El Dr. Roberto Canessa recibe este jueves el 32° Premio Jerusalem, otorgado por la Organización Sionista del Uruguay. Esta entrevista la realizamos antes de la ceremonia, a un Canessa sumamente emocionado y hasta un tanto sorprendido, que se siente honrado por lo que considera un privilegio.
P: Roberto, tu primera reacción a esta noticia ya me la diste el otro día, pero ahora, más a fondo ¿cómo te sentís respecto al galardón del Premio Jerusalem?
R: Ante todo me pregunto por qué, y después me pregunto, ¿será por lo que hicimos con los respiradores? No sé. Sí que tengo muchos amigos de la colectividad y me llevo muy bien. Aprecio mucho sus características de superación constante.
P: Te aseguro que no te dan un premio por tener amigos judíos.
R: Te diré que aprendí que cualquier discusión con amigos judíos te hace más amigos de ellos, como que la polémica es parte de la amistad, es una forma de internalizarse. Así que bueno, también creo que es una mirada de la Comunidad Judía hacia la sociedad, hacia un “goi” como yo, es una manera de abrirse que también nos obliga a todos a abrirnos y juntarnos más. Creo que es algo unificador en ese sentido. Ahí me doy cuenta también –al tener que lidiar con el dilema de a quién invitar y a quién no- que hay un montón de gente con la que he trabajado que ha logrado esto. O sea, que en ese sentido es un reconocimiento a una ética.
P: Por lo que me dijiste el otro día, vos enseguida pensaste en la delegación del Centro Médico Sheba, en cuyo viaje jugaste un rol clave.
R: Sí, es cierto. Y también pensé en lo de los Andes. Traté de pensarlo mirando de afuera. Te cuento que hay algo que a mí me encanta, una película que recomiendo mucho, que se llama “El Abogado del Diablo”. Termina quemándose en el infierno y la frase final del diabloes : "vanidad, mi pecado predilecto". Qué importante no ser nunca vanidoso en la vida, porque eso te hace como que tenés atribuciones que los demás no tienen. Nunca nadie es más que nadie y no se es más que ninguno. Todo este problema me lo han creado al darme este premio.
P: Pero podés ser consciente de las cosas buenas que has hecho, sin pecar de vanidoso.
R: Bueno…como cuando te desanimás en la vida y mirás la montaña y decís que no vas a llegar y te das vuelta y ves qué lejos que está el fuselaje y todo lo que caminaste, ¿no? Como que los logros te dicen que más o menos has hecho las cosas bien, ¿no? Porque tener autoestima, tenerse un poco de fe, todas esas cosas forman parte también de los logros. Es como esa frase famosa del “Si” de Rudyard Kipling que habla de “apostar al éxito y al fracaso y tratarlos a los dos por igual”, cuando le habla a su hijo y le da consejos para la vida. O sea, si no estás muy arriba, cuando te caigas el golpe no va a ser tan grave. Te mantenés bajito en el piso.
Los amigos judíos e Israel
P: Hablábamos de todos los amigos judíos que tenés. Y es interesante mencionarlo, no por el premio, que no te lo dan por eso, sino porque a través de ellos has conocido mucho de la vida judía, de la idiosincracia. Y me refiero, según me contaste en una entrevista anterior, también a contactos cercanos con colegas judíos del exterior.
R : Así es. Yo me siento en deuda por lo que hizo mi amigo Itzhak Kronzon, un sabra (nacido en Israel) que triunfó en Nueva York. Vino a acá a Uruguay, vio que acá nosotros para hacer una ecografía teníamos que subir 15 pisos en el Clínicas con el aparato al hombro y me regaló el primer Doppler color que hubo acá en Uruguay. Después vino a Uruguay varias veces. Y también tengo muy presente a Ale Junger que fue a estudiar cardiología a Nueva York…y a los Tugendman que estudiaban con mi suegro. Y muchos más.
P: Y todos esos contactos te inspiraron un sentimiento de cercanía. Y eso influye, me imagino, en cómo te sentís cuando te avisan que te van a dar este premio.
R: Que también me parece un gran honor. Hay grandes personas en la comunidad. En muchos casos son profesores de Medicina, como el Profesor José Grunberg que cuando yo cursaba Pediatría él nos enseñaba Nefrología Pediátrica. Y clara Jasinski. Y Kierszenbaum que me enseñaba Pediatría en el hospital Pedro Visca. Y que te hagan un reconocimiento así, para mí significa mucho. Y la comunidad judía es una comunidad criteriosa, luchadora, generosa. Por eso, esto significa mucho para mí.
