Mundo Judío

Se dio sepultura al Rabino Haim Kanievsky, el líder que no buscó honores pero los recibió más que muchos otros

El Gran Rabino Haim Kanievsky, que falleció el viernes a los 94 años de edad, fue sepultado este domingo en la ciudad de Bnei Brak en la que vivía y en la que se había instalado su familia ya en en 1934 al llegar de su Polonia natal, cuando él tenía tan solo 6 años. Casi un millón de personas participaron en la despedida multitudinaria, propia de un gran líder, aunque nunca había buscado honores ni cargos.

Ya el sábado la Policía anunció que gran parte de Gush Dan-la zona metropolitana de Tel Aviv-estaría bloqueada al paso de vehículos, por el esperado flujo de autobuses de todo el país con gente que se disponía a participar en las exequias.  Temprano a la mañana , periodistas que informaban desde la ciudad de Bnei Brak contaban que en las calles se veía multitud de gentes, adultos y niños, encaminándose hacia el sitio del cual iba a partir la marcha fúnebre. Aproximadamente 3.000 policías participaron en el enorme despliegue de seguridad, que incluía también numerosos equipos médicos prontos para actuar en caso de emergencia.

El Rav Kanievsky era considerado en el último lustro-desde el fallecimiento en el 2017 del Rabino Yosef Shtainman- como la figura número uno del público llamado “litaí” (lituano), una de las corrientes principales dentro de la sociedad haredi, ultraortodoxa, de Israel. Sin embargo, era respetado y hasta venerado por miembros y líderes de otras corrientes, incluyendo por los haredies sefaradíes, y no ashkenazís como él.

Escribió numerosos libros y era considerado una autoridad en el análisis de temas relacionados a la Halajá, la ley religiosa judía, contestando siempre-según cuentan quienes conocen bien su obra- en forma concisa, original y muy clara a planteamientos que le eran presentados . Pero no tenía ni un cargo ni una posición formal de ningún tipo-algo que siempre había rehuido-, y el lugar de liderazgo al que había llegado, lo ganó evidentemente por la sabiduría que irradiaba y por la gran autoridad moral que tenía por su constante y profundo estudio de la Torá.

 

Foto: Vaad HaRabanim

 

En un artículo escrito por Shoshana Hen en el periódico Yediot Ahronot, la autora cuenta que durante la guerra de 1956, varios de sus compañeros en la Yeshiva en la que estudiaba, habían sido enviados a defender el sur del país. A él lo mandaron con una responsabilidad muy especial: que se siente en una colina clave en la zona atacada, y estudie Torá. De fondo, estaba la convicción que le acompañó siempre y que es propia del público ultraortodoxo: que el apego al estudio de las Sagradas Escrituras fue lo que garantizó  durante milenios la continuidad del pueblo judío.

El Rabino Kanievsky era, ante todo, un gran estudioso de la Torá. Cuentan que de más joven, se lo veía a menudo sentado a la puerta de su modesta casa, leyendo. En la mesa en su pieza, siempre había un libro abierto de alguna página de los libros de sabiduría judía que estaba analizando.

En los dos últimos años de pandemia en Israel, desempeñó un papel clave apoyando a las instituciones del Estado y al Ministerio de Salud al exhortar al público ultraortodoxo a respetar las restricciones impuestas para combatir el Coronavirus y también al proclamar que los niños tienen obligación de vacunarse. Conscientes de su ascendencia sobre su público y del peso moral de sus decisiones, numerosos líderes políticos y autoridades profesionales en el campo de la salud fueron a verlo en repetidas ocasiones, pidiéndole apoyo en la lucha contra la pandemia.

En la primera ola, aunque eran numerosos los ciudadanos del público haredi que se habían contagiado del Coronavirus-en gran medida por su forma de vida continuamente en comunidad  y por lo numeroso de las familias- el Rabino Kanievsky no estuvo de acuerdo con cerrar las clases de los niños ni los jóvenes en su sociedad, tampoco cuando el Ministerio de Educación había clausurado las escuelas del resto de la población. Cuando su nieto más cercano, que solía aparecer en televisión presentándole consultas puntuales, le preguntó si cerrar los marcos de estudio, él respondió “Halila”, o sea “que D´s no permita”, agregando que eso sería “un gran peligro”, seguro que impedir que se estudie la Torá, sería más riesgoso para el pueblo que el contagio.

Pero más adelante cambió de actitud , abrazó las instrucciones del gobierno y llamó al público ultraortodoxo todo a actuar de acuerdo a lo indicado, para preservar la vida.

El Rav Kanievsky con su nieto

 

Para culminar estas líneas, agregaríamos un comentario personal.

Sin olvidar discrepancias profundas en variados temas con el público ultraortodoxo en general, muy especialmente en cuanto a la visión de muchos de sus miembros respecto a corrientes no ortodoxas dentro del judaísmo, no podemos dejar de ver los mensajes simbolizados en la impresionante multitud que acompañó al Rabino Haim Kanievsky a darle el último adiós. Se veneró a un líder que vivía en extrema sencillez y modestia, sin absolutamente ningún tipo de ostentación ni lujo material, por su sabiduría y la fuerza de lo que representaba, por su apego a la Torá y al estudio.En una era en la que los programas de “reality” convierten a cualquiera en figuras “célebres” por como aparecen en televisión, el hecho que tantos lloren a un rabino que no tenía casi nada material y “solamente” se dedicaba a estudiar las Sagradas Escrituras del pueblo judío,es de destacar.

Bendita sea su memoria.

Ana Jerozolimski
(20 Marzo 2022 , 10:56)

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