Estos son en Israel días de conmemoración. El domingo se señaló el día oficial de duelo por las víctimas mortales de la masacre de Hamas y por todos los soldados caídos desde entonces en la defensa de Israel. Toda la semana se dedica a destacar el apoyo a los heridos que arriesgaron sus vidas para cuidar al país. Y por doquier se transmiten las historias de quienes ya no están y de quienes sobrevivieron para contar la suya personalmente.
El kibutz Ein Hashlosha ubicado a 2.4 kms de la frontera con la franja de Gaza, no se salvó aquel día. “La sacamos barata”, nos dijo un amigo de allí, en amarga referencia al hecho que en el kibutz fueron asesinadas “sólo” 4 personas, no decenas como en otros cercanos. Pero cada una era un mundo.
De todos modos, el impacto de aquel día no se mide solamente en los muertos, aunque evidentemente eso es lo peor, porque es irreversible. La angustia, el temor, la espera a que llegue el ejército, oír los gritos de los terroristas merodeando las casas o ya en su interior, la destrucción, y las escenas que vieron en los caminos quienes finalmente lograron salir hacia un lugar seguro, todo eso no lo olvidarán jamás.
Conversamos al respecto con uno de los sobrevivientes, el uruguayo israelí Ruben Friedmann, colarabor fiel desde hace muchos años de la edición impresa de Semanario Hebreo con su columna semanal sobre deportes en Israel.
Fuimos recientemente a visitar a Ruben a su nueva casa, temporaria, en la ciudad de Netivot, a la que se mudó el kibutz como comunidad, hasta que sea posible volver a Ein Hashlosha.
Ruben llegó de Uruguay a Israel en 1971. Estudió en Beer Sheba , volvió a Uruguay por un año al fallecer su padre, regresó en 1973, la guerra de Iom Kipur le alteró los planes de seguir estudiando, se mudó a Ein Hashlosha, donde en aquel momento tenía familia y justo al finalizar la guerra se enroló por dos años al servicio militar. En 1975 decidió ya quedarse en forma fija en Ein Hashloshá.
A su esposa Estela Waiserbas, que llegó a Israel en 1977,la conoció en Uruguay cuando ambos viajaron por separado a ver a sus familias. En 1980 se casaron y se quedaron a vivir en el kibutz.
Este es un resumen del relato de Ruben sobre cómo vivió aquel sábado 7 de octubre.
No sólo cohetes
P: Ruben ¿cómo recordás lo que ustedes, vos y Estela, vivieron en vuestra casa en el kibutz cuando entraron los terroristas?
R: Cuando sonaron las alarmas, entramos inmediatamente al refugio, pensando al principio que era, como siempre, sólo cohetes. Pero empezamos después a entender que era algo diferente, porque teníamos un televisor en el refugio y ahí cuando empezaron los informes nos dimos cuenta de que había una situación distinta. Al rato empezamos a sentir tiros de armas ligeras, algo que no era normal en el kibutz por supuesto. Por un rato las comunicaciones internas del kibutz, los grupos de whatsapp por ejemplo, quedaron trancadas. Pero después empezaron a llegar unos mensajes diciendo que hay incursión de terroristas dentro del kibutz, que apaguemos las luces de las casas y que apaguemos el aire acondicionado del refugio para que no haya ningún ruido y si llegan terroristas piensen que no hay nadie en casa.
P: Entiendo que por el problema de la cobertura de los celulares, ustedes demoraron en enterarse de la entrada de los terroristas al kibutz. Y que fue vuestro hijo Itai quien les avisó, desde afuera.
R: Así es. Llevó tiempo hasta que entendimos que no eran sólo cohetes y misiles sino algo más fuerte.
P: ¿Cómo explicar que en Ein HaShlosha el daño haya sido tanto menor que por ejemplo en Nir Oz, que está al lado?
R: Hubo dos cosas que podemos decir relativamente que nos salvaron. Un tanque que venía de Kisufim e iba en camino al kibutz Nirim y a Nir Oz, vecinos nuestros, vio en el camino que terroristas iban hacia Ein HaShloshá . El tanque los atacó, mató una buena cantidad de terroristas que evidentemente ya no pudieron irrumpir al kibutz. Entonces entraron a nuestro kibutz muchos menos que a otros lados.
