En los últimos ocho meses transcurridos desde la masacre terrorista del 7 de octubre en el sur de Israel, surgió en la sociedad israelí una emocionante y triste tradición para honrar a los caídos en la defensa del país. Al anunciarse dónde y a qué hora se llevará a cabo el funeral de tal o cual soldado u oficial caído, numerosos habitantes de su ciudad que ni lo/la conocían, salen a las calles con banderas de Israel para rendirle homenaje al paso de la procesión fúnebre.
Adultos, jóvenes y niños, de distintos sectores de la sociedad, participan en silencio en ese último adiós y expresión de agradecimiento por su sacrificio en defensa de Israel.
Así lo filmamos la primera vez que participamos en esa “ceremonia” popular, el 13 de octubre del 2023 en la ciudad de Modiin, al esperar la gente la llegada de la caravana escoltada por la Policía, con una camioneta de las Fuerzas de Defensa de Israel en la que iba el cuerpo de la valiente oficial Teniente Eden Nimri , que cayó el 7 de octubre en el puesto de Najal Oz y logró salvar a algunas de sus compañeras.
En otro punto de la ciudad, otros ciudadanos esperaban para despedir a Eden (z”l),y alguien, espontáneamente, halló la forma más emocionante de honrarla, cantando el Hatikva, al que todos se sumaron de inmediato.
Y este martes 11 de junio, justamente pocas horas antes de celebrarse la festividad de Shavuot, que marca la entrega de las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos al pueblo judío, cuatro familias empezaron una nueva etapa oscura con leyes propias y duras, al recibir cada una el comunicado de la caída de un hijo en combate contra los terroristas en Gaza. En las calles de Reút, parte de la ciudad de Modiin, participamos en el homenaje a Eitán Karlsbrun, de 20 años, de la unidad Givati junto a otros ciudadanos que salieron con banderas para despedirlo.
Eitán y otros tres soldados murieron el lunes de noche en Rafah al desmoronarse sobre ellos un edificio cargado de explosivos en Gaza. Otros siete soldados resultaron heridos, 5 de ellos de gravedad.
Entre los presentes estaba Tamir Cohen con su hija menor, Gaia, de 5 años. Ambos con banderas.
“Un soldado que conoce a alguien de mi jardín de infantes se lastimó, así que venimos a alentarlo para que se cure”, nos dijo la pequeña Gáia cuando le preguntamos por qué está allí. Su padre sonrió y nos explicó que está mezclando las historias, de tantas que hay estos días. “Un niño de su clase es familiar de Arnon Zmura, el oficial de la unidad anti terrorista que cayó en el rescate de los cuatro secuestrados el sábado último en Gaza. No le dijimos que murió, sino sólo que se lastimó . También ahora, le dijimos que hay otro soldados lastimados, que va a estar bien, y que venimos aquí para desearle que se recupere pronto”, cuenta Tamir.
Conversamos sobre cómo transmitir la situación actual que vive Israel a los niños, de acuerdo a la edad. El padre de la niña cuenta que hace ya tiempo, al pasar por la avenida central que conduce a Reút, Gáia vio la fila de sillas vacías colocadas a un costado del camino. Es una de las formas de recordar a los secuestrados que no están. Evidentemente, preguntó qué significa eso y le explicaron, le dijeron la palabra “jatufím”, que significa secuestrados, pero sin entrar en detalles acerca de qué significa eso. Ella, afortundamente, no preguntó. Y de repente, vio el corralito de bebé y se alarmó. “¿Cómo? También hay bebés?”. Ahí le contaron de Kfir Bibas, pero evidentemente ella no capta plenamente la dimensión de lo ocurrido.
Este video lo filmamos hace ya bastante, por lo cual el número de días transcurridos desde el 7 de octubre no está actualizado.
Le confesamos a Tamir que nosotros, en nuestra familia, procuramos no explicara los nietos al respecto por temor a que se sientan desprotegidos, que teman que a ellos les pase algo así. Ya bastante tuvieron con las alarmas que sonaron en su ciudada, aledaña a Tel Aviv.
“En casa tenemos una silla vacía, fija, con las fotos de todos los secuestrados”, contó, por lo cual le dijimos que cuando hicimos el Seder de Pesaj hace unos meses, la silla vacía con una cinta amarilla, símbolo del pedido de libertad, dijimos a nuestro nieto mayor Avishai, que era “por toda la gente que queremos y que no puede participar en el Seder”. Afortunadamente, no preguntó más.
Los niños, hijos y nietos, a ellos están dedicados siempre los principales pensamientos en momentos de preocupación.
Recordamos las conversaciones que mantuvimos el 13 de octubre con algunos de los participantes en aquella despedida a la Teniente Eden Nimri (z”l). Como lo que nos dijeron Maya y Hugo Nevó, ella sabra (nacida en Israel) originalmente del kibutz Neot Mordejai en el norte del país y él llegado de Argentina hace más de 55 años. Estaban allí con las banderas, con sus dos hijas mujeres- tienen además dos varones- y con la menor de sus nietos, la pequeña Beri.
Cuando preguntamos cómo ven el futuro, Maya suspira con aire de desazón, comprendiendo que “los enemigos no quieren que Israel exista”. Cuenta sobre una amiga de su kibutz original, que vivía hasta el 7 de octubre en el kibutz Kfar Aza y que perdió a toda su familia. En ese momento no estaba claro si todos habían sido asesinados o había también secuestrados. Hugo, que combatió en la guerra de Iom Kipur en 1973 y muchas más, también veía la situación con gran preocupación. Pero en medio de la angustia, ambos tratan de mantener el optimismo. Saben que tienen por qué, que hay muchas razones para seguir adelante, pero el escepticismo no desaparece.
Y allí conocimos también a Mijal Sasson- que aclara que antes de casarse su apellido era Sambol Drobiner, con familia en Uruguay- quien a través de su propia vida nos transmite esa lucha por la supervivencia, con dolor pero también con esperanza, de generación en generación.
“Mis padres se casaron en agosto de 1973 y en octubre estalló la guerra de Iom Kipur. Yo nací en 1974 y en aquel entonces nos cantaban ´La última guerra¨”, en referencia a la famosa canción de Yehoram Gaón que en hebreo se llama “Hamiljamá Haajroná”.
“Cuando fue la primera guerra en el Golfo, yo estaba en el secundario y con mis compañeros ayudábamos en el Frente de Defensa Civil, distribuyendo las máscaras anti gas y activando según nos indicaban, las alarmas por los misiles en camino”, recuerda Mijal. “En la segunda guerra del Golfo, nació mi hija mayor y yo tenía que introducirla en aquella especie de pequeña carpa anti gas para protegerla. Y yo también le cantaba , como dice la canción, ´mi niña pequeña, te prometo que ésta será la última guerra´. Y ahora ya tengo tres hijas grandes que lidian como todos, con el trauma del horror del 7 de octubre. Ojalá que ésta sí sea la última guerra”.