Texto y fotos: Ariel Jerozolimski
Este año que pasó es un año que quisiéramos olvidar, pero es imposible.
¿Quién puede olvidar la masacre del 7 de octubre cuando terroristas del grupo palestino Hamas de Gaza mataron a cerca de 1500 personas, olvidar a los asesinados, olvidar a las familias quemadas vivas en sus casas, olvidar a las mujeres salvajemente violadas, olvidar a los secuestrados ?
¿Quién puede olvidar que participaron en esa masacre personas de Gaza que venían a trabajar en las comunidades agrícolas kibutzim y moshavim del sur de Israel ganando un trato digno y de respeto y un salario enormemente mayor que en la franja, que a pesar de ello colaboraron en muchísimos casos con Hamas? Recogieron información para que los terroristas pueda preparar el ataque: dibujo de mapas, fotografías y detalle en qué casa había soldados en la familia o hasta perros.
Algunos de ellos también participaron en forma activa en el ataque del 7/10.
¿Quién puede olvidar el salvajismo con el que fueron atacadas comunidades civiles que nunca hicieron absolutamente nada contra sus vecinos de Gaza?
También prohibido que nos olvidemos cómo nos dormimos en la guardia y nuestros tan respetados y admirados servicios de Inteligencia y fuerzas armadas, nos decepcionaron de una manera tan inconcebible que hasta el día de hoy es imposible de entender, sintiendo que los éxitos espectaculares en otros frentes no tapan lo que pasó solo 1 año atrás.
Imposible olvidar que todavía hay 101 rehenes en los túneles subterráneos de Gaza y que cada minuto que pasa es infinito para ellos y sus seres queridos, que claman por su regreso a casa junto a todo el pueblo.
Imposible olvidar los cadáveres secuestrados en forma barbárica como trofeos o mercadería de trueque.
Somos un pueblo para el que la memoria es un valor, el recordar es esencial y no es casualidad que por esto mismo somos quienes somos: un pueblo que a lo largo de la historia poderosos imperios quisieron hacer desaparecer. Pero hoy en día el pueblo judío es el único pueblo del mundo que sigue las tradiciones de sus antepasados de hace milenios y continúa vivo y pujante.
Lo que complementa la gran memoria histórica es la visión hacia el futuro, el siempre mirar hacia adelante, aprender del pasado pero no enceguecerse por rencor o por la tristeza de las tragedias que pasamos, y como ejemplo alcanza el hecho que Alemania es hoy el país con las mejores relaciones con Israel en Europa.
Por todo esto, la imagen que fotografié en el sitio del memorial a las víctimas de la masacre en el Festival de Música de Nova simboliza mucho de la esencia de Israel.
En este lugar tan triste donde las fotos de los jóvenes asesinados los dejan vivos en el recuerdo y en el dolor y junto a ellos flamean banderas de Israel: las que flamean desde la inauguración del memorial ya rotas y desgastadas por el sol y el viento, y en forma simbólica por la tristeza que irradia el lugar, pero junto a ellas las nuevas banderas con los colores intensos y sin quiebres.
La masacre cometida por el grupo terrorista palestino Hamas el 7 de octubre fue la mayor matanza de judíos desde el Holocausto, pero el pueblo de Israel va a saber superarlo sin olvidar.
Progresando también cuando las lágrimas no se secaron aún, y cuando todavía 101 rehenes están en manos de los monstruos que cometieron la matanza.
Esto es Israel: las 2 banderas que llevan juntas el dolor y la energía del revivir para un futuro mejor.