Entrevistas

De Montevideo a Sderot- testimonio

Con la uruguaya-israelí Micaela Bar Haim (Edery)


Micaela (31) nació y creció en Montevideo y estudió en el Yavne hasta el 2007, cuando hizo aliá-se radicó en Israel- junto a sus padres Jackie Bister y David Edery y sus hermanos. Hoy Micaela está casada y tiene 4 hijos.

Al llegar a Israel la familia se instaló primero en Raanana y luego se mudaron a Modiin. Micaela hizo dos años de servicio comunitario en "Shalva", una organización para niños con discapacidades intelectuales y físicas. Al finalizar esa etapa, estudió su primer título en terapia ocupacional, se casó y  hoy en día trabaja como terapeuta en un centro de desarrollo infantil y en un colegio de educación especial para niños en el espectro del autismo. 

 

P:Micaela, como te comenté cuando estábamos pactando esta entrevista, quisiera, ya que publicamos esto cerca de  Rosh Hashaná, concentrarme en las historias de luz, de inspiración, de resiliencia, todo eso que fue evidente en el pueblo de Israel a raíz del horror del 7 de octubre. Pero es ineludible comenzar pidiéndote que me cuentes cómo fue tu 7 de octubre, especialmente recordando que vivís en Sderot. Entiendo que tu esposo no estaba en casa cuando empezaron a sonar las alarmas porque había ido a preparar el beit hakneset para Simjat Torá. Vos estaba sola con tres niños chicos, entiendo que también embarazada, y entraste al refugio. Contame por favor lo que puedas, lo que quieras, de cómo fue esa mañana y luego el resto del día.

 

R: Podría contarte primero cómo empezó mi 6 de octubre, o mejor dicho la celebración de Simjat Tora, que en Sderot es un jag, una festividad increíble. La gente sale  de las sinagogas a las calles a bailar y es una experiencia muy especial. Volvimos a nuestra casa a la 1 de la mañana o sea ya siendo el comienzo del sábado 7, después de estar en el Beit hakneset y hacer una cena de jag con un grupo de amigos. 

Mi plan era despertarme a las 8 de la mañana para poder ir al Beit hakneset en la mañana, así que dormí con el celular al lado para escuchar el despertador. Sobre las seis y media me desperté con el sonido del tzeva adom, la alarma en Sderot, la voz que te dice “Color rojo” y que todos saben significa que hay cohetes en camino. Entré al mamád, o sea la pieza blindada en la que mis hijos dormían lo más tranquilos, (gran suerte de haber dormido tarde la noche anterior). 

Intenté seguir durmiendo hasta que vi que sonaba mi celular y era el número de mi suegro. Fue bastante raro ver su llamado en jag dado a que personas religiosas no usan teléfonos celulares. Deduje entonces que era algo importante  así que lo atendí. Me preguntó cómo estaban todos, dónde estaba David mi esposo, a qué hora salió  y adónde había ido.

P: Evidentemente él ya sabía algo de lo que vos todavía no estabas enterada.

 

R: Exacto. Yo no entendía todavía por qué me preguntaba todo eso, todavía no estaba al tanto de toda la situación. En mi cabeza sólo había habido unas  alarmas que sonaron en la mañana. Al rato me llamó mi esposo desde el Beit hakneset diciéndome que estaba todo bien pero que todavía no podían salir. 

P: Había terroristas en Sderot.

Una de las primeras imágenes que el israelí promedio captó entendiendo que algo terrible estaba ocurriendo: una camioneta con
terroristas en Sderot-y eran muchas más

R: Así es. Me dio mucha tranquilidad escucharlo y obviamente me quedé en mi casa. También me escribí con mis padres diciéndoles que estaba todo bien. Por suerte todo ese rato los chicos siguieron durmiendo así que no lo vivieron como algo estresante.

P: ¿Cuándo entendiste que lo que estaba pasando no era otra  jornada de cohetes sino algo mucho peor? 

R: Mi marido llegó al mediodía después que salió del Beit hakneset con un vecino que es policía y estaba armado. Me contó a grandes rasgos lo que sabía que estaba pasando en Sderot, que el gran problema ocurría en la estación de Policía. 

