Por Sarit Zehavi, fundadora y Directora de ALMA
Imágenes: página de ALMA
N. de Red: La autora de este análisis, Coronel en la reserva, es la fundadora y directora del centro Alma-Israel, especializado en la investigación a fondo de los desafíos con los que lidia Israel en su frontera norte.
La Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) lleva mucho tiempo hablando sobre la necesidad de hacer cumplir la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas , adoptada en 2006, cuyo objetivo era impedir la intensificación militar de Hezbolá en el sur del Líbano. Pero hay una diferencia enorme entre sus declaraciones y sus acciones en el terreno.
A lo largo de los años, Israel ha instado repetidamente a la FINUL que aplique con firmeza la resolución, proporcionando pruebas del atrincheramiento militar y terrorista de Hezbolá en la región. La FINUL ha eludido sistemáticamente la responsabilidad, sosteniendo que la tarea de hacer cumplir la ley recae en las Fuerzas Armadas Libanesas (el ejército libanés), y alegando que su función es apoyar al ejército de Líbano en esta misión y prestar asistencia humanitaria a los civiles locales. Pero por su parte, el ejército libanés ha ido quedando cada vez más infitrado por el propio Hezbolá.
Las recientes imágenes difundidas por las Fuerzas de Defensa de Israel de sus operaciones en el sur del Líbano han revelado un hecho aterrador: no sólo que la FINUL no ha logrado siquiera supervisar la masiva acumulación de armas de Hezbolá, sino que, de hecho, Hezbolá había convertido zonas boscosas abiertas y aldeas del sur del Líbano en una plataforma de invasión, equipada con monstruosas cantidades de armas, con el fin de lanzar una futura incursión de asesinatos en masa en el norte de Israel al estilo del ataque de Hamas el 7 de octubre. Y no había nadie allí para supervisarlo.
Peor aún, Hezbolá utiliza ahora rutinariamente a la FINUL como escudo humano, pero la FINUL se niega a abandonar la zona de conflicto, lo que plantea una grave amenaza a las operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel y a los esfuerzos israelíes por proteger a la población del norte de Israel.
Un problema clave deriva de la interpretación de la Resolución 1701. Esta resolución puede leerse de diferentes maneras, pero la conclusión es que ni la FINUL ni el ejército libanés han hecho cumplir sus estipulaciones.
La FINUL, al darse cuenta de que cualquier acción que emprendiera que se asemejara a una intervención de seguridad o movimiento en las zonas dominadas por Hezbolá pondría en peligro la vida de sus soldados, comenzó a priorizar la asistencia humanitaria por sobre su misión militar principal. La FINUL, que ha crecido de 2.500 a 10.000 soldados a lo largo de los años, justificó su enfoque citando preocupaciones jurídicas. Según la fuerza, carecía de autoridad para entrar en “propiedad privada” en aldeas libanesas sin una orden judicial libanesa. A pesar de esto, no hay registro de que la FINUL haya intentado obtener tal orden, lo que socava aún más su credibilidad.
En los últimos años, la FINUL también ha evitado entrar en grandes áreas abiertas en el sur del Líbano, donde Hezbolá ha estado construyendo infraestructura militar. Estas áreas abiertas, a diferencia de Gaza, ofrecen vastas extensiones de tierra donde Hezbolá opera sin interferencias. La FINUL no ha patrullado entre aldeas ni en áreas remotas.
En enero, el Centro Alma elaboró mapas que documentaban 26 zonas militares de Hezbolá en zonas abiertas donde Hezbolá había construido su infraestructura sin ninguna interferencia de la FINUL.
Esta actitud se extendió a los puestos militares de Hezbolá a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano, incluida la construcción de torres de observación. Siempre que las patrullas de la FINUL se acercaban a esas áreas, Hezbolá las amenazaba, lo que obligaba a la FINUL a retirarse, como admitió en sus propios informes.
La realidad sobre el terreno cambió drásticamente cuando las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron su operación terrestre en el Líbano el 1 de octubre, descubriendo una extensa infraestructura militar-terrorista de Hezbolá. Esta infraestructura, a la que se había permitido florecer bajo la vigilancia de la FINUL, incluía túneles, puestos militares avanzados y depósitos de suministros llenos de equipo para los combatientes de Hezbolá.
Las FDI encontraron uniformes, bolsos y motocicletas de los agentes militares de Hezbolá listos para ser utilizados en una invasión planificada de Israel. El nivel de preparación militar de Hezbolá en el sur del Líbano era verdaderamente alarmante, con depósitos de armas y sistemas de lanzamiento dispersos por toda la región, lo que reflejaba los patrones observados en Gaza. La amenaza a los residentes del norte de Israel era inmediata y masiva.
