Entrevistas

Cr. Enrique Iglesias:Juventud es tener más sueños que recuerdos

Es homenajeado hoy en el Palacio Legislativo

La Asamblea General se reúne este miércoles 11 de agosto para rendir homenaje a la figura del Cr. Enrique Iglesias (91) , ex Canciller de la República, ex –Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y ex Secretario Iberoamericano “por su permanente apoyo a la promoción del desarrollo económico, social y cultural de nuestro país”.

Nos pareció oportuno compartir una entrevista que le realizamos años atrás (2014), concebida para un libro sobre Uruguay que por distintas razones nunca publicamos. Historia de vida, raíces, febril actividad y..mucha suerte por oportunidades que supo aprovechar.

Comenzamos comentándole que una entrevista con él es seguramente “con el uruguayo sin duda más destacado y más conocido a nivel internacional” y él, entre risas, respondió: “Y el más viejo”.

 

P: Realmente usted ha cruzado fronteras a un nivel altísimo. ¿Qué le hace sentir esa posición?

R: Lo importante es estar muy agradecido a la vida y muy agradecido a mi país, porque todo eso lo tengo gracias al apoyo que tuve de Uruguay en todo momento, y de los países a los cuales fui, pero sobre todo del mío. Lo segundo es que la gran experiencia que he tenido la suerte de vivir me ha permitido valorar al país mucho más de lo que se puede hacer desde adentro. Cuando uno ve el país de afuera se agranda; cuando lo ve de adentro lo ve con todas las pequeñas cosas de todos los días, a veces miserias de todos los días, pero la vida es así. En cambio, visto de afuera y comparando, el país se agranda en lo social, en lo político, y últimamente se agranda también en lo económico. Creo que se ha construido un pequeño modelo en el mundo de país que, alguien ha dicho, fue el primer Estado de bienestar del mundo a principios del siglo XX, y es verdad. A partir de ahí es la construcción pacífica de una democracia tolerante, plural, que ha visto la alternancia de los tres grandes partidos, que todos fueron gobierno y todos fueron oposición. Es el único país de América Latina que yo conozco donde los presidentes se sientan en una mesa y se ríen y conviven, y se hacen bromas, eso es único, no hay ningún país de América Latina donde eso pueda ocurrir. Eso demuestra, quizás como un símbolo primario pero muy importante, el grado de madurez política que tiene el país, lo cual no quiere decir que tengamos una democracia perfecta, por definición la democracia siempre es perfectible y la nuestra también. 

Creo que eso es lo que más me enseñó la vida cuando he estado deambulando, y además ver cómo al país se le aprecia afuera mucho más que nos apreciamos adentro. Eso también importa mucho, eso fue parte de mi aventura internacional de tantos años.

P: Usted es modesto y atribuye gran parte al país, que por supuesto es importante que Uruguay sea respetado, pero va por su trayectoria personal. Buenos economistas puede haber en diferentes niveles, en muchos lados, ¿por qué cree usted que ha logrado llegar?, quizás puede maniobrar entre su modestia y su conciencia de lo que ha logrado.

R: Primero que a mí me proyecta el país cuando me candidatea para los cargos internacionales. En ese momento es el país el que apoya a uno. Creo que además he tenido suerte, porque en la vida hay también un factor suerte, he tenido oportunidades que se han abierto: en el momento en el que terminaba una experiencia se abrió la otra, eso es suerte en la vida de poder realmente encontrarse con oportunidades en la puerta de salida de la anterior. Eso yo lo aproveché un poco tratando en lo posible de ser un buen funcionario público internacional. ¿Qué quiero decir con esto? Mantener ciertamente el interés de los temas, mantener la objetividad, pero también el respeto por la diversidad. El mundo de hoy es complicado, difícil, y si uno quiere realmente hacer bien a la comunidad tiene que empezar por, sin abdicar a ningún principio o valor en los que uno cree, tener la capacidad de oír, de entender y de explicar un poco a los países en su diversidad, eso ha sido muy importante para mí en las tres grandes experiencias que he tenido. 

P: ¿Puede ahondar en los ejemplos concretos?