 

P: Que se convirtió en uno de los símbolos del 7 de octubre por la lucha heroica de los policías allí y porque la estación quedó totalmente destruida.

R: Te diré que en ese momento los chicos ya estaban despiertos así que intentamos mantener la calma sin entrar en demasiado detalle. Al rato golpeó la puerta un vecino que es oficial en el ejército y nos dio un poco más de información sobre lo que estaba pasando alrededor, sobre todo en los kibutzim . La  verdad que fue muy fuerte escuchar todo eso. Creo que llevó varios días captar realmente lo sucedido. Hasta el día de hoy no se logra captar del todo tanto desastre.

P: ¿Cómo se lidia con una situación así con tres niños chicos? 

R: Como te conté la noche anterior nos habíamos ido a dormir tarde y por suerte los chicos durmieron hasta tarde. Cuando se levantaron les expliqué que había habido “tzéva adóm” en la mañana y que nos vamos a quedar en casa, obviamente sin entrar en detalles innecesarios.
 Almorzamos, jugamos e intentamos mantener calma y cierta sensación de rutina y yo creo que eso fue super importante para llevar la situación sin transformarlo en algo traumante.

Micaela y su esposo con sus hijos mayores: Eliá de 7 años, Emuná de 5, Tamar de 2 y medio. Falta aquí Oriá que ahora tiene casi 4 meses

 

La evacuación, el desafío de estar fuera de casa

P: Ustedes fueron evacuados al principio a Petaj Tikva. No es fácil estar fuera de casa. ¿Qué da fuerzas para seguir adelante?

R: Fuimos un grupo de 30 familias, dos semanas en Petaj Tikva y luego nos mudamos todos juntos a un moshav llamado Beit Meir en el camino a Jerusalem. Fue una epoca intensa, no es fácil estar afuera de la casa y del ambiente que uno conoce. De repente uno no tiene las comodidades físicas a las que está acostumbrado , imaginate que tenés que compartir lavarropas con otras familias, comer en horarios específicos, dormir en una habitación de hotel. No fue fácil pero lo logramos superar. Yo creo que situaciones así  ponen las cosas en su proporción correcta. Todo el país estaba pasando por momentos muy duros, así que ¿cómo me voy a quejar que tengo que compartir el lavarropas?  

 

P: Qué importante no perder las proporciones…

R: Puede sonar un poco cliché, pero el ver a mis hijos y a mi esposo bien, felices de estar todos juntos y sanos, me dio tranquilidad y fuerza para llevar la situación. 

Otro punto importante que dio fuerza fue la kehilá, la comunidad hermosa que formamos, un grupo increíble de gente con la que que hasta el día de hoy seguimos en contacto. Solemos decir que somos un “kibutz". No es fácil de un día para el otro convivir con tanta intensidad pero tuvimos la suerte de estar en un grupo de gente activa que hizo  todo lo posible para llevar la situación lo mejor posible. Desde el principio se formó una comisión directiva la cual delegó distintos grupos de acción para los distintos temas en los que teníamos que organizarnos. 

P: Importantísimo eso, repartir justamente para poder compartir.

R: Exacto. Los que son maestros se juntaron y formaron el gan y la escuela, otros armaron un grupo de organización de actividades extracurriculares, otros estaban encargados de los shabatot- hacer compras, sorpresitas para niños y demás. Creo que el hecho de estar activos fue un factor clave para todos, nos dio mucho significado y energía para no quebrarnos.

Otra cosa que dio mucha fuerza fue el abrazo y la solidaridad de Am israel, el pueblo de Israel.

 

La solidaridad, el abrazo

P: Ese es justamente un punto central sobre el que te quería preguntar.

R: No hubo día sin recibir gente que simplemente quería hacernos pasar un buen momento, ya sea magos para niños, manicuras, masajes, deportes, de todo. No es fácil recibir tanto. Gracias a Dios siempre estuvimos del lado del que entrega y de repente nos encontramos del otro lado. Con el tiempo entendí que recibir también fue darle la oportunidad a la gente de sentirse significativo y activo.

P: Es muy cierto. Todo el mundo sentía necesidad de hacer algo, de aportar.

R: Exacto. La gente no podía más de estar en las casas mirando las noticias así que de algún modo fue un win win para todos, el que da y el que recibe. Todos ganamos.

