Las fotos son todas de hace varios años, en el Complejo Celeste
Años atrás, en mejores momentos en el desempeño de la Celeste, tuvimos el gusto de entrevistar al maestro Oscar Washington Tabárez en el Complejo Celeste, una visita que de por sí despertaba una gran emoción. Por distintas razones, ajenas totalmente al contenido, la entrevista nunca se publicó. Estaba destinada a ser parte de un libro con figuras uruguayas, que finalmente –por ahora al menos-nunca salió.
Ahora que la Asociación Uruguay de Fútbol comunicó oficialmente que finaliza su contrato como Director Técnico del seleccionado nacional, decidimos publicar un resumen de aquella larga entrevista. Más allá de las numerosas críticas de las que ha sido objeto últimamente el entrenador nacional, creemos oportuno recordar también otros tiempos.
Comunicado de la AUF - 19/11/2021 pic.twitter.com/OSVXn2qpG4
— Selección Uruguaya (@Uruguay) November 19, 2021
Reconocimiento nacional e internacional
P: ¿Qué hay detrás del “maestro”? Hay quienes dicen que usted es el mejor director técnico de América. ¿Qué le hace sentir?
R:En primer lugar, sorpresa. Si uno se retrotrae en el tiempo hasta cuando era niño, que como cualquier niño tenía la pasión por el fútbol, y después cuando me empecé a vincular por circunstancias con el fútbol jugado digamos, ni aun cuando fui jugador de Primera División -que también fue otro sueño-, pensé que iba a poder llegar a tener estas experiencias en algo como la selección de Uruguay, o de haber pasado por equipos como Peñarol, Boca, el Milan, ni que hablar la selección. No lo había ni soñado. Entonces eso es lo primero que me produce, un poco de asombro de estar en esta posición. Pero la he afrontado tratando de ser como fui siempre, a veces en una actividad difícil como lo es analizarse a sí mismo me pregunto: “¿Qué tengo distinto?”, la conclusión es siempre la misma: “Nada, soy lo más común que puede haber”. Siempre fue un poco así. En el barrio no era el mejor en nada, tenía mi barra de amigos, quizás sí fui un buen alumno, no fui un “traga”, como se decía antes en mi época para los que eran los mejores, pero tenía mucha consciencia de lo correcto también, y la influencia de mi entorno, de mis padres en ese sentido, más allá de que era un hogar muy humilde siempre había una insistencia para que cumpliésemos con las obligaciones. Eso lo he mantenido, aún en una profesión como la que uno tiene ahora, que es la de entrenador, uno muchas veces no sabe qué efectos pueden tener las decisiones, a veces significan aciertos y a veces errores pero siempre, eso lo he mantenido, se debe hacer lo correcto. Y no es fácil determinar qué es lo correcto, sobre todo cuando uno habla de la integración de un equipo, la formación de un plantel, pero tiene que ver con un gran análisis de la situación, con recabar mucha información y con ser honesto consigo mismo y coherente, si uno hace esto siempre hay una coherencia.
P: Y cuando lo elogian tanto ¿piensa que que quizás tiene que compartirlo? O sea…¿puede la selección tener este éxito sin Tabárez? Pero también se puede preguntar si Tabárez tener este reconocimiento sin estos muchachos que trabajan como lo hacen.
R:. Debería la selección de Uruguay para mí, es una opinión, cuando cambie de conductor en la parte técnica -que es una cuestión de tiempo solamente-…
P: ¿En esto hay edad de jubilarse?
R: No, no por eso pero sí porque siempre van a aparecer circunstancias de que la parte que tiene que tomar decisiones en el aspecto institucional pueda seguir creyendo o no en la conducción de uno. Pero creo sí que lo que debería continuar, que es lo hemos intentado poner en funcionamiento, es un proceso de trabajo, trabajar a plazos mediatos, y hacer una asociación muy grande entre la selección mayor que compite por clasificar a los mundiales y disputar los campeonatos continentales, y la formación de los futuros futbolistas para esa selección a través de las selecciones juveniles. En eso creo que se debería seguir insistiendo y en eso se debería seguir invirtiendo. Hay gente de mi entorno cercano que me dice: “Cuando te vayas vos va a ser difícil”, yo espero que no, no tengo ni siquiera ninguna presunción en un sentido o en otro, pero me parece que sería desconocer lo que es la realidad del mundo futbolístico actual y de las cosas que habría que hacer para mantener, no una vigencia en cuanto a resultados, sino alguna posibilidad de estar ahí, en ese entorno. Si no se nos haría más difícil todavía.
