Dos testimonios desde el sur de Israel
El 7 de octubre, la masacre de la que están por cumplirse 400 días, marcó un antes y un después en las relaciones entre la zona adyacente a la Franja de Gaza en territorio israelí y el vecino territorio palestino. Por lo que hizo Hamas y por el papel jugado por numerosos civiles palestinos.
Entre las víctimas mortales y entre los secuestrados, hubo también israelíes de los kibutzim cercanos a la frontera que no sólo estaban a nivel ideológico a favor de la paz con los vecinos gazatíes, sino que trabajaban en la práctica para crear esa relación. Son muy conocidos los casos de los israelíes de Nir Oz, como Odef Lifshitz, octogenario, aún en Gaza, que iban voluntariamente a la frontera a recoger a palestinos que entraban a Israel a recibir tratamiento en hospitales, para trasladarles y así aliviarles la jornada tanto en cuanto a gastos como acompañándoles para que todo sea más fácil.
Y muy fuerte fue el caso de Vivian Silver, co fundadora del grupo Mujeres por la Paz, asesinada en su casa en el kibutz Beeri.
Preguntamos al respecto a dos miembros del kibutz Ein Hashlosha, evacuado hace pocos meses a la ciudad de Netivot. Pedimos a Pablo Leffler y Ruben Friedmann su evaluación respecto al futuro con los palestinos y acerca de si acaso todo se ha terminado y ahora no puede haber nada en común.
El problema no pasa solo por el hecho que Hamas cometió la matanza sino por el papel jugado por civiles palestinos, que celebraron y hasta participaron en crímenes.
Ruben Friedmann, que al ser evacuado de Ein Hashlosha el 8 de octubre vio la muerte frente a sus ojos al pasar al lado de numerosos vehículos de los que sobresalían cuerpos sin vida asesinados en la carretera 232 , tiene claro que la única opción es separación total.
Un antes y un después del 7 de octubre.