P: Ustedes son una familia religiosa. ¿Cómo viviste tú ese proceso? Imagino que la FE, los valores judíos, ayudaron mucho a lidiar con esta situación.

R: Seguro, la sensación  que se está viviendo algo mucho más amplio que lo individual, que somos parte de la historia de nuestro país y pueblo, me ayudó mucho a lidiar con la situación. Como decimos en Pésaj que en cada generación hay enemigos que quieren eliminarnos y Ds nos salva de sus manos, eso me dio y me da mucha tranquilidad, y tengo una seguridad interna que de ahora en más van a pasar solo cosas buenas

 

P: De tu boca a los oídos de Dios. ¿Dirías que descubriste en el pueblo de Israel fortalezas que no conocías o con las que no te habías topado?

R: A mí nunca me gustó cuando alguien usa el término que en hebreo se dice “haisraelí hamejoár”, o sea el israelí feo, refiriéndose a un comportamiento maleducado o grosero.

P: Bueno, hay de todo en todos lados, también en Israel hay gente que uno no quiere de vecino.

R: Sí, claro. Pero yo siempre supe que en este país a pesar del temperamento que no siempre es fácil- especialmente para el que viene de afuera- no hay como nuestro pueblo en lo que es ayuda al prójimo, desconocidos que se comportan como hermanos que dan todo el uno para el otro. Esas características de unión todos los tenemos en nuestros valores judíos, a veces nos olvidamos y necesitamos algún recordatorio para mostrar realmente quiénes somos. 

 

P: ¿En qué, en tu experiencia personal, viste la solidaridad del pueblo, la resiliencia? O sea ¿dónde todo eso tocó a tu propia familia?

 

R: Desde el primer momento sentimos un abrazo enorme, como ya te conté gente de literalmente todo el país hizo todo los posible para hacernos pasar lo mejor posible

Una anécdota que me viene en mente fue un día que nos fuimos de paseo con mi familia a Eilat, para cambiar un poco de ambiente. En el hotel conocimos a una mujer de Sderot que estaba quedándose en Eilat todo ese tiempo. Charlamos un rato e intercambiamos teléfonos para seguir en contacto. Esa tarde sentimos que nos golpeaban la puerta, al abrir la vemos a ella cargada con tres bolsas enormes de snacks, bebidas, cremas para mí. Al preguntarle a qué se debe todo esto nos dijo con total naturaleza- sos como mi hija y quiero que tengas unas lindas vacaciones. Fue muy emocionante, una mujer que está viviendo un momento difícil igual que yo, tiene la grandeza de ver al prójimo, preocuparse por él y hacer un gesto tan lindo. 

 

P: Hermoso realmente.

R: Cuando nos volvíamos a Beit Meir, pensábamos tomar un taxi al aeropuerto, pero ella literalmente nos obligó a subirnos a su auto y nos llevó ella misma. Son gestos que emocionan…

 

La unión, entre el lema y la realidad

P: Como sabemos, hay muchas discusiones en el país y el "unidos venceremos" sigue estando en los carteles y sigue siendo un lema importante, pero no siempre en la vida diaria. ¿Qué hay que hacer en tu opinión para fortalecerlo? 

R: Yo creo que este año fue una lección enorme .”Unidos venceremos” no es un sticker, no hay otra opción .. A  nuestros enemigos no les importa si votamos derecha o izquierda, si somos religiosos o no. En momentos de discrepancia creo que hay que recordar estos momentos en los cuales religiosos de asentamientos en Samaria salieron a salvar gente del kibutz Beerí . Y el chef no religioso hizo su restaurante kasher para que todos los jailaim (soldados) puedan comer. Historias así hay  miles y nos prueban que esa es la realidad, esa es la raíz y todo el resto es confusión.

 

La vida en Sderot, antes y ahora 

P: ¿Ya volviste a Sderot? 

R: Sí, Volvimos a Sderot en el mes de abril. Estamos contentos de volver a nuestra rutina.

P: ¿Cómo explicar al exterior cómo es la vida en Sderot? Desde afuera lo que más se sabe es que es un blanco asiduo de los cohetes de Hamas. Pero sin duda es mucho más.