Y bueno, he tenido la suerte de estar en equipos importantes, he entrenado equipos uruguayos, argentinos, italianos, he dirigido un equipo en España, pero yo qué sé, mi “lugar en el mundo”, entre comillas, lo encontré aquí, en la selección de Uruguay. Y cuando asumí por segunda vez en la selección no creí, aunque tenía algunos conceptos muy claros, que iba a conseguir algunos de los resultados que se consiguieron y que iba a tener la repercusión que ha tenido en la gente, sobre todo en la gente joven, eso no me lo imaginaba. Y no me hace sentir un héroe, pero me hace sentir muy contento cuando viene, yo qué sé, una chica, una señora de 30 o 40 años…
P: Y le agradece por lo que hizo por sus hijos…
R: Sí. Eso sigue sucediendo. O me dicen: “¿Me da un autógrafo?”, y le contesto: “Sí, ¿para quién es?”, “Para mi hija” o “Para mi hijo”, y yo le pregunto qué edad tiene y nos ponemos a conversar y me cuentan alguna cosa, que son todas bastantes parecidas. Se ha logrado que en un país donde el fútbol es una cosa tan importante, que no solo los niños sino también los adolescentes y la gente de hasta 40 años o más haya vivido por primera vez ciertas cosas.
No cantar victoria antes de tiempo
P: ¿Siempre fue cuidadoso en los pronósticos antes de los partidos?
R: Muchísimo, pero no critico al que anuncia victorias, porque es válido. ¿Cuánto tiempo estuvimos en este país predicando para que se diera más el pensamiento positivo y no aquello de que los jueces están contra nosotros, de que éramos chicos, de que siempre éramos víctimas y siempre estaba la apertura de paraguas? Posiblemente, si eso es así, va a seguir existiendo, pero creo que esta selección ha demostrado que sale a jugar los partidos, y a veces los puede ganar, empatar o perder, pero siempre tratando de conseguir algo. Yo, como cualquier persona, tengo mi escala de valores, mi blindaje ético, me interesa mucho saber lo que ocurre en el mundo, conocer gente que trabaja en otros ámbitos, a veces más importante que el fútbol, los nuevos descubrimientos científicos, la gente que dedica su vida en la búsqueda de algo que tenga que ver con la ciencia, todas esas cosas me llenan mucho y las aplico mucho, en la medida que se pueda, en el fútbol. Porque siempre la realidad enseña mucho pero me he cuidado mucho de que esas opiniones no reboten contra la unidad que yo quiero que haya desde fuera hacia la selección. Yo como cualquier persona voto a un partido político, que capaz que todo el mundo lo sabe porque no empecé a vivir ahora en la selección, pero me cuido mucho de no hacer proselitismo y de no dar opiniones donde muchas veces las preguntas te llevan a hablar sobre temas polémicos. Quizás cuando deje la selección o esté sin ningún equipo pueda hablar como cualquier persona, no a través de una nota, pero sí sin ningún tipo de contención de esos aspectos. Pero no cuando uno es entrenador de la selección nacional porque creo que sin quererlo uno puede hasta lastimar a mucha gente. No hay tanta necesidad de hacerlo.
Los comienzos y las luchas. Fútbol y docencia.
P: Cuando usted hablaba del desarrollo, de la ciencia, de las cosas del mundo, me hizo pensar en preguntarle si usted soñaba con esto de chico, que era un pibe amante del fútbol, pero ¿pensó que iba a dedicar su vida a esto?
