Uno de los elementos que siempre nos pareció especialmente representativos de la singular situación que se vivió en el sur de Israel desde comienzos del 2001, cuando los terroristas empezaron a disparar cohetes desde la Franja de Gaza hacia territorio soberano de Israel, eran las “miguniót”. Viene del verbo hebreo proteger.
Son estructuras fuertes dispersas por distintas partes, en carreteras, en numerosas paradas de ómnibus,o inclusive dentro de ciudades y kibutzim, en los espacios públicos como jardines y parques, para dar protección a la gente en caso de sonar alarmas indicando que hay un cohete en camino.
Una forma de cuidar a la población cuando está fuera de su casa y no puede evidentemente entrar a un refugio.
Pero el 7 de octubre, en esa masacre planificada al detalle por los terroristas, las “miguniot” se convirtieron en trampas de muerte, en terribles escenarios de horror. Especialmente en el festival Nova y a lo largo de la carretera 232 que corre numerosos kilómetros de “otéf Aza” o sea la zona adyacente a Gaza. Al oir alarmas- recordemos que todo empezó con los cohetes, antes de que se entienda que había también infiltración de terroristas – mucha gente corrió a refugiarse en esas estructuras, la mayoría de las cuales estaban decoradas con todo tipo de dibujos, iniciativas locales para dar a la gente una mejor sensación.
Pero los terroristas sabían que la gente haría eso y llegaron a las miguniot . Tiraron granadas. Dispararon. Asesinaron a decenas de personas que quedaron apiladas unas sobre otras. Hay varios casos de sobrevivientes que contaron que se salvaron porque procuraron no moverse mientras tenían numerosos cadáveres sobre ellos.
Después del 7 de octubre, varias miguniot se convirtieron en sitios de “peregrinación”. Cada una con su historia de dolor y a veces de heroísmo.
Hemos visto en el terreno a oficiales y soldados reunidos con compañeros junto a estos sitios contando las historias que vivieron allí, y también civiles escuchan.
Familiares y amigos de víctimas llegaron a recordarlos con palabras especiales. Y esas estructuras que en tantas ocasiones salvaron vidas, se convirtieron en monumentos de homenaje, para siempre.
Bendita sea la memoria de todas las víctimas.