P: Y sentís que ahora, te acompañan muchos colegas que te han acompañado a lo largo de tu carrera.
R: Sin duda. Hay muchos médicos brillantes que me han ayudado. Cohen, Jack Rychik, el otro día me llamó Yoav Dori, capo en linfáticos, que me dijo “si tú quieres me vengo a Uruguay y te estudio ese chico de 30 años al que se le llena de líquido la barriga”. Se le hizo una hernia umbilical y al abrirse le salieron 5 litros de líquido para afuera.
P: Te referís a un paciente tuyo.
R: Ya no es mío, es de Uruguay. Porque ahora cuando no se sabe qué hacer, a veces dicen “llamen a Canessa a ver si se le ocurre algo”. Y es verdad, yo agarro un teléfono…
P: Porque tenés muchos contactos.
R: Creo que me he sabido ganar el cariño de muchos colegas en distintas partes, en conferencias. Me decía Kronzon : "a mí me invitan de París, de Inglaterra, de todos lados,pero cuando me invitaron de Uruguay que es un país chiquitito , me salió una sonrisa en la cara y me dan ganas de ir". Nos fuimos al Cabo Polonio con la señora, con los Junger, pasó divino, en un hotelito, hace 20 años. Y eso creo que es un poco la mentalidad latina que encaja. A Rychik le conté de un feto con un tumor cardiaco que le aprieta el corazón y fue él que me dijo “mandalo” y ahora el niño tiene 7 años y está tomando mate en La Pedrera. Entonces cómo no voy a tener esa cercanía… Y está también Roberto Lang, nació en Argentina, después se fue a Israel, hizo cardiología, y es uno de los capos mundiales en ecocardiografía que está allá en Chicago, ¿entendés? Y así montón de amigos. He tenido mucha afinidad con los médicos judíos en el mundo, sobretodo norteamericanos y algunos ingleses también. Me siento cómodo con ellos. Y me divierten.
P: Este Premio tiene una dimensión muy israelí. O sea, lo otorga la Organización Sionista del Uruguay. Lleva el nombre de Jerusalem, la capital de Israel. ¿Cómo ves a Israel desde Uruguay?
R: Israel está peleando con sus problemas. Tiene grandes ventajas pero también grandes problemas porque hay quienes no le reconocen como propio su territorio. Es una situación muy distinta de la de Uruguay. Y a pesar de ello, dedica muchísimos recursos a adelantos en tecnología y ciencia. Tiene una vida difícil porque hay quienes le tiran bombas. Es una realidad compleja. Ignoro los detalles del contexto mismo del conflicto con los árabes.
P: Muchos judíos sienten que Israel es incomprendido en el mundo, aunque estoy generalizando.
R: Ah, pero eso eso es psicológico, como el tema de la “idishe mame”. El judío se siente incomprendido, es genético.
P: (risas) Genial…
P: Hay muchas cosas lindas…Las tradiciones-yo veía a Shemtov con el tema de las luces de Janucá- , el fuerte arraigo familiar…El judío es muy luchador, desde abajo. Y los sabras, que son pinchudos afuera y muy dulces adentro…Los judíos son verdaderos amigos. Pero a mí me parece que los ciudadanos del mundo son como un tablero de ajedrez, cada uno moviéndose de otra forma. Eso es lo maravilloso de las distintas culturas.
P: ¿Cómo ves el vínculo especial de los judíos con Israel? ¿Entendés eso de la patria ancestral, la tierra de los antepasados?
R: Mirá yo cuando fui a Italia me sentía italiano, y cuando fui ahí a Rapallo de donde son los Canessa y decía "pizzería Canessa", “Farmacia Canessa” y todo, yo sentía que tenía mis raíces ahí adentro. Entonces es lógico que de toda esa nostalgia migratoria y después que Uruguay le da el apoyo a Naciones Unidas para que Israel sea declarado Estado, es lógico que exista esa nostalgia de inmigrante. Hay toda una tendencia migratoria nostálgica. De la misma manera que mucha gente lo siente con España y los gallegos y Catalunya, la sienten los italianos, la sienten los judíos.
Están las tradiciones, como las que aparecen en esa película maravillosa que es El Violinista en el Tejado en el que la hija de Topol quiere casarse con un sastre y sabe que se va a morir de hambre toda la vida. Esas tradiciones también tuvieron una transición impresionante, es muy diferente el Israel de ahora del Israel hace 30 años. Que fue ayer nomás el Israel de hace 30 años. Entonces cuando tú me decís Israel, la única manera en que se unen es si los atacan, pero si los dejás separados están todos peleados con tantos partidos diferentes, el Likud, los socialistas y muchos otros…Y bueno, de esa efervescencia es que después se alinean en las grandes cosas es que están saliendo los logros, ¿no?