R: No, los sueños de un niño que le gusta al fútbol son como imaginarse que juega en Primera División, que mete un gol en la hora que es el del triunfo… Pero no se imagina situaciones de vida que se pudieron haber dado, y que se dieron como pudieron no haberse dado. Le cuento que en el año 1979… yo había jugado al fútbol en Primera División hasta 1976, que fui a México, fue la primera vez que salí del país para jugar en el exterior, en el club Puebla y volví a Uruguay y jugué en Bella Vista. Por problemas de la rodilla, que siempre me aquejaron, siempre fui una persona que sufrió mucho de las lesiones, sobre todo articulares, llegó un momento en que ya me costaba conseguir equipo, me acuerdo que ya tenía tres hijas y Silvia, mi esposa, estaba embarazada de Melisa, la menor de esas hijas. Un día vuelvo de entrenar con un equipo a ver si podía seguir en esto del fútbol -tenía 32 años, no era súper veterano- y le digo a mi esposa: “No juego más al fútbol, me retiro”, y ella me dijo: “¿Y qué vamos a comer?”, y le contesté: “Y ya veremos”. Hice el curso de entrenador, la primera etapa, porque fue un período de tres años, había que hacer una primera etapa, después había una etapa en la que había que tener una actividad con juveniles y después hacer la última etapa que habilitaba para ser entrenador de Primera División. Y bueno, me acuerdo que trabajé en dos escuelas, en una pública y en otra privada, difícil, porque todos saben lo que gana un maestro en Uruguay, ahora están un poco mejor, pero siempre es menos de lo que se merecería por la función que se desarrolla. Cuando hice el curso de entrenador uno de los objetivos era conseguir otra fuente de ingresos, entrenar, yo qué sé, el equipo de una escuela, de un colegio. Empecé en divisiones inferiores de Bella Vista, que era el último club en el que había jugado, y después se fueron dando las cosas, accedí a una selección juvenil, la selección panamericana que salió campeona, y se fueron dando cosas en que uno le puede haber puesto mucho corazón y ganas, que de verdad lo hicimos, pero también fue ayudado por las circunstancias.
P: También en el fútbol las circunstancias inciden.
R: Seguro, no se puede saber todo, se puede tener ciertas presunciones a partir de la realidad, cierta anticipación del futuro, eso es planificar, pero jamás se puede saber cómo va a ser el partido. Uno trabaja para una realidad posible pero no segura y eso también lo hemos tenido en cuenta, es el discurso que le transmitimos a los futbolistas: “Vamos a prepararnos bien, no se desgasten en pensar cómo nos va a ir”, no. “vamos a ir con todo a la realidad del partido, ahí sí, es el momento de no fallar. Si fallamos ahí, difícil que ganemos, pero no está escrito, aunque juguemos contra el mejor”.
P: ¿Cuánto tiempo convivieron el fútbol y la docencia?
R: Y bueno, primero fui futbolista y estudiante de Magisterio. Jugaba en Sudamérica en 1967,cuando empecé en la Tercera División de Sudamérica. Porque no hice la trayectoria que hacen algunos chiquilines acá que a los 13 años ya están vinculados a los clubes, yo ya tenía 20 en esa época y me recibí de maestro en 1970, o sea, tres años después, y ya habiendo debutado en Primera, en julio de 1970 era futbolista de Primera División. Y después en toda la carrera de futbolista, obviamente con licencia sin goce de sueldo de por medio, cuando fui a México ni que hablar, que aunque fue un año tuve que pedir licencia, hasta 1985, que era entrenador de Wanderers ya y tomé la decisión de optar porque…
P: ¿No podían convivir dos pasiones?
R: No, no podía hacer bien ninguna de las dos evidentemente, o todo lo bien que se podían realizar, y no le digo que en 1985 ya me veía no como que podía lograr esto que logré pero sí que en el fútbol había dirigido a la selección juvenil, había venido de aquello de la selección panamericana, estuve en Danubio ese año, el primer año en Wanderers… Ya veía que podía evolucionar en esa profesión, o por lo menos tener una fuente de ingresos en Wanderers o en un equipo de la B, donde sea. Por suerte la cosa fue evolucionando y vino la selección juvenil, Peñarol, que fue importante porque se salió campeón de la Copa Libertadores, y enseguida la selección de Uruguay. Todas esas cosas pasaron pero yo ya no tenía vínculo con Magisterio.
P: ¿Qué había en la vida de Oscar Tabárez de niño que lo llevó por un lado a la docencia y por otro lado al fútbol?
R: Lo de la docencia no, fue muy circunstancial también. Yo trataba de ser buen estudiante y había hecho el liceo y después el bachillerato en el Liceo Miranda, que en ese tiempo estaba con un nuevo edificio que es donde está ahora, pero no hacía mucho que estaba en ese lugar, en Hocquart y Bacigalupi. Terminé el bachillerato de Abogacía, hice un año de Facultad en el sentido de ir a las clases, preparar exámenes, pero ahí me di cuenta de que no era lo mío, estaba el asunto de la superpoblación… A raíz de eso dejé de concurrir a clases y estudiaba con un grupo de amigos, y después empecé a analizar la situación y me di cuenta de que me gustaban cosas que tuvieran que ver con la relación con otras personas y no con el ambiente frío, por lo menos en el período de estudiante, que podía ser la carrera de Derecho. Que, por otra parte, no tenía el apoyo económico que puede tener una familia, sobre todo en los primeros períodos de estudio, antes de que uno acceda al mercado de trabajo. Y por la misma situación pasaron muchas personas, algunas de las cuales era mujeres, y me dijeron: “¿Por qué no te inscribís en Magisterio?”, usted sabe que en el Magisterio de Uruguay hay un gran predominio de mujeres.