Durante la actual ofensiva terrestre, las FDI instaron a la FINUL a retirarse de la zona por su propia seguridad, pero la FINUL se negó, alegando que estaba cumpliendo su misión. Sin embargo, dada la extensión del atrincheramiento de Hezbolá, está claro que la FINUL no había estado cumpliendo su misión desde el principio. Si el objetivo real de la FINUL era proporcionar asistencia humanitaria, una fuerza tan grande es hoy totalmente innecesaria, ya que la mayoría de la población civil ha evacuado la zona.
Además, la negativa de la FINUL a reubicar sus fuerzas ha dado lugar a varios incidentes que han puesto en peligro a los soldados israelíes.
En las últimas dos semanas, Israel ha pedido repetidamente a las fuerzas de paz de la ONU que se aparten cinco kilómetros de la Línea Azul, la frontera trazada por la ONU entre Líbano e Israel, por su propia seguridad.
El 13 de octubre, la FINUL recurrió a Twitter para informar que las fuerzas de paz estacionadas en Ramyah habían observado a tres pelotones de las FDI cruzando la Línea Azul. Nada que digamos sobre la ironía de esta declaración será exagerado. En lugar de informar sobre los movimientos y actividades ilegales de Hezbolá a lo largo de los años, la FINUL se ha limitado a transmitir los movimientos militares israelíes, mientras que Israel ha tenido que lanzar el operativo en curso precisamente para hacer cumplir esa resolución que la FINUL no ha logrado hacer cumplir en absoluto.
Al día siguiente, el 14 de octubre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas expresó su “gran preocupación” después que varias posiciones de la FINUL en el sur del Líbano fueran atacadas en medio de enfrentamientos entre las FDI y Hezbolá. El Consejo de Seguridad subrayó que “las fuerzas de paz de la ONU y las instalaciones de la ONU nunca deben ser el blanco de un ataque” y pidió la plena aplicación de la Resolución 1701, al parecer sin tomar conciencia de cuán irónico era ese llamado.
La falta de firmeza de la FINUL a la hora de aplicar la resolución 1701 no sólo ha permitido que Hezbolá se instale claramente cada vez con más fuerza en el sur del Líbano, sino que también ha puesto en peligro a sus propias fuerzas de paz. A pesar de los esfuerzos de las FDI por evitar daños al personal de la FINUL, la naturaleza caótica de la guerra no puede garantizar la seguridad de nadie en una zona de combate ni asegurar que no haya daños a la infraestructura de la FINUL.
Mientras tanto, Hezbolá ha utilizado sistemática e intencionadamente las posiciones de la FINUL como cobertura para disparar contra las FDI, incluido un ataque con disparos el 6 de octubre que mató a dos soldados israelíes. Según la unidad del portavoz de FDI, el tiroteo se produjo cerca de una posición de la FINUL. Nada de esto parece preocupar mucho a la FINUL.
Si bien las FDI han sido cautelosas para evitar atacar a la FINUL, Hezbolá no ha mostrado tal moderación. Un vehículo de la FINUL fue alcanzado por disparos en diciembre de 2022, lo que resultó en la muerte de un soldado irlandés. Hezbolá, que ha llevado a cabo una larga campaña de intimidación contra la FINUL, negó su participación directa en ese momento, pero acusó al vehículo de tomar una "ruta inusual".
Los soldados de la FINUL se han enfrentado al acoso y la violencia de los simpatizantes de Hezbolá a lo largo de los años, y sus movimientos han sido bloqueados por turbas que arrojaban piedras.
A diferencia de Hezbolá, las FDI nunca han considerado a la FINUL como un enemigo. Las FDI han hecho hincapié constantemente en la necesidad de evitar causar daños a civiles y no combatientes, incluido el personal de la FINUL, y se comunican con ella a diario para conseguir que se refugie cuando surge la necesidad. Sin embargo, la presencia de 10.000 soldados de la FINUL en el sur del Líbano durante el conflicto actual ha complicado las operaciones de las FDI y ha expuesto a Israel a críticas internacionales injustificadas que nada tienen que ver con la realidad en el terreno.
Mientras Israel continúa sus operaciones en el sur del Líbano, la pregunta sigue siendo: ¿se opone la FINUL a la presencia ilegal de Hezbolá en el sur del Líbano? ¿Planea simplemente seguir siendo un observador pasivo de las flagrantes violaciones por parte de Hezbolá de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU? ¿Por qué guarda silencio mientras un ejército terrorista respaldado por Irán utiliza una fuerza tan grande, que no ha logrado mantener la paz, como escudos humanos?