R: La experiencia intelectual de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) para mí fue muy importante en mi vida porque para mí la Cepal era un poco el origen de toda mi formación, la Cepal fue el gran inspirador del modelo económico de América Latina en los años ’50. Tomar ese cargo, suceder a (Raúl) Prebisch, para mí fue un hecho muy importante. Eso me permitió un contacto muy valioso con el mundo intelectual y económico de América Latina y el mundo . Luego el hecho de haber sido llamado por la democracia para tomar a mi cargo las relaciones exteriores y ayudar a la inserción internacional del país, eso fue un privilegio inmenso para mí. Después di el salto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), porque quedó vacante, y ahí tuve la experiencia única de haber estado pudiendo manejar apoyos y ayudas a los países desde una posición muy relevante en el mundo como era y es la posición del BID. Estuve allí primero como consultor y después como presidente, en total 20 años. Casi 18 como presidente.

P: Algo sin precedentes…

R: Así es. Y luego apareció la posibilidad de la construcción de la Secretaría Iberoamericana, la última aventura internacional que tuve, que fue una experiencia muy linda, que es trabajar para esto que es la Comunidad Iberoamericana de Naciones. 

De todas estas experiencias de deambular por el mundo tengo lecciones aprendidas.Vale la pena escribirlas. No como memorias,  porque las memorias son muy largas cuando uno tiene tantos años, más bien experiencias focalizadas.

P: Y con todo ese bagaje tan variado y rico, si usted tiene que elegir una frase, un renglón para presentarse ¿qué diría?

R: Yo le diría que el desarrollo humano es posible y es imparable. La sociedad va a seguir progresando a pesar de todos los tumbos que está dando de cuando en cuando. Tengo un cierto optimismo histórico frente a la presencia del hombre en este planeta, no participo del pesimismo derrotista con el que todavía se mira desde algunas ópticas. Mirando un poco el devenir de los últimos 50 años y los cambios que ha tenido el mundo no se puede ser pesimista respecto al futuro: el desarrollo es posible, es necesario, y es viable, si realmente somos capaces somos dueños de nuestro propio destino y de administrar las cosas como corresponde. 

P: Usted ha estado en contacto tanto con quienes necesitan ayuda como con quienes pueden ayudar al prójimo. ¿Eso es lo que le da el optimismo en la condición humana?

R: Sí. La pobreza, por ejemplo, que sigue siendo un problema importante, ha ido bajando en forma importante en América Latina. Llegamos a tener 48% de pobreza y estamos en 28%, (se bajó) en el correr de 10 o 15 años, eso es importante. Es cierto que sigue siendo una región muy desigual. La desigualdad es el gran tema que tenemos por delante, una enfermedad mundial. El avance tecnológico hace que los que son dueños de la tecnología se queden con las oportunidades y por tanto también acumulan ingresos. Hoy en día el 1% del mundo es dueño de una parcela muy importante del Producto (Interno Bruto) mundial y eso ciertamente es algo que el mundo va a tener que corregir. De alguna manera tenemos que luchar contra la desigualdad y contra la exclusión.

 

Raíces e identidad

P: ¿Qué le ha marcado la vida? Quizás empezar por los comienzos, llega de pequeño a Uruguay, que es su único país aunque habrá lazos emocionales con España…

R: Yo me reconozco asturiano, con mucha honra, siempre respeto el origen donde nací, pero soy uruguayo, 100%, y estoy muy agradecido a este país y a las oportunidades que me dio. Mi padre recordaba siempre a mi hermano y a mí cuando éramos niños y jóvenes que teníamos que levantarnos todos los días a besar esta tierra porque llegamos con una mano atrás y otra adelante y nos dio todas las oportunidades. Yo nunca me sentí otra cosa que uruguayo en este país y todas las puertas me las dio la educación uruguaya, que es la única que tengo formal, yo no tengo ningún título en el exterior, muchos doctorados honorarios, pero esos son reconocimientos, no títulos, los títulos los recibí todos aquí, de la escuela, de Secundaria y de la universidad uruguaya.

P: La escuela vareliana.