P: ¿Y había otros hombres o usted era el único?
R: Creo que en alguna oportunidad en alguna clase era el único o éramos dos o tres en una clase de 40. Después a raíz de todo esto del fútbol se logró que se hiciera en aquella época a través de la Asociación de Estudiantes un curso nocturno, que fui un poco, y después hice las últimas materias de la carrera en condición de libre. Eso me llevó a extenderla un poco más, me recibí en 1970 ya casado y con una hija. Al poco tiempo ya me puse a trabajar como maestro en la zona del Cerro, que era el lugar donde viví desde que me casé hasta 1985 que ya abandoné la docencia para dedicarme full time a esto de entrenar equipos de fútbol.
Maestro, entonces y como DT
P: Tendrá muchas anécdotas que recordar de la coexistencia entre el fútbol y el Magisterio. No sé si habrá sido una convivencia pacífica…
R: Y era… Me acuerdo que cuando me ascendieron a Primera División yo estaba en Sudamérica e íbamos a concentrar a un hotel de la Barra de Santa Lucía, Santiago Vázquez, por esos lados, y yo llevaba cosas para estudiar. Todavía no me había recibido de maestro pero sí teníamos clases prácticas y había deberes o trabajos de los niños que había que corregir. Y bueno, las bromas de mis compañeros que me los escondían y esas cosas… pero trataba de sobrellevarlo. Ojo que desde el punto de vista físico era una exigencia grande: había que levantarse todos los días por lo menos a las 6.30 para estar en la escuela 7.30, y después en la tarde ir a entrenar y volver casi al anochecer a la casa a hacer cosas para el día siguiente. Sobre todo cuando era futbolista y estudiante, que era solo para el día siguiente que había que preparar cosas, pero después, cuando era entrenador, las dos cosas necesitaban planificación y se fue haciendo muy exigente, muy desgastante desde el punto de vista mental. Tampoco para quejarse demasiado, lamentablemente también el multiempleo es muy común en los maestros y las maestras, y bueno, no hay más remedio que hacerlo, atenta un poco contra el tiempo que tiene que tener un maestro, no sólo para sus cosas personales sino también para actualizarse y seguir aprendiendo, y a veces eso cuesta más que si uno tuviera, como en otras profesiones, un sueldo que le permita no tener un multiempleo.
P: Siendo la mayoría en docencia mujeres ¿qué hacía en la sala de maestros, con quién hablaba?
R: En una escuela de práctica por ejemplo, o cuando uno tiene clase, esa posibilidad se da por cinco o 10 minutos en los recreos, o sea que no hay demasiado contacto fuera de esa actividad. Aparte yo desde los 22 años que ya era casado y bueno, no era de salir o tener reuniones grupales fuera del hogar, y las hijas vinieron rápido, cuando yo tenía 23 años –en 1970-, y a los 26 o 27 años ya tenía tres hijas, entonces también había que ocupar gran parte del tiempo en la convivencia con ellas.
P: Le quedó eso de “maestro”, no sólo en el título…
R: A veces en mi casa me lo dicen, un poco en serio, un poco en broma.
P: ¿Le gusta?
R: No sé si me gusta, pero… En la época que no era tan conocido una vez me contaba un amigo que estaba en la tribuna y me gritaron: “¡Maestro, maestro!”, y un hincha del otro equipo pregunta: “¿Qué tanto maestro? A cualquier patadura le dicen maestro”, y era porque era maestro de la escuela. Y me sirvió, porque no es muy común en el fútbol que haya médicos, maestros, veterinarios… los hay, pero no en gran cantidad, entonces para identificarme supongo que decían: “¿Quién es Tabárez?”, “El maestro”, “Ah, sí, ya lo ubico”. Como todos los apodos es una manera de individualizar más a una persona que no es muy conocida, y ahora me ha quedado como algo un poco indisoluble a la persona, ¿no? Y bueno, qué puedo decir, voy por ahí y me gritan de un auto: “¡Maestro!”, a veces para gritar: “Poné a éste, o poné al otro”, o a veces en los momentos difíciles, que yo les daba mucha importancia, y para usar un término muy uruguayo: “¡Maestro, no le des bola a la gilada!”. Se supone que la gilada era la que me criticaba, ¿no?, que no era tan gilada, porque es un poco de esperar esto. Pero todos se refieren a mí con “Maestro”, inclusive en mi entorno. Por ejemplo el nombre, Óscar, más me vino en la época de estudiante o de niño, y para los íntimos siempre fui Washington.
