No podemos guardárnoslo, hay que enseñarlo, aclara
Los muy conocidos cursos Talmud y Derecho llevados a cabo durante años en la Facultad de Derecho de la UdelaR y desde hace unos años en la Universidad Católica, bajo la batuta de la Esc. Esther Mostovich de Cukierman-su cerebro y corazón- son una fuente de aprendizaje que enriquece y se lleva a cabo con gran pasión. Eso es al menos lo que siempre transmitió Esther, con quien hablamos en distintas oportunidades sobre el tema, siempre de cara al curso o a la publicación de los libros sobre el mismo.
Esta vez compartimos un resumen de una de las entrevistas al respecto, que es relevante leer justamente ahora que se anunció la apertura, nuevamente, del curso Talmud y Derecho en la Universidad Católica, que se inicia el 23 de octure, por zoom..
Recordemos ante todo que el Talmud es la recopilación escrita de la jurisprudencia hebrea basada en la Biblia.
Esta entrevista tiene una particularidad: fue hecha conjuntamente con la Dra. Teresa Gnazzo, gran amiga personal de Esther, ex Decana de la Facultad de Derecho en la UdelaR. Aunque el curso ya no es allí, este diálogo nos parece imperdible.
P: Esther, tú tenías en mente desde jovencita hacer algo con el tema de la enseñanza del Talmud.
Esther Cukierman: Yo me lo prometí cuando tenía 18 años.
Teresa: Ella siempre cuenta que cuando le preguntó al profesor por qué no se enseña, le dijo: porque los que saben del Talmud son religiosos y no saben Derecho, y los que saben Derecho no saben del Talmud. Ella reunía las dos condiciones, eso es bárbaro.
P: No por ser religiosa sino por ser conocedora…¿verdad Esther?
Esther : Te diré que nadie que se ponga a estudiar el Talmud puede decir que no ha cambiado. La ley uruguaya, que es la que practicamos y se enseña en Facultad de Derecho, es ley abstracta, general, el Talmud no…O sea, que no nombra un caso sino que se enuncia para multitud de casos abstractamente. En el Talmud nunca vas a encontrar una ley que no se refiera a un caso. Por ejemplo, la edad para contraer el matrimonio.
P: ¿Qué dice al respecto el Talmud?
Esther: Te va a decir que la mayoría de edad es tal pero para contraer deudas puede ser diferente que para vender, comprar u obligarse, pero siempre referido a un caso particular. No hay una ley general que determine cuál es la mayoría de edad por ejemplo.
P: ¿Y eso tiene ventajas y desventajas? Porque por un lado puede acercar más a la gente, ser más comprensible, pero por otro lado suena más desordenado.
Esther: Puede. Para nombrar a una persona dirigente de una comunidad, ¿qué edad debe tener? La Constitución uruguaya dice que no puede ser presidente quien no tenga 35 años, senador 30 y diputado 25…
Teresa: ¿Y el Talmud diría que Juan, para ser miembro de la discusión política tiene que tener 25 años?
Esther: No, nunca lo va a decir así…Te va a decir que tiene que tener uso de su consciencia, un montón de características… O lo va a llamar anciano, aunque tenga 18 años, en términos de madurez y criterio. Cuando falleció Moisés Maimónides su hijo tenía 19 años, y a esa edad se lo nombró rabino principal de Egipto y dirigente de la comunidad. ¿Por qué? Porque se consideró que tenía una formación madura y suficiente para ser dirigente. El criterio casuístico es el más antiguo, en Medio Oriente te vas a encontrar con que son todas casuísticas: pasó tal cosa y el rey Fulano decidió esto. Toma ejemplos de todo…
APORTE GENERAL
P: Teresa ¿qué consideras que el curso de Talmud aportó a la Facultad de Derecho?
Teresa: Quisiera recordar ante todo que yo me retiré en el 2002. Fui Decana y en ese momento dejé la docencia. Pero te puedo dar mi opinión personal. La facultad nuestra, para mí, se completó en un aspecto que le faltaba. Creo que ahora se ve claramente que no se tocaba para nada el tema de la laicidad dando el Talmud. La Facultad de Derecho no puede dar clases de religión, pero esto es Derecho, dar Talmud es Derecho, no religión.
Aportó cosas increíbles. Me acuerdo de cuando presentamos el segundo tomo, que se hablaba de la parte de Derecho de familia, cómo el padre tenía que tratar a sus hijos. Es de una humanidad impresionante toda la interpretación que se hace, el padre tiene que enseñarle al hijo qué hacer pero sin lastimarlo ni herirlo. Te va dando una serie de reglas, que eran reglas jurídicas pero también tienen que ver con los derechos humanos, con cómo se debe tratar al otro… A mí me parece que la facultad ganó muchísimo en ese sentido.
UNA PROMESA, UN SUEÑO
P: Esther, ¿cumpliste tu sueño con creces?
Esther: Lo estoy cumpliendo. Es mi cable a tierra. Yo te dije hace un rato que nadie pasa por el estudio del Talmud y queda indiferente, no es posible. No existe, salvo que seas una piedra…
El Talmud, además de Maimónides y Rashi, me cambió la vida. Me cambió la vida porque me dio una amplitud de conocimiento y de visión de la que yo carecía. El Talmud se dedica a exponer la opinión de varios rabíes, así como estamos nosotros acá en la mesa, suponete que había 40 rabíes rememorando: “A mí mi maestro me enseñó tal interpretación y la tomaba de tal versículo bíblico y a vos tu maestro te enseñó tal otra, porque la tomaba de otro versículo…”. ¿Qué aprendés ahí, qué aprendí yo? Que las cosas no tienen una sola manera de verse ni de solucionarse.
Teresa: Siempre cabe otra pregunta. Esther, creo que lo que más te dio el conocimiento del Talmud fue el perseguir una pasión. Ana, para mí, esto le dio a Esther un sentido…
P: Por eso preguntaba si había cumplido el sueño.
Esther: Lo estoy cumpliendo, porque Talmud quiere decir aprender y enseñar, hay dos caras de la misma moneda, uno que aprende y no se lo puede tragar, porque revienta. El que aprende no se lo puede tragar, lo tiene que enseñar.
P: Y eso lo dice todo. Gracias mil, a ambas, de todo corazón.
Esther y Teresa: A ti.