Y hubo otro elemento, un helicóptero de la Fuerza Aérea. Algo después de las 10 de la mañana se enteraron que había terroristas escondidos en las plantaciones de banana. Ahí terminaron de liquidarlos. O sea que el ataque terrorista a Ein HaShloshá terminó hasta el mediodía.
Las víctimas mortales
P: Pero evidentemente, alcanzaron a asesinar a cuatro personas. Y de todos modos, tuvo que quedarse en los refugios mucho tiempo.
R: Por supuesto. Los terroristas entraron por dos puntos del kibutz, por el portón de atrás, y de ahí atacaron al barrio ubicado más al sur, y también por la parte cercana a la piscina, zona donde mataron a otros javerim, a otros miembros del kibutz.
En esa zona los hijos de una de las víctimas lograron neutralizar terroristas. Mataron a la madre de Liora, que había venido a ayudarla porque acababa de tener familia. La mujer fue asesinada cerca de la casa de mi mamá.
P: Me imagino que habrás pensando en tu mamá, que lamentablemente ya falleció, pero imaginar cómo habría vivido una situación así, es muy duro.
R: Sin duda ninguna. Fijate que la señora, la mamá de Liora, que había llegado al kibutz para cuidar a sus nietos, se quedaba en una casa que se usa para hospedar a los visitantes del kibutz. Cuando ella salió de allí para ir a donde estaban su yerno y sus nietos, se topó con los terroristas que la asesinaron en el momento. Esa cada queda a 20 ó 25 metros de donde vivía mamá.
P: Me imagino el estremecimiento.
R: Es que yo sentí que mamá desde arriba me cuidó. Mamá, como recordarás, había fallecido en mayo. Cuando había alarmas en el kibutz yo siempre corría a su casa a cerrarle la ventana de acero en el refugio porque ella no tenía fuerza. Si el 7 de octubre mamá hubiese estado vivo y yo hubiese tenido que ir a su casa a cerrarle la ventana, ahora no estaríamos hablando.
P: Dios no permita…
R: Me hubiesen estado esperando los terroristas en el camino a su casa. Y fue justamente ahí que asesinaron a Noa Glassberg, la hija de Rita y Arie que seguramente mucha gente del Hanoar Hatzioni recuerda porque fueron shlijim (enviados especiales) a Uruguay hace muchos años. Noa se había mudado en julio a la casa donde antes vivía mamá.
P: Pone los pelos de punta pensarlo…
R: Pobre Noa, justo entraron por ahí. Y a la vecina de Noa le quemaron toda la casa y ella estaba en el refugio. Logró salvarse. Su casa quedó totalmente destruida. Pero hubo otro caso de una mujer argentina-israelí que murió quemada en su refugio. Y en el otro barrio, al lado de la secretaría, fue asesinado Rami, el encargado de seguridad del kibutz.
Información de adentro
P: ¿Algún dato especial de cómo fue que lograron matarlo justo a él?
R: Nosotros creemos que lo estaban esperando. Los terroristas, evidentemente, habían tenido alguna información previa, porque sabían incluso dónde estaba el depósito al que sabían que la gente correría a buscar armas si había un problema de seguridad. Él fue el primero en ir allí y lo estaban esperando muy cerquita. Creemos que algún palestino, trabajadores temporarios que vinieron, pasaron la información. Años antes sí teníamos trabajadores fijos de Gaza. Cuando empezó la incursión terrestre contra Hamas, en Khan Yunes el ejército encontró un mapa de Ein HaShloshá, que está enfrente. Y estaba marcada la casa de Rami. Está claro que alguien pasó información. Ese fenómeno fue especialmente notorio en Beerí y Kfar Aza.
P: Otros kibutzim, de los peores escenarios de la masacre.
R: Así es.
La salida del refugio y el horror del camino
P: ¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes en el refugio?
R: Estuvimos hasta el domingo de tarde, más de 30 horas. Vinieron del ejército, nos fueron sacando casa por casa para estar seguros de que no quedaba nadie. Vinieron con dos camiones blindados del ejército para poder llevar a la gente mayor, a la gente con limitaciones para movilizarse. Primero a una estación en el kibutz Mishmar HaNeguev donde estaban los ómnibus que llevaban a los evacuados a hoteles del Mar Muerto o de Eilat.
P: Ineludiblemente, pasaron por la carretera 232, una arteria principal de la zona, que fue escenario de numerosos asesinatos. ¿Qué vieron ahí?
