Por Enrique Rotemberg
Ya transcurrido un año del conflicto bélico declarado en Medio Oriente, consecuencia de la incursión de terroristas y simpatizantes del grupo Hamás a territorio israelí, muchos gobiernos y organizaciones mundiales exigen el alto el fuego y el fin de la ocupación militar en la Franja de Gaza.
¿Que significaría esta difícil decisión para Israel? 1. negociar la liberación de los 101 rehenes, algunos que siguen con vida y otros que probablemente ya la perdieron, a cambio de miles de prisioneros encerrados en las cárceles israelíes que volverían victoriosos a la Franja de Gaza o a países que los reciban, con el riesgo que algunos lideren o reorganicen el grupo Hamás u otra organización criminal que puedan crear; 2. que la Franja de Gaza siga siendo un centro de corrupción con la colaboración internacional, entre ellas de las propias Naciones Unidas, con un gobierno títere que responda a los intereses de las facciones armadas, tolere que ellos administren los cuantiosos dineros recibidos, continúen la fabricación y el contrabando de armas y su almacenamiento en sitios como mezquitas, escuelas, hospitales, casas de familia, con el consentimiento de sus pobladores o la obligación por necesidades económicas o temor a represalias a tener que hacerlo; 3) que continúen las incursiones violentas como ellos mismos preconizan o los ataques con misiles, cohetes o drones, en una población palestina que desde muy temprana edad aprende a odiar a sus vecinos, judíos o no, que viven en Israel.
El gobierno de Israel no tiene interés en ocupar la Franja de Gaza si se asegura la devolución de los secuestrados, la estabilidad en la región y el final de la acción de los grupos terroristas en el presente y futuro. Pero esa no es la única preocupación, actúan más grupos terroristas afincados en Líbano, Siria, Iraq, Yemen, Judea, Samaria e Irán, siendo en parte el gobierno de Irán quien financia y arma esas agrupaciones. A esto se suma el creciente antisemitismo que atenta contra los judíos en el mundo y el antisionismo que procura la desaparición de Israel.
El cese del conflicto lo deseamos muchos, pero no a cualquier costo. La continuidad de la vida cotidiana no va a ser igual, el nivel de alerta y la desconfianza será permanente por los ataques a Israel que pueden proceder de cualquier sitio, y las nuevas generaciones van a aprender que la barbarie existe en pleno siglo XXI, con sujetos que no deben tener contacto con niños, jóvenes o mujeres por haber mostrado las peores bajezas que no tienen antecedentes en la historia de la humanidad.