Foto: Oded Karni, Comité Olímpico de Israel
Israel es realmente increíble. En cualquier momento pueden caerle encima miles de misiles-no es manía persecutoria sino anuncios claros de sus enemigos- pero son muchos los noticieros que comienzan con la información sobre la nueva medalla olímpica ganada por sus deportistas en París. Claro que hay preocupación, alerta, la gente no es irresponsable, pero al mismo tiempo, todos se aferran a la vida y más que nada, siguen adelante.
Los restaurantes y cafés están llenos- evidentemente no en el norte, donde los ataques con cohetes son constantes-, se ve mucho movimiento de gente, y aunque un tema central de conversación sea cuándo empezará el gran ataque anunciado por Hezbolá e Irán, no deja de ser admirable ver esa fuerza para no caer. Yo diría que ni siquiera es siempre producto de una decisión “a nosotros no nos derrotarán”, sino una forma natural de encarar la vida.
Por eso todo el país festejó cada una de las siete medallas olímpicas ( 1 de oro en windsurf, 5 de plata de las que 2 son en judo, 1 en windsurf, 1 en gimnasia masculina y otra en gimnasia artística grupal femenina y 1 bronce en judo), y las oficinas del Primer Ministro Biniamin Netanyahu y el Presidente Itzjak Herzog publican no sólo comunicados referentes a la situación de emergencia nacional sino también a las felicitaciones que cada uno por separado transmitió por teléfono a París a las jóvenes gimnastas que ganaron medalla de plata este sábado.
Parece bastante claro que muchos en el mundo aún no entienden la locura de la situación actual: que un país libre, democrático, en el que conviven judíos y árabes, religiosos y laicos, musulmanes, cristianos, drusos, distintos credos y etnias- no exento de problemas por cierto, pero sin duda ejemplar en muchos sentidos- vive su vida diaria tratando de preservar cierta normalidad en su rutina, mientras tiene ineludiblemente que estar atento a sus fronteras, porque de allí en cualquier momento puede llegar un ataque en el que miles de misiles pueden volar hacia su pequeño territorio.
Es que Irán y Hezbolá prometieron “venganza”.Cuando se dice “venganza”, aunque el término mismo siempre es desagradable, queda implícito que el otro lado, el que deberá ser blanco de esa venganza, hizo algo que “merece” ser vengado.
Pues claro, si Israel mató jefes terroristas, es “natural” que los terroristas quieran responderle. Pero la lógica de análisis debería ser otra: si el terrorismo no ataca a Israel, no dedica su vida a buscar la muerte, no hay necesidad de eliminar a nadie. Para Israel, matar a quienes todo el tiempo le atacan, es defensa propia.
Israel tiene a su alrededor algunos vecinos que dan más valor a la muerte que a la vida. Lo han dicho explícitamente. No solamente la vida de Israel sino también la de su propio pueblo. Y con esa mentalidad quieren tratar de destruirlo.
Nosotros tenemos claro que no lo lograrán.