Por Ethel Barylka
Ethel, escritora y comunicadora en temas de Judaísmo, fundadora y directora del sitio “Mujer y Judaísmo”, radicada desde hace décadas en Israel, es una mujer religiosa, observante de los preceptos de la religión. Para esta nota que ha tenido la enorme gentileza de escribir a pedido nuestro, es más que relevante mencionarlo.
En la foto de portada, con el Kotel de fondo, aparece seria. Pero Ethel es una persona que sonríe mucho. En esta nota, sin embargo, nos hace llorar.
Muy pocas veces he tenido el privilegio de poder emocionarme durante una tefilá (plegaria). El domingo fue una de ellas.
Salí a las 6.30 de casa para poder llegar al Kotel a tiempo, a la plegaria masiva convocada por un muy extenso grupo de rabinos, rabinas, y líderes de todos los sectores y colores. Bajo el lema de “BeAhávta”, “Amarás”, miles de personas nos reunimos para pedir por la unión del pueblo. Muchos el sábado en la noche habíamos estado en protestas contra la reforma y muchos otros habían estado en manifestaciones de apoyo a la reforma. En el aire vibraba otra cosa.
Una señora se me acercó y me preguntó: “¿Por qué vinieron hoy tantos a rezar? ¿Ustedes de qué grupo son?”. “No somos grupo, somos Am Israel, el pueblo de Israel”, le respondí. “Ni derecha ni izquierda. Vinimos juntos a pedir por nuestro único hogar común”. La señora dijo: “Eso es lo que vengo haciendo yo todos los días”. Y se le llenaron los ojos de lágrimas.
Desde el domingo hasta hoy han pasado apenas unos días, pero infinidad de cosas. La aprobación de la ley que anula el argumento de razonabilidad es un hito doloroso para la democracia de nuestro joven país. Pero es solo eso, un hito, no es el camino.
Tenemos mucho que andar aún para fortalecer la identidad democrática y judía de nuestro país, pero el domingo en el Kotel los ojos se me llenaron de lágrimas cantando con la gente “Shomer Israel – Guardián de Israel, cuida de los remanentes de Israel y que no se pierda Israel, quienes dicen todos los días Shemá Israel. Shomer Israel Shmor Sheerit Israel Veal iovád Israel Haomrim bejol yom Shema Israel”.
שׁוֹמֵר יִשְׂרָאֵל שְׁמֹר שְׁאֵרִית יִשְׂרָאֵל
וְאַל יֹאבַד יִשְׂרָאֵל הָאוֹמְרִים בְּכָל יוֹם
שְׁמַע יִשְׂרָאֵל
Mientras los jóvenes de los movimientos juveniles con sus camisas azules, sentados en círculos cantando “Hiné ma tov u ma naím shévet aíim gam iájad” (Que bueno y qué y agradable cuando los hermanos se sientan juntos), nos hacían de telón sonoro durante el rezo.
La cadena humana que salió del Kotel hasta la Kneset, a pesar del duro sol que golpeaba, fue una experiencia de unión y elevación humana. Personas que nunca antes nos habíamos visto, conversábamos, cantábamos, y unidos de las manos intentamos aportar nuestro grano de arena.
Puede parecer ingenuo, pero soy optimista, a pesar del difícil momento que estamos pasando. Más allá de los temas ideológicos, en este momento hacen falta toneladas de empatía para poder emprender un diálogo razonable con quienes están dispuestos a lo razonable, no sólo en el liderazgo sino en cada una de las esquinas de nuestras ciudades.
Han anulado el argumento de razonabilidad, pero no podrán anular la razón y mucho menos el corazón.
En este Tishá BeAv todos los judíos del mundo lamentamos la pérdida del primer y segundo Templo. Quiera que sea este también un momento de silencio y reflexión para todo el pueblo de Israel.
Nadie lo hará por nosotros, es nuestra misión.