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No. 146
Tazria-Hajodesh
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 01/04 18:21
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HABLE AMABLE PERO CLARAMENTE
Por Yossy Goldman
Que la Torá habla con un lenguaje refinado es un principio de los estudios bíblicos. El ejemplo clásico se encuentra en el Libro del Génesis. Ahí, cuando D-os le dice a Noé que lleve a todos los animales al Arca, habla de los animales "limpios" (hatehorá) y los "animales que no son limpios (asher einena tehorá). A pesar que generalmente la Torá es cuidadosa con las palabras, cada letra aparentemente superflua es expuesta e interpretada por los Sabios, acá usa ocho letras (hebreas) adicionales para evitar usar la palabra temeá (literalmente "profanada" o "impura").
Al hacer esto la Torá nos enseña que no debemos permitir que una expresión vergonzosa pase por nuestros labios. Cuando la Torá, deliberadamente, usa ocho letras extra que podrían haber sido evitadas diciendo simplemente la palabra temeá, es un fuerte mensaje para que nosotros cuidemos nuestro lenguaje.
Sin embargo, una mirada superficial a la lectura de esta semana que trata de las leyes de impureza ritual causada por tzaarat ("lepra") revela el uso numerosas veces de la palabra tamé. ¿Por qué en la historia de Noé la Torá sigue el camino de no usar una palabra negativa y acá la usa repetidamente, aparentemente en forma antojadiza?
La respuesta que dan los Sabios es que en Génesis la Torá está contando una narración histórica y por lo tanto puede ser sutil y no pronunciar una palabra negativa. Sin embargo, cuando se trata de la halajá, determinar la ley judía, uno no debe permitirse sutilezas o un lenguaje florido; uno debe ser claro como el cristal al establecer la ley. La Ley es sacrosanta y en temas legales no debe haber ambigüedades. Nuestra parashá trata de "harás" y "no harás" que deben ser expresados en términos para nada inciertos. Cuando un rabino es llamado para responder una pregunta halájica no debe dar vueltas. Su respuesta debe ser clara e inequívoca. Si es treif, ¡entonces debe proclamarlo treif!
Hablando en forma general, los rabinos deben ser amables, simpáticos y hablar bien. Deben sugerir, no demandar. El antiguo estilo de "fuego y azufre" no funciona bien hoy. Pero a veces los rabinos pueden ser demasiado amables, demasiado sutiles y demasiado poco exigentes. Y no sólo en temas halájicos, sino también al aconsejar.
Los psicólogos y trabajadores sociales por principio, nunca pueden dirigir a sus clientes. Es parte de su código profesional no imponer sus opiniones o sus valores personales a aquellos que buscan su guía. Ellos tratan de ayudar a sus clientes a "distinguir el árbol del bosque" así pueden tomar sus propias decisiones, Los rabinos, por el otro lado no tienen dudas acerca de dar directivas. Después de todo, ¡es su trabajo!
Una vez una persona vino a verme para hablar de su terapeuta. "Ella no me dice qué hacer" se quejó. Le expliqué que los terapeutas no trabajan de esa forma. "¿Busca alguien que le diga qué hacer? Vaya a un rabino."
Si una pareja va en busca de consejo matrimonial, el consejero está para guiarlos en base a sus esperanzas y aspiraciones. ¿Realmente quieren trabajar en eso, o siguen su camino al abogado especialista en divorcios? Y si es esto último, el consejero muy bien puede ayudarlos en su camino. Un rabino no vacilará en explicar que el matrimonio es sagrado y debe ser llevado adelante, y que el divorcio es absolutamente el último recurso cuando todo lo demás falla. El consejero puede preguntar "¿Ustedes quieren seguir casados?" Mientras que el rabino puede decir "Ustedes deben seguir casados". Luego puede enviarlos a un consejero profesional que está comprometido en salvar matrimonios.
¿Recuerdan al cleptómano que tropezó con un viejo amigo? El amigo le recordó cuan culpable se había sentido a causa de su compulsión a robar y le preguntó si aun persistía el problema. "No", dijo el individuo. "Fui a un psiquiatra y me ayudó a resolver mi problema". "Eso es fantástico, ¿ya no robas más?" preguntó el amigo. "Seguro que robo. Pero ya no me siento culpable".
Quiera D-os que los rabinos sean suaves, sustentadores, amistosos, amables y gentiles. Quiera D-os que den directivas claras cuando deben hacerlo
UNA LUZ PARA LAS NACIONES
"Si la tzaráat ha cubierto toda su carne, no está impuro." (Vaikrá 13:13)
Una de las señales dadas por los sabios de que la llegada del Mesías es inminente es que “el gobierno se ha vuelto hereje.” Esta idea está aludida en la ley que dice que si la aflicción de tzaráat cubre todo el cuerpo, la persona no está impura.