P: ¿Estuviste alguna vez en Israel?
R: No nunca, aunque me han invitado varias veces.
P: ¿Te gustaría visitar?
R: Creo que sí, yo creo que sí. Me da un poco de miedo, pero creo que sí.
P: ¿Qué te da miedo?
R: Bueno, los bombardeos. Además, la verdad es que pasan los años y te transformas en chúcaro que querés quedarte en tu casa. Por suerte mi señora tiene entusiasmo y le gusta.
P: Te diré que en la vida diaria en Israel la sensación es de gran seguridad. Es cierto que hay consciencia de que puede estallar algo en cualquier momento pero hay una polenta en la vida diaria y una seguridad en la vida diaria que sorprende al que viene de afuera que se piensa que es todo conflicto y realmente no.
R: Bueno, a mí me tocó la época Tupamara. Yo salía a la Facultad y estaban las chanchitas por todos lados. Pero lo manejaba de una manera totalmente juvenil, te sentís inmortal.
Los Andes y la familia
P: Y hablando de miedo, de conflictos…después de lo que vos pasaste cuando tenías 19 años ¿dirías hoy que los Andes te cambiaron? El Roberto Canessa de hoy, ¿es otro que habría podido ser si no hubieran pasado los Andes?
R: Bueno…Roberto Canessa aprendió a respetar al arriero, una persona humilde que dejó sus cosas por ayudar a los demás. Ojalá el mundo tuviera más gente así. Y después quedó la convicción de que cuando creés en algo tenés que hacerlo, que no tenés que precipitarte pero que sí tenés que ir paso a paso en la dirección correcta, que no tenés que llegar, porque el éxito y el fracaso depende de muchas cosas, pero sí caminar siempre en la dirección correcta. Por los menos si fracasas, estabas en buen camino.
P: Cuando lidiás con dificultades siempre te acordás del fuselaje, la mirada hacia atrás y lo lejos que estaba…
R: Y dónde estoy. Y ahora te cuento que hay una efervescencia brutal porque van a hacer la película por los 50 años. La hará Bayona, que ha hecho unas películas impresionantes. Estuve con Matías Recalt, el actor que me interrpetará , un argentino al que le harán hablar en “uruguayo”.
Físicamente no es muy parecido a mí, pero ese no es ni problema sino del director. Le tiene que gustar al director de la película, no tiene por qué gustarme a mí.
P: Entiendo que la película será en base al libro que escribiste con Pablo Vierci “Tenía que sobrevivir” y el de Vierci “La sociedad de la nieve”.
R: Así es.
P: ¿Y serás un protagonista fácil para el director? ¿O lo volverás loco viendo cómo interpreta cada palabra, cómo la pone en escena?
R: No no, lo voy a ayudar muchísimo como si fuera un hijo que tiene que salir adelante. Había 1.500 actores, tuvieron que buscar y parece que el director buscaba uno que tuviera el nervio de Canessa. Me hace mucha gracia.
P: ¿Cuál es el nervio de Canessa?
R: [risas] Siempre en marcha, un pasito más, siempre buscando posibilidades nuevas, saciando paradigmas cuando son necesarios y, bueno, sentir que lográs cosas increíbles: tener una familia, tener nietos. Justo ahora cuanod me llamaste estábamos almorzando. Una de mis nueras está embarazada, la esposa de mi hijo médico. Es increíble lo buena que ha sido la vida conmigo.
P: Recordame Roberto, ¿cuántos hijos y nietos?
R: Tengo 2 varones: Hilario que es arquitecto, Roberto Martín que está terminando cardiología y Laura Inés que hizo comunicaciones y trabajó en Plan Ceibal, pero ahora tiene un nuevo emprendimiento que se llama Quiero Una, que pinta macetas y está ahí en Instagram y está muy contenta con su iniciativa. Que es bueno, un poco mejor porque se puede dedicar más a los hijos. Los veo bastante seguido. Tenemos 5 nietos. Tres de Hilario, que son Benicio, Esperanza y Vicente, y Lala tiene a Joaquina y a Lorenzo y Tino (Roberto Martín) está esperando a Popeye.
P: Qué lindo…. La vida cambia cuando llegan los nietos ¿no?
R: Hay que abrazar el cambio, si lo abrazás rápido lo inmovilizas al cambio. Si lo querés rechazar y todas esas cosas, te influye, pero se le da abrazo del oso a los cambios, cuando antes los abraces más pronto va a ser.
