¿Está Todo Bien? - Nutrir a D-os - Rabino Vence a Ladrones - Las Tres Semanas
No. 210
Pinjas
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Horario de velas en Montevideo, viernes 7/6717:29 hrs
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TORÁ PARA HOY
¿ESTÁ TODO BIEN?
Por Yossy Goldman
Una vez, en aquellos días en los que Moshé y los judíos se encontraban en el desierto, las mujeres moabitas fueron enviadas por sus líderes a seducir a los jóvenes judíos. El Todopoderoso se enfureció y envió una plaga sobre Su pueblo. Los judíos estaban muriendo por todos lados. Para complicar más las cosas, Zimrí, un príncipe de la tribu de Shimón estaba junto a una princesa Midianita llamada Kozbí haciendo alarde de su relación ilícita delante de Moshé.
Apareció Pinjas, un joven judío celoso, y dentro de la verdadera tradición de celosía, mata a Zimrí y Kozbí. De repente, la plaga se detiene. No mueren más judíos. Y D-os proclama a Pinjas no como asesino sino como héroe, Defensor de la Fe, y le otorga el primer premio mundial de la paz. “Le otorgo Mi Pacto de Paz”. Es nombrado sacerdote y, como corresponde a un héroe, tiene toda una porción de la Torá con su nombre, la parashá de esta semana, Pinjas.
Tengo serias dudas que Dale Carnegie hubiese usado a Pinjás como un modelo a seguir para “Ganar Amigos e Influir en las Personas”. Y de ninguna manera estoy sugiriendo que saquemos de raíz a todos los pecadores atravesandolos con una lanza. Lo que era apropiado en tiempos antiguos no es necesariamente apropiado hoy. La forma de detener la hemorragia interna de nuestro pueblo por la asimilación y los matrimonios mixtos obviamente no es el método de Pinjas.
Zimrí se estaba rebelando conscientemente. Él sabía perfectamente que lo que estaba haciendo estaba mal. Fue una provocación deliberada de su parte. Mucha de la gente que hoy le da la espalda al judaísmo, por otra parte, lo hace por ignorancia. Simplemente no saben. Nadie les enseñó. No es su culpa. No podemos excusarlos, pero tampoco necesitan azotes, lo que necesitan es agudizar su apetito espiritual. Necesitan educación. Necesitan mucho amor y calidez, y de gente que se acerque a ellos y comparta lo hermoso de un Shabat o de una experiencia inspiradora en la sinagoga. Muéstrales su propia judeidad, cuan verdaderamente significativa es, y no querrán dejarla nunca más.
¿Cuál es entonces el mensaje de Pinjas para nuestra época?
Es que, a veces, aún hoy en nuestra super sensible y tolerante sociedad, debemos adoptar una postura firme. Hay temas que demandan que no cedamos, que insistamos y digamos “¡No!”.
Pueden ser distintas cosas, según la persona. Para algunos puede ser Jerusalem, para otros Iom Kipur, y para otros puede ser el insistir que el novio de su hija no se quede a dormir. Seguramente, en algún lugar tiene que haber un límite.
Generalmente, la diplomacia y el aliento positivo funcionan mucho mejor que la pelea. No estamos intentando entrenar fundamentalistas judíos santos que anden matando infieles. Pero inevitablemente habrá ocasiones cuando aún pacifistas como nosotros debamos adoptar una política de tolerancia cero, el método de Pinjas. Ocasiones que requerirán que nos pongamos de pie y seamos tomados en cuenta. Cuando nosotros también, debamos decir “Lo siento, no acepto este tipo de comportamiento. Esto está mal. ¡No más!”
Aun en nuestra generación donde todo está bien, no está todo bien.
NUTRIR A D-OS
[Ordenó D-os a Moshé decir al pueblo judío:] “Debéis guardar Mi ofrenda, Mi alimento para Mis ofrendas ígneas.” (Bamidbar 28:2)
D-os llama a los sacrificios Su “alimento” diario porque, así como la comida sustenta el cuerpo, así también los sacrificios aportan la fuerza vital divina que sustenta el mundo. Además, la constancia de los sacrificios diarios expresaba el eterno lazo existente entre D-os y el pueblo judío.
