Granos, Crecimiento e Integridad - Nutriendo las Emociones para Hacerlas Madurar - Su Nombre Brilla - Amar al Prójimo
No. 256
Emor
Horario de velas de shabat en Montevideo
Viernes 17 de mayol 17.35
GRANOS, CRECIMIENTO E INTEGRIDAD
Por Shlomo Yaffe
La Torá nos ordena que en el segundo día de Pésaj debemos traer al Sagrado Templo de Jerusalem una medida (un “ómer”) de la primera cosecha de cebada como una ofrenda a D-os, y no usufructuar de la cosecha de granos de ese año hasta que no se hiciera dicha ofrenda. Luego, contamos 49 días, y en el cincuentavo día, que es Shavuot, traemos lo primero de nuestra cosecha de trigo como una ofrenda a D-os, y no usamos la cosecha de trigo de ese año para ofrendas en el Templo hasta ese momento. Por lo tanto, la cuenta de 49 días que lleva entre Pésaj y Shavuot es llamada “la cuenta del ómer”, una referencia al omer de cebada que se ofrendaba en el primer día de la cuenta.
Como siempre, en la Torá hay enseñanzas eternas personales y sociales que se pueden extraer de cada ritual público.
En la tradición bíblica y talmúdica, la cebada es principalmente una comida animal. El trigo, en cambio, es el alimento humano principal.
La palabra hebrea para ofrenda, “korban”, significa también “acercar”. Este período de 49 días de Sefirat haOmer (la cuenta del Ómer), el arco entre estas dos ofrendas de cebada y trigo, es un tiempo oportuno para el autodesarrollo espiritual y ético. Representa la oportunidad de acercar a la Divinidad a todo el universo de la personalidad humana, desde los instintos más básicos de autopreservación hasta las más sutiles facultades intelectuales y artísticas.
Cada uno de nosotros contiene un amplio espectro de características emocionales e intelectuales. Con respecto a los aspectos emocionales, muchos estaríamos de acuerdo que una “ofrenda de cebada” es lo pertinente. Los apetitos animales por el placer físico y la expresión del ego deben ser controlados y domesticados conectándolos con lo Divino. Debemos ofrendar nuestros instintos físicos y deseos de control a D-os para que no se lleven lo mejor de nosotros. Vemos todos los días el daño causado, por la expresión sin límites de nuestros instintos animales, a individuos, a los que nos rodean, como también a sociedades enteras.
Cuando se trata de nuestro lado intelectual y creativo, sin embargo, nos inclinamos a creer que todos los emprendimientos intelectuales y artísticos son esencialmente positivos, dado que son únicamente humanos e inherentemente refinados. Hay quienes argumentarían que la expresión intelectual y artística sin límites es fundamentalmente buena.
La Torá rechaza esta premisa. Debemos traer también una ofrenda a D-os de nuestro “trigo”, de nuestros esfuerzos humanos, los aspectos exclusivamente humanos de nuestra alma. Si no subyugamos nuestro intelecto y creatividad a los valores Divinos permanentes y trascendentes articulados en la Torá y alimentamos nuestra conciencia con el alma Divina, entonces, no importa cuán profundos nuestros pensamientos o refinado nuestro buen gusto, corremos el riesgo de crear e inspirar falsedad, maldad y destrucción. No todo el arte inspira comportamiento o actitudes positivas, no toda música eleva el alma, ni toda filosofía es útil o siquiera benigna.
De hecho, no hay nada más destructivo que los conceptos, creencias y modelos sociales negativos. Los peores males del terriblemente violento e inhumano siglo 20 se originaron no de “cebada” mal usada (codicia y pasiones animales básicas) sino de “trigo” mal usado, es decir, ideologías malignas.
Arquímedes de Siracusa dijo: “Denme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Ese punto existe; es la mente humana. La única pregunta es: ¿hacia donde es el movimiento? Las ideas en la mente pueden elevar al mundo a las alturas de la virtud y la paz, o hundirlo a las profundidades de la corrupción y la destrucción. Solo haciendo brillar la luz de la Divinidad en nuestras almas podemos distinguir entre las ideas y creaciones que refinan a la humanidad de aquellas que la contaminan.
El proceso de contar y vivir el período del Ómer nos da la habilidad y claridad de comenzar cada paso de nuestros emprendimientos intelectuales, creativos, sociales o políticos preguntando: ¿esta obra nos mueve más cerca a la unidad, expresando una visión Divina de un mundo armonioso, elevado y refinado? Si lo hacemos, así será.
NUTRIENDO LAS EMOCIONES PARA HACERLAS MADURAR
[D-os le dijo a Moisés] “Cuando nace [un animal], debe permanecer con su madre durante siete días; será aceptado como sacrificio... desde el octavo día [de vida] en adelante.” (Vaikra 22:27)
El significado místico de esta ley es el siguiente:
La “madre” simboliza el intelecto, dado que el intelecto “hace nacer” a las emociones. Cuando el intelecto reconoce la virtud de algo o alguien, “hace nacer” la emoción de amor por él; cuando reconoce lo poco deseable o dañino de algo o alguien, “hace nacer” la emoción de odio o temor por él; y así sucesivamente.
El “animal” simboliza las emociones, dado que los animales son manejados por sus emociones instintivas en lugar de su intelecto.
Cuando “nace” una emoción, debe ser madurada por el intelecto. Este proceso tiene lugar a lo largo de siete “días”, es decir, un proceso de siete pasos, uno por cada una de las siete emociones básicas. Sólo después de que las emociones han madurado son aptas para ser “ofrendadas a D-os”, es decir, merecedoras de volverse parte de la mentalidad de un ser humano dedicado al servicio a D-os.
