Yair Lapid con Líbano, por no presentarlo a votación ante la Kneset, Parlamento de Israel. Indudablemente, esto es muchísimo más significativo.
Otro elemento, central, es recordar que si el gobierno se permite firmar un alto el fuego con Hezbolá, que está debilitado pero evidentemente mantiene aún seria capacidad de fuego, no hay razón ninguna para que no haga lo mismo e inclusive termine la guerra en Gaza, para recuperar a los israelíes que se están muriendo en los túneles de Hamas. Si se sigue allí en esta guerra que se lanzó en forma tan justificada tras la masacre del 7 de octubre del 2023, ya no es sólo por consideraciones de seguridad. Si se puede parar el fuego ante el monstruo de Hezbolá, se puede ante Hamas.