R: Es una cosa muy importante para mí el agradecimiento a la educación que tuve aquí. Yo los primeros años de la escuela fui a una escuela católica, después fui todo a la enseñanza pública, y creo que es una enseñanza que realmente me enseñó para mucho. Por ejemplo, yo estoy agradecido de Secundaria, la riqueza de la formación humanística que me dio Secundaria para mí ha sido muy importante en la vida. Por supuesto lo fue también la formación en la universidad, pero yo estoy muy agradecido de todo ese ciclo que me fue formando. Eso creo que en el fondo yo lo reconozco y que si tuviera que decir cuál ha sido uno de los pilares, ese fue la educación, eso y la oportunidad del país de abrir oportunidades que se fueron apareciendo apoyándome por todos lados. Yo nunca me fui de Uruguay tampoco, lo vivo día a día y lo viví día a día en estos 30 años que estuve afuera.

Estudiando en el almacén

P: ¿Cómo era el hogar de sus padres, que llegaron como inmigrantes a Uruguay? Su papá puso un almacén y usted estudiaba allí a veces…

R: Era un almacén pequeño en la calle Guaicuri y Colorado, allá en el barrio San Martín, Reducto. Y yo estoy muy agradecido de esa experiencia porque vivíamos en un almacencito y para mí a mí me hizo uruguayo el barrio, la escuela, las familias, el conglomerado social en el que se vivía en aquel entonces, eso nos hizo uruguayos. Era una vida muy humilde, vivíamos en un pequeño localcito con dos piecitas atrás, una de las cuales mi padre la alquilaba, así que vivíamos en forma muy modesta. Fue un período muy difícil en el mundo entero, los años ’30. En Uruguay también, pero menos que en otras partes. Originalmente mi destino era emigrar a Cuba con mi padre, pero la situación cubana era mucho peor que la uruguaya en aquel momento y uno de mis tíos nos trajo para acá, nos albergó aquí, nos dio la oportunidad de tener un almacén en Montevideo. Ahí trabajé hasta los 20 años, yo estudiaba y trabajaba en el almacén.

 

P: ¿Cómo era trabajar y estudiar?

R: Tenía los libros en el mostrador. La gente era tan amable… cambiamos de almacén, nos fuimos después a Larrañaga y 8 de octubre, yo ocupaba sobre todo las horas del medio día, cuando mis padres descansaban, y la gente no venía a comprar para dejarme estudiar (Risas.), y mi padre se enojaba después.

P: Decía que le ahuyentaba a los clientes que lo veían estudiar y no entraban.

R: Claro, “No vendimos nada”, le decía, porque la gente no venía, la gente me decía: “Seguí estudiando, yo vengo después”.Cuando me recibí yo se recibió todo el barrio (Risas.).

 

Niñez, juventud y estudios

P: ¿Se acuerda de qué era lo que más le gustaba, los chicos, los juegos?

R: Jugábamos mucho, por supuesto, pero en aquella época eran muy simples los juegos, jugábamos a la pelota en la calle y nos divertía mucho el tablado. En la esquina del almacén había un tablado y todos los años uno esperaba con fruición la llegada del tablado. La escuela fue para mí muy importante y también el liceo número 3, que luego se mudó para la calle Centenario.La  vida en el liceo fue muy interesante, fue muy lindo, conocí gente que todavía hoy es amiguísima. Yo cultivo mucho las amistades por el largo plazo, todos los amigos de la universidad, los que vamos quedando, que no somos tantos ya.

P: ¿Hay vivencias de aquellos años que lleva consigo por siempre?

R: Sí, creo que por ejemplo la vida en la universidad para mí fue una vivencia importante porque me despertó mi verdadero interés. Yo tuve grandes dudas sobre qué carrera seguir. Mi padre quería que siguiera farmacia, quería cambiar el almacén con el mostrador de madera con un mostrador de cristal, pero a mí no me seducía demasiado. Elegí esta carrera, Economía y Administración, pensando en que si me equivocaba era lo menos penoso convivir con ello a lo largo de mi vida. Pero en la universidad yo descubrí mi vocación por la economía. Mi dos grandes experiencias fueron el haber trabajado en un pequeño banco que terminó siendo un banco grande después, eso me dio un contacto directo con la micro economía, con la vida de las empresas, de la empresa agrícola, industrial, de servicios, conocer por dentro la situación económica, esa fue la primera. Y la segunda es haber entrado en la universidad al Instituto de Economía, haber aprendido a investigar y, sobre todo, estando ahí tener la gran oportunidad de ser llamado por el gobierno, por el contador (Juan Eduardo) Azzini, gobierno blanco, para hacerme cargo del primer ejercicio de planificación de Uruguay. Esa fue la gran experiencia de mi vida en aquellos años y fue realmente muy importante porque hicimos un equipo de 300 personas, con 80 de afuera, y se transformó el conocimiento del país. Esa para mí de las cosas que yo he hecho es la que más recuerdo con más agradecimiento a la vida por haberme dado esa oportunidad. 