Hitvaaduiot 5725, vol.1, págs.84-85.
Levítico (Vaikrá) 21:1 – 24:23
La octava sección del libro de Levítico abre con D-os indicándole a Moisés que les diga (Emor en Hebreo) a los sacerdotes mayores que eduquen a los sacerdotes jóvenes respecto de las leyes del sacerdocio. D-os le enseña dichas leyes a Moisés y luego le enseña las leyes relativas al ciclo de las festividades en el año judío.
SU NOMBRE BRILLA
Por Hillel Baron
Un grupo de jasidim viajaba desde Cracovia hacia su Rebe, el Joze (“Vidente”) de Lublin. Cuando llegaron, después de un viaje de varios días, el conductor de su carreta les preguntó si podían ser tan amables de llevarle su nota al Rebe, entre las otras notas que habían traído de la gente de Cracovia. Ellos felizmente lo hicieron.
Cuando entregaron todas las notas, el Rebe comenzó a leerlas, cuando de repente tomó una y dijo: “¡Guau! ¿Quién escribió esta nota? ¡Su nombre reluce y brilla!” Le explicaron que era del conductor de la carreta y el Rebe dijo: "Hay algo especial en este hombre".
Después de su audiencia con el Rebe, los jasidim decidieron encontrar al conductor de la carreta y descubrir qué tenía de especial. Fueron a la posada y encontraron su carro y sus caballos, pero no al conductor. Recorrieron la ciudad buscándolo, hasta que llegaron a un mercado al aire libre, y allí estaba él, bailando y cantando. "¿A qué se debe la ocasión?", le preguntaron y él les explicó que se trataba de una boda de dos huérfanos.
Le preguntaron su vinculación con la celebración y él explicó:
“Después de que se fueron para ir al Rebe, me ocupé del mantenimiento de la carreta, alimenté a los caballos y caminé por la ciudad para ver qué estaba pasando. Crucé el mercado y vi gente cantando y divirtiéndose. Pregunté sobre la ocasión y me dijeron que estaba a punto de comenzar una boda entre dos huérfanos.
“Entonces, discerní sonidos de conversaciones infelices. “Oh”, me dijeron, “hay algunos sentimientos encontrados aquí. Las personas que organizaron el matrimonio le dijeron al novio que la novia le regalaría un talit. Desafortunadamente, esto no funcionó, ya que ambos son muy pobres”.
“¿Qué hice?” dijo el conductor de la carreta. “Rápidamente me abrí paso entre la multitud y cuando llegué junto a la novia, saqué el dinero que llevaba encima, se lo di y le dije: 'Toma, con este dinero le comprarás a tu novio un talit'. Invito yo. No hay problema.'
“Después de eso, la boda se desarrolló sin problemas. Y por eso estoy cantando y bailando ahora mismo”, concluyó el carretero. “Puede que no me quede mucho dinero en el bolsillo para este viaje, pero me complace saber que se establecerá un nuevo hogar judío en paz y alegría”.
En ese momento, quedó claro para los jasidim por qué el nombre del conductor de la carreta brillaba tanto. Fue porque se presentó e hizo su parte inmediatamente cuando se le presentó la oportunidad de cumplir una mitzvá.
AMAR AL PRÓJIMO
"Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19:18).
"Este es un principio fundamental de la Torá" (Rabí Akiva).
"El alma entra a este mundo durante setenta u ochenta años solamente para hacerle un favor a otra persona" (Baal Shem Tov).
Tal vez no haya habido nada tan dañino para el pueblo judío como el concepto moderno de que el judaísmo es solamente una religión. Nosotros somos mucho más que una religión: somos una única alma que irradia a muchos cuerpos uniéndolos a todos en uno.
El cuerpo sano es aquel en el que cada una de las partes funciona en armonía. El pueblo judío sano es una gran familia afectuosa en la que cada individuo ama al otro igual que se ama a sí mismo; en la que si cualquiera de sus miembros enfrenta una época difícil, los demás le extienden una mano; en la que si alguien tiene una buena racha de suerte, todos celebran con la misma alegría; en la que nadie es etiquetado ni apartado por sus creencias, comportamientos o antecedentes; en la que cada uno no duda en hacer un acto de bondad para el prójimo y cierra los ojos y los oídos a la vergüenza del otro.
El amor a los que están más cerca de casa nutre el amor por la familia extensa de la humanidad y, de allí se extiende al amor por todos los seres que creó D-os. Pero si el amor no empieza por casa, ¿de dónde vendrá?
Hablando en términos prácticos…
1. Comienza cada mañana diciendo: "Acepto sobre mí mismo la mitzvá de amar a mi prójimo como a mí mismo".
2. Sigue la regla de oro de Hilel: "Si no quieres que te hagan eso a ti, no se lo hagas a los demás".
3. Habla solamente de cosas buenas de los demás judíos. No escuches siquiera las malas palabras, a menos que tu conversación produzca algún beneficio real.
4. Cuida la propiedad de tu prójimo y sus posesiones como cuidas las tuyas.
5. Siempre estate atento buscando oportunidades de hacerle un favor a tu prójimo.
6. Une al pueblo judío. Tira abajo las falsas barreras de la edad, la afiliación y las diferencias étnicas.
7. Invita a los demás judíos a compartir lo más preciado que tenemos: nuestra Torá y nuestras mitzvot.
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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