Cuando las delegaciones olímpicas comiencen a desfilar emocionadas con el nombre de su país y su bandera al frente, nosotros buscaremos el sol y las nueve franjas de Uruguay, y la estrella de David de Israel. Esas serán las delegaciones que seguirá nuestro corazón.
Pero los desafíos de por medio son absolutamente distintos para ambas. No porque Uruguay está representado por 25 deportistas en 9 deportes e Israel por 88 en 15. Tampoco porque Uruguay tiene 10 medallas (dos de oro, dos de plata y seis de bronce en cinco disciplinas) e Israel 13 (tres de oro, una de plata y 9 de bronce). La diferencia abismal es que cuando Israel se hace presente, como tiene derecho todo país del mundo, en un evento mundial de esta envergadura en un momento como el actual de aumento del antisemitismo y la demonización del Estado judío, su sola participación es una victoria. Y muy especialmente, ya casi 10 meses después del 7 de octubre.
No en vano tanto se habla de las amenazas a los deportistas israelíes, de las medidas de seguridad, de las manifestaciones. Elementos que no se avergüenzan de salir a defender a Hamas-sí, eso es lo que significa enarbolar hoy en día banderas palestinas en protestas anti israelíes- a pesar de sus asesinatos, violaciones y tantas barbaries, tratan de oscurecer los juegos olímpicos para Israel.
Ya lo hicieron una vez, en Munich en 1972, y el odio terrorista terminó con 11 atletas israelíes asesinados.
Pero Israel seguirá adelante, sin olvidar a las víctimas de la masacre y el sufrimiento de la nación toda por la guerra que continúa y en la que caen tantos soldados defendiendo al pueblo. Uno de ellos, semanas atrás, fue Omer Smadja (z”l), cuyo padre Oren fue el primer judoka israelí hombre en ganar una medalla olímpica (bronce, 1992) . Oren Smadja, que fue entrenador del seleccionado nacional de judo, decidió recientemente acompañar a la delegación a pesar de su duelo personal. Eso también es un mensaje.
“Nos sentimos como emisarios del Estado de Israel”, declaró Yael Arad, la primera medallista olímpica de Israel, también en 1992, hoy presidenta del Comité Olímpico de Israel. “Nuestros atletas, cada uno de ellos están aquí para alcanzar sus sueños, pero hay otro nivel, la misión nacional”. Arad agregó que evidentemente todos desean conseguir medallas “pero nuestra primera victoria es que estamos aquí, que no nos rendimos, que desde el 7 de octubre hemos participado en cientos de competencias…lo que nos guía es la bandera de Israel”.
Yael Arad llevó consigo la cadena con el símbolo de los secuestrados, que tantos llevan hoy colgado al cuello en Israel y el exterior. “Esto es lo que nos guiará en todo este tiempo”, dijo al partir hacia París. “En nuestro fuero íntimo, cada uno de nosotros lleva consigo toda la fortaleza del pueblo de Israel. Traemos con nosotros a los secuestrados, a los caídos, a las familias, todo lo que rodea el 7 de octubre estará con nosotros en nuestro corazón”.