Las plegarias diarias fueron instituidas en paralelo con los sacrificios diarios y para sustituirlos en ausencia del Tabernáculo o Templo. Así, nuestras plegarias diarias también “sustentan” a D-os. Si alguna vez dudamos de cuán importantes pueden ser nuestras plegarias, debemos recordar que D-os las considera vitales para la existencia y conservación del mundo. Son tan importantes para Él como nuestro pan diario lo es para nosotros.
Likutei Sijot, vol.13, págs.103-104
Números (Bamidbar) 25:10 – 30:1
La octava sección del libro Números comienza con el relato del nombramiento que hiciera D-ios de Pinjas, sobrino nieto de Moshé, como sacerdote. Continúa con el último censo en el desierto, las leyes de herencia, la transferencia del liderazgo de Moshé a Iehoshúa y los sacrificios diarios y los relativos a las festividades.
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RABINO VENCE A LADRONES
Por Tuvia Bolton
De estatura mediana, sesenta cinco años de edad, con lentes y un poco encorvado, el Sr. Schwartz estaba deprimido. Durante los primeros veinte años, había sido un área completamente judía en Brooklyn; pero entonces gradualmente los judíos se fueron. Sus mejores clientes ya no vivían allí. Las cosas se estaban poniendo mal; el crimen aumentaba; era peligroso pasear por las calles. La mercadería no se movía de los estantes y él no se molestaba en renovarla. Se sentía triste en su auto-servicio barrial.
Lo había construido de la nada y no quería irse y empezar en otra parte. Tampoco deseaba jubilarse. Estaba perdiendo el deseo de despertarse por la mañana.
Un día vio un artículo en el diario sobre un Rebe en Brooklyn- el Lubavitcher Rebe- que aconseja a las personas y decidió probar. Tomó el subterráneo, bajó en la Avenida Kingston, y llegó a la oficina principal de Jabad Lubavitch.
Jóvenes barbados con ojos agradables bullían en los pasillos y la melodía del estudio de Torá llenaba el aire. Alguien le dio la mano, tres personas dijeron ¡Shalom Aleijem! y de pronto estaba en la oficina, concertando una cita para dentro de tres semanas.
Llegó la noche. La cita con el Rebe era a las 23 hs. Entró hasta las 3 a.m.
El cuarto del Rebe estaba brillantemente iluminado y calmo. Estantes con libros llenaban las paredes. El Rebe estaba sentado detrás de un gran escritorio de caoba, pilas de cartas, libros y papeles delante.
El Sr. Schwartz le dio la carta que había preparado. El Rebe la leyó cuidadosamente, y preguntó: - "¿Quiere dejar el negocio o no?".
El Sr. Schwartz explicó los pro y contra.
El Rebe miró su carta y preguntó: - "¿Pero qué quiere? ¿Quiere cerrar o no?"
- "¡No!",contestó el Sr. Schwartz enfáticamente, "quiero quedarme. Pero tengo miedo". El Rebe lo dejó continuar. "Tengo miedo de los asaltantes y de que no habrá clientes. No quiero irme. Por eso que estoy aquí."
El Rebe lo miró, sonrió y dijo: "No hay nada de que tener miedo. No tema de las personas. Y no se preocupe; usted puede ganar dinero allí también. Que Di-s lo bendiga y le dé mucho éxito y buenas noticias"
El Sr. Schwartz volvió como nuevo. A la mañana fue a la tienda, pidió nueva mercadería y limpió el lugar. Efectivamente, poco a poco las personas empezaron a entrar. Había más judíos de lo que él pensaba y muchos no judíos compraban productos kosher. Todo estaba bien. Hasta el robo.
¡El Sr. Schwartz, en el diario! En un recuadro pequeño, se lo veía de pie con dos policías, uno que rasca su cabeza maravillado y mira los agujeros de bala en el techo del negocio.
El subtítulo decía: "Rabino Derrota Ladrones" y la historia: Una tarde, cuando el Sr. Schwartz había vaciado el dinero de su registradora en su autoservicio y estaba a punto de cerrar, dos hombres entraron de repente. Uno sacó una arma, el otro abrió la caja. Cuando la vieron vacía, empezaron a golpear y dar puntapiés a la registradora y trataron de agarrar al hombre. Pero él apenas retrocedió un paso, y enfáticamente declaró: "¡Salgan de aquí, o llamaré a la policía!". El ladrón, para demostrar que hablaba en serio, apuntó al aire, disparó dos tiros y gritó: "¡Dénos el dinero o le volaré los sesos!". Pero el dueño no se movió. Personas empezaron a congregarse en la puerta y a la distancia se oía una sirena. Los ladrones se miraron y huyeron.