P: ¿Y qué tipo de maestro es usted en la cancha y cómo fue en el aula? ¿Se enoja con los alumnos, con los futbolistas, levanta la voz?
R: Y, a veces sí, pero hay que tratar de no hacerlo. En la medida que va avanzando, tanto en la profesión de maestro como en la de entrenador… siempre hay un paso de ser más visceral cuando uno recién empieza, el deseo de hacer las cosas, o por la falta de experiencia, que muchas veces se deja llevar un poco por la emoción primaria. Pero uno lo que ha aprendido con el paso del tiempo, y sobre todo ahora en esta profesión de entrenador, es que muchas veces hay que retardar las reacciones porque…
P: Contar hasta 10…
R: Sí, porque uno tiene la responsabilidad de llegar al otro, o al grupo, tratando de que le llegue lo que uno quiere. Y tiene que ser a partir de una reflexión profunda, que lleva su tiempo, eso me parece que tiene que ser así. Por eso pienso que en este estadio de desarrollo del fútbol es ineludible que el entrenador principal sea un educador, no que sea maestro, profesor, médico o universitario, puede no tener estudios curriculares, pero sí es inevitable en la relación personal con el otro. Uno cuando tiene futbolistas no tiene que mirarlos como millonarios -que algunos lo son-, como súper estrellas del deporte -que algunas veces lo son-, sino como personas, hay que llegarle a la persona.
La gran carta que tiene el entrenador para lograr eso es la credibilidad, entonces tiene que llegar, tiene que intervenir, tiene que tratar de no ponerlo en evidencia innecesariamente, tiene que saber cuándo hablar grupalmente, en privado o individualmente, y de esa manera ganar confianza.
Sin lamentos
P: Y con todo lo que logró en su puesto ¿se lamenta a veces que por los problemas de la columna y la rodilla ya no pueda correr como los futbolistas a los que entrena?
R: Después de algunos sufrimientos desde el punto de vista físico, que me impedían hacer ciertas cosas, el que yo en este momento no pueda hacer muchas de las que antes hacía, no me hace pensar: “¡Qué mala suerte que tengo que no puedo hacer esto!”. Al revés, estoy loco de la vida de lo que he mejorado, y creo que eso se llama tener una calidad de vida adecuada a las exigencias de la actividad que estás desarrollando. Yo cuando no podía dejar el dolor o no podía estar parado mucho tiempo seguía haciendo la función con un gran apoyo de los que fueron dirigidos por mí y los que estuvieron apoyándome. Porque ellos determinaron que no se deteriorara la calidad del trabajo, más allá del esfuerzo de uno. Entonces cuando uno ha mejorado en ese sentido, estoy contentísimo en ese aspecto, y para nada me pongo a pensar desde el punto de vista del futbolista. Trato de llegarle a la persona porque sé por experiencia y por muchos casos que el hecho de ser millonario, tener mucho dinero, ser muy popular, ser admirado, ser motivo hasta de idolatría por mucha gente, no los pone a salvo totalmente de sentir o de tener problemas como puede tener cualquier persona, de sentirse sólo pese a todo eso en algunos momentos, de enfrentarse a circunstancias de gran exigencia que lo abruman.
P: Y usted dice eso, y lo dan por sentado, todos lo saben, que en la selección hay verdaderas estrellas que también alcanzaron una comodisima situación económica jugando en el exterior.
R: A mí me alegra mucho cuando veo que un futbolista de la selección está consiguiendo todo en el lugar donde está, pero no asocio a eso a que está al 100% desde el punto de vista personal, que puede estar muy bien y que eso lo puede ayudar sí, pero no hago esa cuenta tan fácil que pueden hacer muchos padres que tienen un niño que juegan al fútbol y que por ahí dicen “Ojalá mi hijo sea (Luis) Suárez, (Edinson) Cavani, (Diego) Lugano o (Fernando) Muslera”. No es tan simple y tan idílica la cosa.
P: Y usted diría desde su punto de vista que ser Oscar Washington Tabárez, el “Maestro”, ¿tampoco es tan idílico?
