Nota de opinión
Se cumplen hoy 8 meses desde aquel terrible 7 de octubre y son muchas las cosas para decir y preguntar.Las respuestas y explicaciones que exige la ciudadanía israelí en el plano interno a sus autoridades, no son el tema de esta nota. Es difícil mirar hacia atrás y entender que el horror del 7 de octubre fue real. Y no repetiré aquí todos los crímenes cometidos por los bárbaros 3.000 terroristas armados que irrumpieron a territorio soberano de Israel.
Estos últimos 8 meses han dejado muy en claro por qué el Estado de Israel tiene que ser fuerte y poder valerse por sí solo. Es que el grado de hipocresía mundial, combinado con ignorancia y mala intención, todo originado en distintos grados de antisemitismo y prejuicios judeófobos, ha alcanzado niveles sin precedentes.Esto tiene dos expresiones: juzgar al Estado judío como no se juzga a nadie, y poner al Estado judío en el banquillo de los acusados cuando se defiende, sin ningún tipo de presión sobre los asesinos que desataron la guerra.
Dado que es imposible analizar en forma detallada todos los ejemplos, incurriré en una generalización que me consta puede incluir cierta injusticia, y usaré el término “el mundo” , aunque tengo claro que no es todo y que hay buenas excepciones.
Hecha esta aclaración, diré que “el mundo” parece haberse olvidado que la guerra en curso la lanzó la organización terrorista Hamas. Que Israel no la quiso ni la buscó. Que el salvaje ataque terrorista masivo del 7 de octubre fue lanzado cuando hacía meses que Israel había vuelto a permitir la entrada de palestinos de Gaza a trabajar en Israel, apostando a que ello aportaría a mejorar la situación económica en la franja vecina y así a mantener cierta calma. Casi 20.000 palestinos entraban diariamente a Israel a trabajar, felices de haber recibido el permiso correspondiente. Muchos de ellos dieron a los terroristas información precisa sobre las comunidades que fueron atacadas. Llegaron sabiendo qué había en cada lado, dónde estaba cada cosa y mucho más.
El mundo se olvidó de quién es el agresor y quién la víctima. Y sí, Israel es la víctima también si al responder al ataque para tratar de destruir a su enemigo, mata por error también a no involucrados, como sucede en absolutamente todas las guerras.¿Algún país normal decidiría no responder tras un ataque como el del 7 de octubre?
Pero no sólo eso, sino que muchos medios, como ya hemos escrito, repiten automáticamente cualquier acusación de Hamas, sin revisar, sin investigar.Lo que dice Israel suele salir después como pretexto o explicación inventada. La peor expresión del fenómeno es desmentir que haya ocurrido la masacre, aunque los propios terroristas la filmaron y difundieron, y además, poner en duda lo que cuentan los propios sobrevivientes en Israel.
Si en lugar de presionar a Israel el mundo hubiese presionado a Hamas, estaríamos ya en otro punto de la guerra. Y también habría menos muertos.
¿En algún lado salió una exigencia categórica a Hamas a liberar a todos los secuestrados? En el mejor de los casos se lo menciona al pasar junto a la exigencia de alto el fuego.
¿A alguien se le ocurrió exigir a Hamas que deponga las armas y anuncie que libera a Gaza de su yugo? ¿Por qué las exigencias son siempre a Israel, que es la víctima?Si la ONU no logra emitir ni una condena a los crímenes de Hamas, si las críticas y resoluciones son siempre contra Israel ¿acaso Hamas tiene razón alguna para transar en algo, por ejemplo liberando a dos niños de 1 y 4 años que tiene en su poder, entre tantos otros secuestrados más?
Israel es la víctima, lo cual no quiere decir que sea débil. Claro que es fuerte, no tuvo más remedio que desarrollar un ejército fuerte, que lamentablemente, el sábado 7 de octubre a las 6.30 de la mañana, falló. Pero horas después se levantó, se recompuso y devolvió batalla. Y entonces, rápidamente, el mundo se olvidó de la masacre.
Pero ya lo dijo una vez Golda Meir: prefiero vuestras condenas, no vuestras condolencias.
En una entrevista concedida por la otrora Primer Ministro en 1973 a Thames Television, el periodista le pregunta si con los ataques aéreos en los suburbios de El Cairo Israel tiene la intención de matar civiles. Golda Meir sin perder la calma le pregunta si acaso hay algún país que haya tenido que librar una guerra, que pueda decir que nunca jamás, por error y sin intención, causó involuntariamente una tragedia. Cuando el periodista insiste y dice si la política en curso no conducirá necesariamente a nuevas tragedias ella responde que no fue Israel quien colocó instalaciones militares en los suburbios de la capital egipcia. Me hizo acordar de los túneles de Hamas en medio de los civiles palestinos. Pero las preguntas duras, siempre son todas a Israel.
Hace 8 meses que el mundo da muestras muy negativas de su altura moral. No sé qué es peor…hay mucho para elegir. Quizás, escuchar a los idiotas útiles de la comunidad LGTB en Estados Unidos, América Latina y Europa gritando “free Palestine” (¿será que realmente no saben que si van a Gaza los cuelgan?). O los estudiantes en acampadas universitarias envueltos en kefías gritando “desde el río hasta el mar” (sin saber siquiera qué río y qué mar). O los políticos que anuncian reconocimiento de un Estado palestino diciendo “para apoyar la llegada de la paz” (cuando Hamas les agradece ¿no se sienten patéticos?) . O todos aquellos que de distintas formas y con singulares argumentos, hacen un enorme esfuerzo por hallar fallas en todo lo que hace Israel y minimizar las razones por las que respondió al ataque de Hamas, mientras no intentan ni por un momento decir la verdad sobre la razón de fondo de todo esto.
Esa razón va más allá del 7 de octubre.O sea, lo precede. Nace en sociedades en las que se apuesta a la muerte y no a la vida, en la que salen en pantalla madres a felicitara sus hijos si murieron matando, elogiándolos por convertirse en “mártires”, en los que programas de televisión infantiles glorifican la “shaháda”, el martirologio.
No, no todos. Estoy segura que no todos porque conozco palestinos , también de Gaza, en cuyas casas he estado, que siempre pensé que quieren para sus hijos lo que yo quiero para los míos, aunque ahora ya no estoy segura de nada. Pero los que no piensan así, no son los que dan el tono. No son los que guían el espíritu de la sociedad palestina. Es pesadillesco. Lo es para Israel. Debería serlo también para las madres palestinas.