El artículo concluía con una cita del Sr. Schwartz explicando cómo se mantuvo tranquilo: "Hice lo que el Lubavitcher Rebe me indicó. Él dijo que no debo tener miedo. ¡Ya ve! ¡Tenía razón!"
RABINO VENCE A LADRONES
Por Tuvia Bolton
De estatura mediana, sesenta cinco años de edad, con lentes y un poco encorvado, el Sr. Schwartz estaba deprimido. Durante los primeros veinte años, había sido un área completamente judía en Brooklyn; pero entonces gradualmente los judíos se fueron. Sus mejores clientes ya no vivían allí. Las cosas se estaban poniendo mal; el crimen aumentaba; era peligroso pasear por las calles. La mercadería no se movía de los estantes y él no se molestaba en renovarla. Se sentía triste en su auto-servicio barrial.
Lo había construido de la nada y no quería irse y empezar en otra parte. Tampoco deseaba jubilarse. Estaba perdiendo el deseo de despertarse por la mañana.
Un día vio un artículo en el diario sobre un Rebe en Brooklyn- el Lubavitcher Rebe- que aconseja a las personas y decidió probar. Tomó el subterráneo, bajó en la Avenida Kingston, y llegó a la oficina principal de Jabad Lubavitch.
Jóvenes barbados con ojos agradables bullían en los pasillos y la melodía del estudio de Torá llenaba el aire. Alguien le dio la mano, tres personas dijeron ¡Shalom Aleijem! y de pronto estaba en la oficina, concertando una cita para dentro de tres semanas.
Llegó la noche. La cita con el Rebe era a las 23 hs. Entró hasta las 3 a.m.
El cuarto del Rebe estaba brillantemente iluminado y calmo. Estantes con libros llenaban las paredes. El Rebe estaba sentado detrás de un gran escritorio de caoba, pilas de cartas, libros y papeles delante.
El Sr. Schwartz le dio la carta que había preparado. El Rebe la leyó cuidadosamente, y preguntó: - "¿Quiere dejar el negocio o no?".
El Sr. Schwartz explicó los pro y contra.
El Rebe miró su carta y preguntó: - "¿Pero qué quiere? ¿Quiere cerrar o no?"
- "¡No!",contestó el Sr. Schwartz enfáticamente, "quiero quedarme. Pero tengo miedo". El Rebe lo dejó continuar. "Tengo miedo de los asaltantes y de que no habrá clientes. No quiero irme. Por eso que estoy aquí."
El Rebe lo miró, sonrió y dijo: "No hay nada de que tener miedo. No tema de las personas. Y no se preocupe; usted puede ganar dinero allí también. Que Di-s lo bendiga y le dé mucho éxito y buenas noticias"
El Sr. Schwartz volvió como nuevo. A la mañana fue a la tienda, pidió nueva mercadería y limpió el lugar. Efectivamente, poco a poco las personas empezaron a entrar. Había más judíos de lo que él pensaba y muchos no judíos compraban productos kosher. Todo estaba bien. Hasta el robo.
¡El Sr. Schwartz, en el diario! En un recuadro pequeño, se lo veía de pie con dos policías, uno que rasca su cabeza maravillado y mira los agujeros de bala en el techo del negocio.
El subtítulo decía: "Rabino Derrota Ladrones" y la historia: Una tarde, cuando el Sr. Schwartz había vaciado el dinero de su registradora en su autoservicio y estaba a punto de cerrar, dos hombres entraron de repente. Uno sacó una arma, el otro abrió la caja. Cuando la vieron vacía, empezaron a golpear y dar puntapiés a la registradora y trataron de agarrar al hombre. Pero él apenas retrocedió un paso, y enfáticamente declaró: "¡Salgan de aquí, o llamaré a la policía!". El ladrón, para demostrar que hablaba en serio, apuntó al aire, disparó dos tiros y gritó: "¡Dénos el dinero o le volaré los sesos!". Pero el dueño no se movió. Personas empezaron a congregarse en la puerta y a la distancia se oía una sirena. Los ladrones se miraron y huyeron.
El artículo concluía con una cita del Sr. Schwartz explicando cómo se mantuvo tranquilo: "Hice lo que el Lubavitcher Rebe me indicó. Él dijo que no debo tener miedo. ¡Ya ve! ¡Tenía razón!"
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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