R: Ahí estaba todo lo que había pasado el día anterior. Pasamos por donde había sido el festival de música Nova y la verdad es que las imágenes eran terribles. Había cientos de coches incendiados, quemados a los dos costados del camino. Me hicieron acordar a imágenes que había visto de la guerra en Ucrania, que no pensé se podía ver acá.
P: Cuerpos sin vida…
R: Muchos. Es que el servicio de rescate de los cadáveres, que se ocupa de llevarlos del lugar de una catástrofe al sitio en el que los pueden identificar, todavía no había empezado su trabajo. Entonces, se veía cadáveres como sobresaliendo de las puertas de los coches que en muchos casos se les prendió fuego luego de asesinar a la gente. Y en algunos casos no podíamos estar seguros si los cuerpos que veíamos eran de víctimas o de terroristas.
Ese camino de unos 10 ó 12 kilómetros hasta que llega a la carretera que conecta con Beer Sheba, nos quedará en la memoria toda la vida. Son imágenes que es difícil que se borren de la mente.
P: Y en ese momento tampoco sabían todavía la dimensión de todo el horror en la zona.
R: No, no se sabía. En la televisión al principio hablaban de 200 muertos y me acuerdo de que cada hora iban subiendo el número de muertos, ya sea de soldados o de civiles. Tampoco se sabía todavía el número de secuestrados.
Todo estaba en medio de una gran incertidumbre. Pero lo seguro es que vimos muchos cuerpos, era terrible ver la muerte.
Visión de futuro
P: Ruben, hace varias décadas que estás en Israel. Con Estela tienen dos hijos y seis nietos, que además también viven en el sur. ¿Cómo se ve el futuro?
R: El futuro depende de cómo termine todo. Por ahora no se ve una solución de fin de guerra. Ese es el problema más grande que hay, porque todos-no sólo Estela y yo- para poder volver a Ein HaShloshá precisamos antes de volver tener la sensación de seguridad de que lo que pasó el 7 de octubre no vuelva a pasar.
Y eso no es fácil, porque evidentemente uno se da cuenta de que el Hamás no se va a transformar de lobos a corderitos. Es que tampoco alcanza con eliminar a los líderes, porque ahí todo empieza por una idea determinada. Y esa idea no se les va a ir de la cabeza, más que nada tomando en cuenta la influencia que ha tenido el
Hamás en la Franjade Gaza desde que tomaron el poder en el 2007, determinando todos los contenidos de educación, imponiendo su agenda en todo.
P: Envenenaron las mentes de toda la población civil.
R: Así es. Yo fui miembro del consejo regional Eshkol, la zona en la que se haya Ein HaShlosha. En ese marco pensábamos que se podría llegar a algún acuerdo de cooperación entre nosotros y la población de Gaza o del gobierno o los que estén en Gaza, para que ellos puedan mejorar. Pero nos dimos cuenta después del 7 de octubre que eso es inútil, no tiene ninguna solución. O sea, acá, evidentemente, la solución es separarnos. Totalmente.
P: Yo creo que ni eso alcanza a los extremistas. Recordemos que Israel se retiró de Gaza completamente en el 2005.
Y por otro lado miles de palestinos pasaban todos los días a Israel desde Gaza a trabajar o a recibir tratamiento en hospitales israelíes. Esa era la situación cuando Hamas atacó el sur de Israel.
R: Exacto. Por eso yo pienso que ellos tienen que hacer su país, desarrollar todo lo que sea, dentro de Gaza o en Judea y Samaria.
P: O sea, decís que tampoco vengan a trabajar a Israel.
R: Nada. Separarnos completamente.
P: Y que Israel tampoco se encargue de abastecer agua ni electricidad decís...o sea, que Israel y Gaza no tengan nada que ver.
R: Nada. Que se encarguen de sus cosas, con la ayuda de países árabes , con un plan internacional de ayuda, lo que sea. Pero no con Israel. Esta guerra nos dio la pauta claramente que no puede haber un futuro común para Israel y los gazatíes. De Judea y Samaria no hablo, no sé, pero con los gazatíes, que son mis vecinos, no tenemos nada en común.
P: Muchas gracias Ruben por tu tiempo. Lástima que se haya llegado a conclusiones tan duras.
R: Así es. Gracias a vos Ana.