Texto y fotos: Ariel Jerozolimski
7 de octubre, 06:29 de la mañana. Junto con la primera luz del amanecer en el sitio del Festival de Música Nova junto al Kibutz Reim familiares de los 410 jóvenes asesinados exactamente un año antes, se congregan junto a las fotos de recuerdo de sus adorados.
Aquel sábado del que se cumplió este lunes el primer aniversario, tras el disparo de 3000 cohetes, se activó el sistema de alarma nacional “color rojo” que hizo detener la música. Más tarde aprenderíamos que aparte de la música se detuvo el tiempo, y el país cambiaría.
Los jóvenes comenzaron a escapar por los campos aledaños, y por la carretera 232.
Los refugios pueden proteger de los cohetes pero los terroristas palestinos del Hamas que invadieron el sur de Israel y llegaron al sitio de la fiesta venían sedientos de sangre con el único fin de matar la mayor cantidad posible de israelíes logrando asesinar a más de 400, en la fiesta misma y acribillando a balazos y disparando cohetes antitanque RPG a autos que escapaban sin dejar ninguna chance de sobrevivencia ni resto humano alguno.
Algunos lograron llegar a refugios anti bombardeo que hay junto a paradas de ómnibus en la carretera pero los terroristas del Hamas sabían de esas estructuras protectoras, fueron hacia ellas y tiraron granadas adentro.
En la fiesta misma muchos jóvenes decidieron que la única opción que les quedaba era esconderse en 2 grandes contenedores destinados a la basura de la fiesta ocultándose bajo la basura o haciéndose pasar por muertos, pero esto tampoco los ayudó porque un terrorista que llegó ametralló a quemarropa a todos. Muy pocos se salvaron.
Este 7 de octubre, primer aniversario de la matanza, fuimos a aquel escenario de muerte.
Los familiares se paraban junto a las fotos en un memorial modesto, casi improvisado.
Madres, padres, hermanos, novios, todos lloraban desconsolados junto a las fotos de sus seres queridos, escuchaban los llantos desgarradores acompañados de la pregunta que se plantean a sí mismos: cómo seguir viviendo.