P: Cuando atendés a tus pacientes chiquitos, ¿pensás en tus nietos?
R: Pienso que me emociona que mis nietos sean sanos. Y cuando le pregunto a un niño al que atiendo “¿qué edad tenés?” y tiene 4 como Vicente y ya se han operado 3 veces y dos en EE.UU. pienso en esos pobres padres y que si fuera un nieto mío se me partiría el corazón.
P: Yo entiendo que el médico, el cirujano, el cardiólogo, en cualquier disciplina tiene que lograr alejarse un poco porque, sino, no puede lidiar con todo eso, pero me imagino que hay un término medio entre el caso, que profesionalmente tenés que atender, pero sin perder el vínculo humano, ¿verdad?
R: Eso que decís tu es muy interesante porque es muy difícil ser objetivo, como las madres, que me dicen que "discúlpeme doctor que le pregunto tanto y le hago tantas tantas preguntas" yo le digo, “bueno ni que fuera la madre”. Si la madre no pregunta, ¿quién va a preguntar?, ¿no? Le digo “tenemos que trepar la Cordillera, tenemos que salir adelante”, pero siento que en esos momentos el que tiene que caminar soy yo, soy el que en ese momento está en ese lugar para hacer esas cosas .
P: Para encontrarle la solución.
R: Claro y para respaldarlos y decirle a la mamá "no podés llorar porque tenemos que sacar este chico adelante así que llorá después". Y me acuerdo siempre, del libro que mencioné, el capítulo sobre Tomás, y me da ganas de llorar. Tomás es un niño que tenía 3 operaciones y en la última, a los 8 años, se murió por un problema hemorragia . Y fue un niño que nunca tuvo miedo.
P: Y teniendo nietos, uno inevitablemente piensa también en ellos…
R: Así es. Capaz que yo me he puesto mucho más sensible porque yo a mis hijos me he acostumbrado a operarlos. Pero ahora a un nieto no sé si yo lo operaría porque también además está la madre, está el padre, están todas esas cosas y no soy el padre. Es decir, hay un momento en mi vida en que dependen de mí, y que soy yo el que tiene que proceder. Cuando hay otros para decidir, para mí es un alivio.
P: ¿Realmente has tenido que operar a alguno de tus hijos?
R: A Hilario, una operación menor.
Una mirada personal, hacia adentro
P: Roberto ¿tu identidad o tu presentación principal pasa por los Andes, por tu condición de cardiólogo, hombre de familia o es realmente una división artificial la que estoy planteándote y en realidad va todo junto?
R: Te cuento que le hicieron una pregunta similar a mi hijo cuando tenía 7 años. Algo así como “¿vos admirás mucho a tu papá?” o “¿cómo te sentís siendo hijo de un héroe?” Y él respondió : “No sé porque yo en esa época no lo conocía, yo lo que sé es que papá va todos los días a trabajar al hospital para que a nosotros no nos falte nada."
P: Qué divinura, contestar eso a los 7 años.
R: Ahora tiene 44.
P: ¿Y vos te sentís un héroe?
R: Bueno… admiro mucho a ese de 19 años que cruzó los Andes caminando, un coraje de un puma, impresionante, pero no tiene nada que ver conmigo. Juego 20 minutos al tenis y quedo con la lengua afuera y me duele la rodilla.
P: ¿Y qué es más difícil, lo que hiciste a los 19 años o abrir el pecho de un chiquito y salvarlo?
R: Lo más difícil es vivir ahora, porque todos los días es un desafío, eso ya pertenece al pasado. Lo más difícil es cada día porque es en lo que podés incidir. En el pasado no podés incidir, ya fue, en el futuro tampoco.
P: Y volviendo, salvando las distancias, al Premio Jerusalem...cuando a los 120 resumas tu vida, con salud, ¿dónde va a estar el Premio Jerusalem?
R: Al lado del Premio Nacional de Medicina, al lado de Sudamérica 15, de haber jugado al rugby representando a toda Sudamérica, al lado de haber salido presidente del All Christians y salir campeón después de 17 años, de haber sido Honorary Fellow de la American College of Cardiology…y creo que al lado de Kronzon ¿no?
P: Hermoso…y yo quiero darte un abrazo y decirte que estaré acompañándote con el corazón, aunque lejos geográficamente, cuando recibas el Premio. ¿Hay algo que quisieras agregar que no te supe preguntar?
R: No…Creo que esta es una gran entrevista que me va a encantar cuando me la mandes ya armada.
P: A mí también me encantó. Gracias mil, de todo corazón.
R: A ti Ana.