R: No, no es tan idílico, a veces me siento muy solo. Sobre todo a la hora de tomar decisiones que sólo las puedo tomar yo y me crea, no un conflicto, porque a través de tratar de ser coherente y honesto uno sabe que tiene que tomar esas decisiones, pero soy muy consciente de los costos que muchas veces puedan tener esas decisiones. Sin ser exagerado, muchas veces uno influye en la vida deportiva de un futbolista convocándolo o no, llevándolo a un Mundial o dejándolo afuera, pero hay que hacerlo. Y sobre todo cuando eso se da a una edad que puede ser el último Mundial para ese futbolista, todas esas cosas influyen y no son los únicos aspectos pero hay un montón de cosas a tener en cuenta. Entonces, al igual que un futbolista, uno no es la imagen que transmite hacia la gente solamente, hay una individualidad que es muy de uno.
Yo defiendo mucho mi privacidad, acá le estoy hablando de cosas de cómo es uno desde que era chico, pero no entro en cosas que tienen que ver demasiado con mi vida privada porque me parece que no deberían ser nunca de interés para la gente y la única posibilidad de que esas cosas llegaran a la gente es que yo abriera esa compuerta y no lo hice ni nunca lo voy a hacer. Tampoco ponerme misterioso cuando me preguntan cómo era de niño o cómo es usted como entrenador, ahí creo que sería hasta arrogante no decir cómo es uno o cómo me veo yo. No sé ni siquiera cómo era en realidad.
P: ¿En su casa siente que es muy distinto que en la cancha? La otra vez me dijo que era un mimado con varias hijas.
R: Sí, sí, sí, mi familia es la cosa más importante, mis 4 hijas también, ahora mis nietos.La vida de todos los días es con mi esposa en mi casa-nos casamos en 1969- o los momentos del día que nos vemos y el contacto telefónico o a veces personal con mis hijas. Pero es una cosa muy común, no soy de salir, soy de mi casa porque ahí es donde desarrollo todo, de interiorizarme con mis jugadores, con los rivales. Tengo mi pequeño escritorio que en cierto sentido lo disfruto también, ahí tengo mis libros, mis cosas. Esa es un poco la vida de todos los días que uno hace.
Retrospectiva
P: ¿Hay cosas que haría diferente si pudiera empezar de nuevo su vida?
R: Y sí, porque -no digo que hay cosas que no dependan de uno- pero el hombre es producto de su esfuerzo y de sus circunstancias, y las circunstancias tienen un peso grandísimo. A mí me impactó el inicio de una de las últimas películas de Woody Allen, que es una persona que yo admiro mucho como director de cine, “Match Point”, que cuando están dando los créditos de la película aparece una red de tenis y una pelota que queda en el canto de la red y ahí dice que la historia que va a contar va a ser una u otra depende de para qué lado caiga la pelota. Eso son las circunstancias, que no dependen del esfuerzo que uno haya hecho para poner la pelota del otro lado. La pelota va a caer muchas veces por imperio de la circunstancia, y la historia va a ser una u otra de acuerdo a eso. Yo creo que es así para el deporte, como en este caso, pero también para la vida, que es una historia de vida que se cuenta en la película. Y bueno, para todas las situaciones de vida ocurre eso. Que uno tiene que ayudar a que las circunstancias lo favorezcan sí, pero jamás eso es definitivo, y jamás hay una relación unívoca entre esfuerzo y resultados, o entre capacidad y resultados. Eso no, no existe, uno iría contra la historia si afirmara eso.
P: La pregunta es si hay cosas que dependían de su voluntad que hoy, a la edad actual, mirando hacia atrás piensa que las tendría que haber hecho diferente, o si, por otro lado, hay circunstancias que hubiera querido que fueran diferentes.
R: No, yo no me quedo demasiado tiempo en eso, sobre todo cuando hay cosas que no son como uno quisiera que hubiesen sido, de ponerme a reflexionar y llegar a la conclusión: “¿Tendría que haber hecho tal cosa?”. Por supuesto, que muchas veces una reflexión lleva a que uno diga: “Evidentemente me tengo que haber equivocado en algo si no se dieron ciertas cosas”, pero no me quedo en eso, lo uso como una forma de sacar conclusiones y a partir de que uno las saca mirar para adelante. Eso es lo que hemos hecho en la selección.