 

Uruguay , comparaciones

P: ¿Cómo recuerda la idiosincrasia uruguaya de aquel entonces? Con todo, los años 60 ya con las dificultades y después ni que hablar la dictadura, ¿hay algo en lo que usted compararía con lo actual?

R: La vida era mucho más simple, más primaria en algún sentido, yo hasta pienso que más feliz, pero eso deriva en una especie de concesión al dicho de que “Todo lo pasado fue mejor” y no es así. Creo que teníamos muchas menos aspiraciones, se vivía mucho más simple la vida. La radio era el elemento de comunicación con el mundo y la convivencia era mucho más intensa. Hoy se vive mucho más la ciudad, en aquel momento se vivía mucho más el barrio, todo acontecía dentro del barrio. Eso fue una linda experiencia que ya pasó, nunca más se va a vivir igual. Hoy en día se es mucho más hijo de la ciudad, de los movimientos sociales, de las oportunidades que ofrece la ciudad o el país, incluso ahora el mundo, porque en aquella época ir a Buenos Aires era una especie de aventura, a uno lo venían a despedir a la Plaza Libertad cuando salía el ómnibus, era otro mundo. Era más simple, pero ya fue eso, forma parte de una historia pasada. A mí me interesaba mucho viajar, y se cumplió aquel proverbio árabe: “No pida demasiado al cielo que se lo puede dar”, y me lo dio, es brutal lo que he viajado. A partir de ahí conocí el mundo y empecé a comparar, como le digo a usted.

 

El viaje a Israel

P: Usted estuvo más de una vez en Israel. ¿Cómo fue el primer viaje?

Estuve casi un mes, en octubre de 1962. Allí conocí al famoso presidente del Banco Central de Israel… (David) Horowitz, y conocí a su asistente, y conocí también al que fue el presidente de la Agencia Judía, que fue embajador en Uruguay, Isaac Harkavi. 

P: ¿Qué lo llevó a aquella visita a Israel?

R: Me invitó Harkavi cuando yo estaba a cargo de la OPP. Estuve  en un kibutz en el norte, estuve en un moshav,  en Haifa, visité  Beer Sheva, visité Ashkelon, Naharia.  Fue una experiencia muy linda. En plna visita se produjo casi una amenaza de guerra mundial por la crisis cubano norteamericana y  el gobierno me preguntó si quería volverme y le dije: “No, yo me quedo todavía”, pero con cierto temor. Recuerdo que recorríamos Israel en auto y había una audición de una radio que se llamaba Kol Israel.

P: La radio pública

R: Yo no entendía y me traducían: está pasando esto, los rusos dicen esto, Kennedy lo otro…

P: Desde entonces fue otras veces a Israel.

R: Fui en 2005, fue muy importante. Cuando fui canciller fui por primera vez a Jerusalén, dicho sea de paso, la primera vez que un jefe de Estado acepta ser recibido en Jerusalén fue (Julio María) Sanguinetti en 2006.

P: Yo me acuerdo de esa visita impresionante de 1986 de la democracia recuperada, yo me acuerdo de una sala en Tel Aviv cuando fue esa conferencia de Sanguinetti. Era una delegación multipartidaria del Uruguay post dictadura…emocionante.

R: Así es. Tanto a Israel como a otros lados, bamos a todas partes los tres partidos.Una época lindísima.

Canciller de la República…y la relación con Fidel Castro

P: ¿Qué lleva usted consigo hasta hoy de esa excepción en su carrera, la parte de política internacional y no de economía, con el simbolismo tan fuerte del Uruguay que había recuperado la democracia?

