Este sábado 9 de noviembre, por enésima vez, decenas de miles de israelíes se dieron cita en distintos actos en todo el país y muy especialmente en la Plaza de los Secuestrados en Tel Aviv, para exigir la liberación de los secuestrados que siguen cautivos en manos de Hamas en Gaza desde hace ya 400 días.
Familiares de los secuestrados-padres, hijos, hermanos, primos, tíos, abuelos- llegan semana a semana a estas reuniones, seguramente sin pensar que por ellas al día siguiente podrán abrazar a su ser querido que hoy está en Gaza. Pero entienden que el tema debe permanecer sobre la mesa en forma constante. Que es peligroso que se olvida. Y a menudo pensamos que más que nada, tienen la necesidad de compartir, para que esté claro que la lucha no puede ser solamente suya a nivel personal.
Quizás para recordarse a sí mismos que no están solos, aunque el apoyo constante del Foro de Familias de los Secuestrados, es un ancla clave y decidida que les hace bien.
Habiéndose llevado a cabo este sábado por la noche la ceremonia en la plaza con la singularidad de los 400 días ya transcurridos desde el 7 de octubre, compartimos parte del comunicado del Foro de Familias y las fotos del evento. Y yo las miro, reconozco los rostros y las miradas de familiares de secuestrados a los que nunca entrevisté, y no puedo contener el horror de pensar cómo siguen adelante.
Este fue el comunicado del foro:
En la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv, las madres de los rehenes, vestidas de blanco, abrieron la conmemoración con una poderosa protesta silenciosa. Durante toda la semana, han estado realizando vigilias silenciosas en Jerusalem, exigiendo el regreso de los 101 rehenes. Rompiendo su silencio, las madres cantaron entre lágrimas "Vuelve a casa, madre".
Así dijo Ramos Aloni, cuyas hijas Danielle y Sharon y sus nietas Emma, Yuli y Emilia fueron liberadas en el acuerdo anterior, y cuyo yerno David Cunio sigue en cautiverio de Hamas:
"Hace más de un año, hablé en la primera manifestación multitudinaria para exigir la liberación de todos. Ninguno de los cientos de miles de personas presentes en ese momento imaginaba que nos volveríamos a encontrar 400 días después de ese maldito 7 de octubre, con nuestros seres queridos todavía languideciendo en cautiverio de Hamas. Después de 400 días, 101 rehenes permanecen en Gaza, algunos vivos, otros muertos. Los que aún viven no saben cuántos sobreviven ni su condición física y mental después de 400 días de sufrimiento en condiciones horribles, en túneles oscuros, sin aire ni luz del día, sin saber si sobrevivirán un día más. Mis hijas, que regresaron después de 50 días, describen las terribles condiciones físicas y mentales del cautiverio, y están seguras de que no habrían sobrevivido mucho más tiempo".
Y así habló Niva Wenkert, madre del rehén Omer Wenkert:
"Nos hemos quedado sin palabras. No hay palabras para describir nuestro dolor, nuestra decepción, nuestra ira y nuestra ansiedad. No hay palabras que puedan expresar nuestro miedo mortal. Estamos en silencio porque lo hemos dicho todo: hemos suplicado, implorado, concedido entrevistas y discursos. Sin embargo, nada cambia. Los días van y vienen, y el mundo sigue como siempre. ¿Cuánto tiempo más? ¿Cuántos muros más deben tambalearse? ¿Cuántas lágrimas más deben caer y cuánta sangre más debe derramarse antes de que alguien haga lo que se debe hacer y traiga a nuestros hijos a casa? Cuatrocientos días... ¿Alguien puede siquiera imaginarlo? ¡Cuatrocientos días de miedo! Estamos en silencio, pero no nos hemos rendido. Una madre nunca se rinde. ¡Nunca!"
También en otros sitios hubo actos solemnes.
Lishay Miran Lavi, esposa de Omri Miran secuestrado del kibutz Najal Oz habló en el cruce carretero de Sha'ar HaNegev, en el sur de israel: "Cuatrocientos días. Cuatrocientos días de añoranza que quema todo tu cuerpo. Cuatrocientos días de preocupación que impide dormir, progresar, respirar. Para mí, es otro día en esta pesadilla que estamos viviendo. Luchamos para mantener este tema en la agenda, para explicar la urgencia. Viajamos por Israel y el mundo, exhaustos, tratando de convencer a los demás. Cuatrocientos días. Pero no nos rendiremos. Ni ante nuestras familias. Ni ante nuestros seres queridos. Ni ante nuestros valores. Necesitamos que sean liberados en una etapa: una para ayudar a sanar nuestros corazones rotos, una para traer a todos de vuelta, algunos para rehabilitación y otros para un entierro apropiado, una etapa para poner fin al dolor de esta guerra. Para emerger de la oscuridad en la que hemos estado atrapados durante cuatrocientos días".