Texto y fotos: Ariel Jerozolimski
Como guía de turismo cuando explico a los visitantes la historia y la geopolítica del conflicto árabe-israelí, comienzo diciendo que es un conflicto prácticamente imposible de entender para quien viene de la cultura occidental y de la realidad que conocemos en América o Europa.
Uruguay vive en paz real y total con Argentina y Brasil siendo mucho menos poderoso que sus gigantes vecinos, y en los diversos conflictos que ha habido en diferentes partes del continente nunca nadie proclamó que su objetivo era borrar de la faz de la tierra a su adversario.
Lamentablemente en el caso de Israel, sus enemigos declaran oficialmente lo que tienen escrito incluso en su “carta fundacional”, como por ejemplo la de Hamas donde llama a la aniquilación de Israel.
No es una discusión por tal o cual territorio, sino por la existencia misma de Israel.
Irán ni siquiera tiene frontera con Israel pero igual tiene la obsesión extremista de destruir al Estado judío para lo cual invierte sumas astronómicas en armamento y busca tener armas atómicas a fin de concretarlo.
Lo declaran públicamente y a pesar de eso forman parte de la comunidad internacional y de las Naciones Unidas.
En este largo conflicto que comenzó mucho antes de la creación del Estado de Israel los principales blancos atacados han ido cambiando únicamente por razones tácticas puntuales: escuelas, ómnibus, sinagogas, aviones civiles, restaurantes, discotecas y qué mayor ejemplo que el ataque sangriento del 7 de octubre.
De la lista de objetivos no están excluidos los hospitales, que se han visto obligados a tener en cuenta en su construcción la ubicación de servicios críticos bajo tierra, paredes blindadas y entrenamiento a su personal sobre cómo actuar en caso de ataque con misiles y cohetes.
Y la amenaza no es por temor a un daño “colateral” en el hospital, o sea por la eventualidad que una esquirla caiga por error o impacte allí un misil no exacto, sino por la posibilidad que el hospital mismo sea el blanco al que se apunte, como objetivo estratégico.
En la realidad actual, dada la amenaza del grupo chiita libanés pro iraní Hizballa de atacar Israel con decenas de miles de cohetes y misiles, los hospitales tuvieron que tomar medidas especiales.
El Centro Médico Rambam, el principal hospital del norte del país, referente como centro de trauma para todo el norte de Israel, anuló su estacionamiento subterráneo para habilitar allí un hospital de emergencia con camas e instalación de oxígeno, electricidad, gases médicos, salas de CTI, quirófanos, camas para diálisis y tratando de cubrir el mayor espectro de necesidades médicas.
Es el mayor hospital subterráneo del mundo que está preparado para guerra. Ya tiene 1.900 camas instaladas en dos pisos bajo tierra.
Al igual que todos los hospitales del país, entre sus pacientes se cuentan numerosos ciudadanos árabes israelíes e incluso palestinos de la Autoridad Palestina que necesitan un servicio médico con el que no cuentan allí, por lo cual son enviados a atenderse en Israel.
Pero esto parece no tener importancia ninguna para sus “hermanos” del otro lado de la frontera, que en más de una oportunidad han herido y hasta matado a árabes israelíes en sus ataques con cohetes.
Una realidad imposible de comprender.
Hizballa viene hace años desarrollando un proyecto de misiles exactos de largo alcance, muchísimo más sofisticados y peligrosos que los miles disparados por el Hamás desde Gaza a Israel y con un potencial de destrucción infinitamente mayor.
Indescriptible todo lo que ganaría el pueblo libanés si las fortunas invertidas por Irán en todo ese arsenal de decenas de miles de misiles y drones fueran destinadas a la medicina, la educación y el bienestar de la gente.
En lugar de eso han convertido al Líbano en un país en el que muchas horas por día ni siquiera tienen electricidad, está en una situación económica calamitosa y cuya población- fuera de los chiitas extremistas afiliados a Hizballa - no tiene interés en esta guerra de la cual son rehenes de un grupo armado que representa intereses de Irán y no del Líbano.
En épocas de grandes crisis y agudización del conflicto, hay voces críticas que comparan los números de muertos del lado israelí y del lado palestino, dando a entender o diciendo explícitamente , que si son más los muertos palestinos eso “demuestra” que Israel es el agresor y los palestinos las víctimas, una idea absolutamente superficial. Pues el hospital subterráneo del Rambam es una de las grandes explicaciones de por qué ese concepto no dice la verdad. Mientras en Israel se invierte en la defensa de su población, sus enemigos usan los hospitales como depósitos de armas, centros de operaciones y refugio de los jefes terroristas.
Ojala haya en el futuro líderes árabes que amen a sus pueblos más que lo que odian a Israel, pero para todas las dictaduras del mundo árabe es mucho más productivo vender odio que construir un futuro.