Estoy convencidísimo de lo que hay que hacer y no quedarse demasiado, ni victimizarse a sí mismo cuando uno comete un error, ni en quedarse en el tiempo. No es mucho el tiempo que se tiene, ni siquiera para vivir, para quedarse demasiado en esas cosas, que por otra parte hacen mal, traen daños. Es parte de las cosas, uno es también parte de los aciertos y de las frustraciones que ha tenido y de todo se aprende, por eso yo soy muy de mirar la realidad y sacarle el jugo lo más que pueda, aunque alguno se le pueda ocurrir de tratarlo a uno de ladrón de ideas. De eso se trata: ver a los grandes entrenadores, las cosas que dicen, las cosas que tratan y tratar de llegar a una interpretación de la realidad que lo haga llegar un poquito más, no sólo a lo evidente. Y creo que es una manera de aprender, y es totalmente legal. De todas las cosas que aprendí en la vida, ninguna es original, ninguna la aprendí yo antes que nadie. Todas son cosas sencillas, conceptos básicos que los han manejado infinidad de personas antes que yo.
P: ¿Siente que a lo largo de la vida, en la carrera profesional o en la vida personal, hubo momentos en los que sintió que cayó? Está claro que siempre pudo volver a levantarse, o sea, primero si sintió esos puntos bajos alguna vez y qué es lo que lo ayudó a levantarse. Como quizás el primer Mundial en el que estuvo…
R: Ayudar a levantarse, la actitud siempre… Por ejemplo, en esa circunstancia que pasamos muy mal desde el punto de vista económico, cuando vine de México, antes de que me contratara Bella Vista, estábamos ahí con parte del dinero que me tendrían que haber dado y que no lo cobré, con penurias económicas, con mi esposa embarazada de Melisa, mi cuarta hija. Y me acuerdo que yo salía a correr en la noche alrededor de dos manzanas que había, me corrían los perros, y yo sabía que me iban a correr, pero los utilizaba para trabajar el cambio de velocidad, y los perros me corrían para ladrar, no para morderme. Silvia, mi esposa, con la luz prendida en el lindel de la puerta esperando que yo pasara y después me esperaba con el baño pronto. Esa era la vida. Y en esos momentos yo estaba muy preocupado porque uno cuando está casado, tiene una esposa e hijas tiene que tratar de acercarlos lo más que pueda a una sensación de bienestar. Y bueno, es preocupación de cualquier padre de familia cuando eso no se da, o está muy cuestionado, uno se siente mal anímicamente. Supongo que hay muchas personas que lamentablemente pueden estar viviendo esa situación en este momento pero yo no me quedé lamentándome y sin dejar de entrenar para conseguir un equipo, y después conseguí un equipo y las cosas se fueron dando.
Lo mismo cuando hacía el curso de entrenador y tampoco… Porque las dos fuentes de ingreso eran los de la escuela pública y algo que me daban en la escuela privada, que era mucho menos. Iba de mañana a la escuela pública, de tarde a la privada, me llevaba una compañera en moto que también trabajaba ahí, después me acercaba al Paso de la Arena para volver a mi casa, y de noche salía para el curso de entrenador y después volvía cerca de la medianoche. Eso lo hice durante un tiempo muy preocupado, muy contrariado, viviendo situaciones difíciles pero jamás sin dejar de hacer cosas. Hay gente que le llama a eso luchar, no sé si es así. Así que en ningún momento me quedé sólo en el lamento.
No sólo fútbol
P: Aparte del tiempo que dedica al fútbol, al entrenamiento, hará otras cosas me supongo. ¿Le gusta leer?
R: Mucho. Todo lo que venga, ¿eh?, y aparte muchas veces por circunstancias… El otro día un estudiante me pidió una entrevista, porque quería hablar conmigo sobre mi proyecto, creo que era un estudiante del Instituto Superior de Educación Física que está estudiando para entrenador, o de la Asociación Cristiana de Jóvenes, uno de esos dos. Y yo le expliqué que no podía, que después del Mundial podía ser, por las mismas razones que le explicaba a usted, y él junto con la carta que me pedía eso me mandó un libro de obsequio que era su libro de cabecera, es un libro que yo lo había oído nombrar muchas veces pero nunca lo había leído: “Sinuhé, el egipcio”, que es un clásico. Y bueno, me puse a leerlo, eso fue de casualidad. Y después también uno de los libros de Enrique Baliño, “No más pálidas”, que pone muchos ejemplos de cómo el pensamiento positivo permite lograr cosas que pueden no pensarse por la mayoría en los inicios de esas ideas y cómo hay que desde el primer momento pensar que son posibles. Ese ejercicio lo hemos hecho acá en la selección, cuando estábamos para salir, como se dice, como había una pequeña luz dijimos: “Vamos a hacer esto”, y nos metimos en cuerpo y alma en lo que había que hacer para prepararse bien y encarar ese partido. Aunque la posibilidad era mínima: depender de un partido para ir a un Mundial… Y bueno, y se fue dando y eso es una cosa que hemos aprendido, no solo el cuerpo técnico sino este grupo de futbolistas: cuando hay una mínima posibilidad hay que encararse.