R: Sin lugar a dudas es mucho más. Quizá sea difícil de entender para el que lo ve básicamente en los diarios en épocas de guerra.  Creo que lo primero que identifica a la ciudad es la gente. Gente buena, cálida, sencilla ,sin vueltas. La sensación que todos se conocen, una kehilá muy fuerte y unida.

 En la vida diaria yo no siento miedo, hay una calidad de vida muy buena ya sea en educación, cultura  actividades para niños, organizaciones que incentivan el vínculo entre vecinos, centros de voluntariado que incentivan a los jóvenes ser activos, y yo creo que eso hace que se pueda llevar momentos difíciles con una actitud resiliente.

P: Mica, esto es hermoso y no tengo dudas que como bien lo describís, es parte central de la vida. Pero creo que hay que recordar claramente que vivir en Sderot también significó durante años vivir bajo las alarmas por los cohetes disparados desde Gaza. Así que destacar tanta luz es muy fuerte.

R: Es cierto. Es que tengo miles de ejemplos sobre lo que es la gente en la ciudad. Yo tuve a mi cuarto hijo hace casi cuatro meses y durante dos semanas no cociné ya que todos los días otra familia nos traía almuerzo y cena. Hoy mismo me pasó algo increíble, estaba haciendo unos mandados con mi bebé en el cochecito y de repente se largó una lluvia sin previo aviso. La señora que estaba al lado mío en la caja por pagar me dijo sin pensarlo - pásame a tu bebé y trae el auto cerca que yo te ayudo con las cosas así no se mojan. Es tan simple y a la vez tan emocionante encontrase con gente tan buena, que caracteriza mucho a esta ciudad.  

  Micaela con la chiquita, que estaba en su vientre el 7 de octubre, y naciò hace casi 4 meses

 

Un resumen optimista

P: ¿Cómo es tu vida diaria Mica? ¿Te sentís plena con el camino por el que vas marchando? 

R: Hoy en día estoy en licencia de maternidad, disfrutando con mi bebé, mis chicos y esposo. Trabajo en lo que me gusta, siento satisfacción en lo que hago.

P: ¿Lográs hacer un buen resumen de tu vida en el año que termina a pesar de todas las dificultades?

R: La verdad que sí, obviamente hubiese preferido que nada de esto hubiese pasado. Pero estoy contenta y orgullosa de haberlo  podido vivir esta situación vivido como familia de un modo sano y positivo.

P: ¿Qué expectativas tenés para el nuevo año que comienza?

R: Que sea un año de buenas noticias en todos los aspectos, un año de tranquilidad, de estabilidad y paz en todas las fronteras.

P: ¿Te parece que tus hijos lograrán crecer en un Israel en paz? 

R: Sí, yo soy optimista y sé que somos parte de un proceso largo . Pero por algo está esa frase que en hebreo es “am hanétsaj lo mefajéd medérej aruká”, o sea el pueblo eterno no teme a un largo camino.

 

Entre Uruguay e Israel

P: Vos viniste a Israel de muy jovencita. ¿Cómo es el resumen de tu vida acá? 

R: Yo llegué con 14 años, gracias a Ds tuve una muy buena adaptación, encontré un grupo de amigas increíbles, terminé mis estudios y formé mi propia familia.  Agradezco a mis padres por la decisión de haber hecho Aliá y darnos la oportunidad de vivir una vida judía plena en Israel.

 

P: ¿Y qué lugar ocupa Uruguay en tu vida? ¿Estás en contacto con tus amigas de Montevideo?

R: Uruguay siempre va a tener un lugar en mi corazón y siento que mi infancia tiene mucha influencia en la persona que soy yo . Tengo muchas amigas a las que quiero, extraño y recuerdo con muchísimo amor. Aprovecho para mandarles un gran abrazo y ¡Shaná tová!. 

Con amigos del Yavne: Pauli Braun, Karen Cauer, Elu Cynovich y Pato Falero

 

P: Hermoso Micaela conversar contigo. Gracias por todo esto, me encantó. Fue una gran alegría.

R: Para mí también, muchas gracias a vos. 

Ana Jerozolimski
(13 Octubre 2024 , 05:51)

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El autor de estas líneas fue dos veces Presidente de Uruguay

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2024-10-13T09:19:50-03:00