Hay dos formas en las que se puede considerar que los gobiernos del mundo se han vuelto “herejes”. La forma negativa es que la herejía afecte realmente a todos los gobiernos del mundo. La forma positiva es que la verdad de la Torá se vuelva algo tan evidente que será universalmente reconocido que cualquier gobierno que no se someta a sus leyes será considerado “herético”.
Tenemos la esperanza y rezamos para que la redención ocurra de la segunda forma. Es por lo tanto imperativo que el pueblo judío aliente a las naciones del mundo a cumplir con los mandamientos que la Torá les obliga cumplir. Al reconocer a la Torá como la única base posible para el comportamiento verdaderamente ético y la verdadera justicia moral, el mundo no judío reconocerá y apreciará al pueblo judío como la vanguardia en justicia universal, moralidad y paz. Esto preparará el camino para la máxima redención, la Redención Mesiánica.
Likutei Sijot, vol. 32, págs. 77-83.
Levítico (Vaikrá) 12:1 – 13:59
En esta sección, la Torá trata con las leyes de impureza asociadas con los seres humanos. Primero habla de la impureza que recae sobre una mujer judía que concibe (Tazria en Hebreo) y da a luz. El segundo tipo de impureza es una enfermedad que ya no existe, conocida como tzaráat. Aparecía en la piel, prendas o casa de un hombre o mujer judíos.
Parashá Hajodesh
La sección Hajodesh (Éxodo 12:1-20) relata las palabras de D-os a Moises en Egipto dos semanas antes del Éxodo, instruyéndole la creación del calendario judío regido por la luna nueva y estipulando al mes de Nisan como “cabeza de los meses”. D-os también ordena el sacrificio pascual que debía ser comido con matzá y hierbas amargas, y de prohibición de comer alimentos leudados durante siete días
EL DUEÑO DE CASA
Por Yanki Tauber
Un Jasid una vez fue a lo de Rabí DovBer, el “Magid” de Mezritch. “Rebe”, le dijo, “hay algo que no comprendo. Cuando el Altísimo nos ordena hacer algo o nos prohíbe hacer cierto acto, lo entiendo. No importa qué tan difícil es, no importa cuán fuerte mi corazón quiere hacer lo contrario, puedo hacer lo que D-os desea o evita hacer algo en contra de Su voluntad. Después de todo, el hombre tiene libre elección y por voluntad propia puede decidir qué acciones hacer, sin importar qué. Lo mismo ocurre con el habla. Aunque sea más difícil de controlar, acepto que está dentro de mi poder decidir qué palabras abandonarán mi boca, y cuales no."
“Pero lo que no logro entender, son esos preceptos que tratan sobre temas del corazón; por ejemplo, cuando la Torá nos prohíbe pensar en algo destructivo y errado. ¿Qué puede hacer uno si estos pensamientos entran en su mente? ¿Puede acaso controlarlos?”
En vez de responder a la pregunta del Jasid, Rabí DovBer lo mandó a la ciudad de Zhitomir. “Ve a visitar a mi discípulo, Rabí Zeev”, le dijo. “Sólo él puede contestarte tu pregunta.”
El viaje fue hecho en medio del cruel invierno. Durante semanas el Jasid atravesó los caminos cubiertos de nieve de la Rusia Blanca.
La medianoche había ya pasado cuando el viajero llegó a la puerta de Rabí Zeev. Para su grata sorpresa, las ventanas de la sala de estudio del erudito reflejaban una luz. De hecho, la ventana de Rabí Zeev era la única iluminada del pueblo. Entre la oscuridad, el visitante podía ver a Rabí Zeev inclinado sobre sus libros.
Tocó la puerta, pero no recibió respuesta. Aguardó unos momentos, e intentó una vez más, con más fuerza. Aún así, seguía siendo ignorado. El frío comenzó a penetrar sus huesos. Mientras la noche transcurría, el visitante, quien no tenía a quién acudir, continuaba golpeando con fuerza la puerta de Rabí Zeev, mientras que el Rabino, que se encontraba a solo unos pasos, continuaba estudiando junto a la chimenea, aparentemente abstraído de las llamadas que resonaban en la oscura noche.
Finalmente, Rabí Zev se levantó de su asiento, abrió la puerta, y recibió con mucha calidez a su visitante. Lo sentó junto al fuego, le preparó una taza de té caliente, y le preguntó sobre la salud de su Rebe. Luego, dirigió a su visita (que seguía mudo de frío e incredulidad) a la mejor habitación de la casa para que sus cansados huesos reposaran.
La cálida bienvenida no disminuyó al día siguiente ni al siguiente. Rabí Zeev atendía a todas las necesidades de sus visitas de forma ejemplar. El visitante, también, era un huésped modelo, considerado y respetuoso. Si había cualquier disconformidad sobre su “bienvenida” nocturna seguía en su corazón, él se la guardó para sus adentros.
MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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