Eso también uno lo va haciendo a través de libros, el libro de Tato López, “Lo no dicho”, sobre la droga, él también ha hecho un libro conmigo, de conversaciones que ha tenido conmigo, y mucho de estos temas que estamos hablando con usted se pueden leer en ese libro. Pero no sabía que él era orientador para los adictos, hizo un curso y después se tomó el trabajo, y a mí me puso en contacto con muchos conceptos que no tenía y ahora tengo una visión totalmente distinta, no tanto del problema de la droga sino del adicto. El adicto, su entorno, su problema, su madre, todo, la famosa “mamá helicóptero”, siempre sobrevuela alrededor del dilema y en cierto sentido es adicta también al problema a través del verdadero adicto.
Leo de todo. Ahora por ejemplo el jueves creo que es, un señor presenta el libro, se llama Fenoqui, de apellido, que está en el movimiento Rotary desde hace mucho tiempo, y escribió un libro: “Hacia Brasil 2014”, que empieza con la llegada de Uruguay desde Sudáfrica en el Mundial hasta el partido con Jordania. Y lo hizo recabando todas las informaciones de prensa: simultáneamente a estos cuatro años él hizo el libro porque él dice que no es un investigador, ni siquiera un periodista, y pone toda la historia. A mí me ha servido no solamente por lo que dice -se tomó el trabajo de poner frases de cada conferencia de prensa que yo di el día antes y el día después del partido- sino también por todos los datos de cómo integraron los equipos, quiénes metieron los goles. Desde el punto de vista estadístico tener todo eso en un libro… Y bueno, eso también lo tengo en la mesa de luz.
P: De cabecera…
R: Para decirle algunos libros que he leído últimamente. He leído muchos libros policiales de un autor que tampoco conocía, un alemán que es abogado criminalista y son casos de la justicia alemana, que son muy famosos y en los que él ha tenido que ver. También le da una visión muy diferente de lo que es la realidad, de cómo la Justicia interpreta esa realidad y de la visión que da alguien de la organización jurídica, ¿no? Es muy variado todo… Aparte repaso libros de entrenamiento, de contenidos tácticos, veo videos de partidos, los análisis de los partidos que hacen los chicos de la empresa Kizanaro que trabaja con nosotros. O sea, los días son movidos, ¿vio? Pero uno ya está acostumbrado.
Resumiendo
P: ¿Se siente feliz, maestro?
R: Una vez estaba en Argentina y a Adolfo Bioy Casares le habían hecho una nota porque había escrito un nuevo libro, un gran escritor argentino, ¿no? Y le preguntan qué es la felicidad y yo estaba solo en Argentina y él dice, me acuerdo permanentemente de esto: “La felicidad es el aroma de las tostadas en la mañana y el olor del pasto recién cortado”, y a mí me encantó. Y a mí después me preguntaron lo mismo que usted me pregunta: “¿Usted es feliz acá en Boca?”, porque habíamos ganado unos partidos e íbamos primeros, o habíamos salido campeones, y yo les digo la frase esta y agrego: “No es una frase mía, la dijo Bioy Casares”. Creo que la felicidad así, como ente abstracto, no existe tampoco. Hay momentos felices y hay momentos en que uno puede tener éxito en lo que está emprendiendo, pero no entiendo demasiado cuando dicen: “Aquella es una persona feliz”, no, está feliz en ese momento. No es indefinido ni siempre pudo haber estado feliz, y lo mismo con lo del éxito. Por eso me siento muy contento con lo que estamos viviendo, el clasificar al Mundial de Brasil ha sido un alivio, porque ha sido una situación muy complicada, muy estresante, que afectaba mucho un compromiso que todos habíamos asumido de tratar de llevar otra vez a Uruguay al Mundial. Que ese fue siempre el gran desafío para continuar en la selección después de 2010, siempre dicen que los equipos que tienen éxito generalmente después tienen un período que caen y se termina. Pero nosotros seguimos porque pensamos que con este grupo de futbolistas, con lo que habíamos hecho, con todo, vamos muy bien.
P: Muchas gracias Maestro. Y éxitos con la Celeste, siempre.
R: Muchas gracias Ana.