R: Fue una época muy bonita haber trabajado con el Uruguay de la democracia porque lo que pude aportarle al gobierno de Sanguinetti era fundamentalmente mi conocimiento del mundo, y eso fue lo que puse a disposición de él. Pero claro, con un gran presidente, porque Sanguinetti es una figura excepcional, inmediatamente se le abrieron puertas por su cuenta, pero lo que yo pude darle de entrada es esta red de comunicación que tenía por haber estado en la Cepal durante 13 años. Pero es muy lindo ayudar un poco a reinsertar al país en el momento del retorno democrático, todos sonríen, todos son simpáticos, todos son apoyos, fue muy bonito, más con Sanguinetti como presidente, un gran presidente, gran orador, gran pensador, fue un lujo acompañarlo, sin duda alguna.

P: ¿Cómo vivió usted la condición de canciller?

R: Muy bien, intensamente, me encantó la cancillería, tenía un buen equipo de gente, trabajamos muy bien, fue una cosa muy linda.

P: ¿Qué experiencias le dejó?

R: Haber conocido otras dimensiones del mundo. En aquel momento tuvimos dos experiencias que para mí fueron muy importantes: siendo canciller me nombraron secretario del Consenso de Cartagena, que era el grupo que negociaba la deuda externa, eran todos los cancilleres y todos los ministros de Economía, fue una experiencia muy linda. No dio mucho resultado pero fue muy linda. Y la segunda cosa fue haber ayudado a poner a Uruguay en la dinámica política regional formando parte del grupo de apoyo a Contadora. Nosotros recorrimos con Sanguinetti todos los países centroamericanos buscando la paz en Centroamérica. Esas fueron dos experiencias realmente muy lindas que tuve en esa vivencia que fueron los tres años que pasé en la cancillería.

P: Hay muchas Américas Latina, ¿no?

R: Una en cada país, a veces más de una en cada país, distintas visiones. Una cosa es la superficie y otra la profundidad de lo latinoamericano. Hay una unidad formal que está en la calle, la vemos ahora, la formación de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) ha sido muy importante, pero cuando uno desciende un poco ve los aspectos formales o políticos y quiere entrar en el plano de la conciliación de intereses, ahí se ven las distancias, y qué distancias. Da pena.

Hay mucha retórica y poca concreción de cosas, realmente, yo aspiraría, y ahora puedo hablar un poco más, pero hay poca concreción de cosas. Por ejemplo, no es posible que después de 50 años de hablar de integración tengamos solo 19% del comercio  recíproco en América Latina y el resto… Son esas cosas que realmente ponen de manifiesto que la integración es una fase muy bonita pero muchas veces hueca en resultados. 

Foto: Gentileza Secretaría Iberoamericana

 

Otros gustos

P: En lo personal: economista reconocido internacionalmente, cargos realmente del máximo nivel, pero además corazoncito con otras pasiones como un pasado de actor, según tengo entendido.

R: Yo actué cuando era jovencito en la época del club de teatro de liceo, con una señora que nos dirigía. Después tuve prácticamente mucha actuación en la parte de la cultura, creo que la parte más solida de todo lo que nos une es la base cultural que parte con la lengua y continúa con la forma de vida, con las tradiciones. Siempre fui muy defensor de la base cultural, muy defensor y muy promotor, sobre todo este último período con lo iberoamericano. Creo que ahí yo asocié mucho a eso a ciertas áreas, al teatro sin duda pero también a la ópera, y ahora estamos por terminar el teatro de García Lorca, no lo terminamos nunca de programar…

Me encantó y me sirvió de mucho, por algo en todas las grandes universidades europeas hay cursos de actuación, yo hoy pondría eso en todas las universidades, que la gente sepa mover las manos, hablar, expresarse, es un gran instrumento en la vida. Yo aquel proceso de pequeño culto a la actuación fue realmente algo que aprecio y valoro enormemente, me sirvió muchísimo en la vida.

 

P: ¿Cuánto tiempo lo hizo?

R: Fueron dos o tres años y después estuve asociado a clubes de teatro por años, no actuaba, pero estaba permanentemente cercano a la actuación.

Era una pasión muy linda, pero vuelvo a repetirle: muy útil para formar la relación humana como medio con el cual uno desarrolla, muy útil.

 

A modo de resumen

P: ¿Se siente realizado? ¿Es usted lo que de joven pensaba que iba a ser?

R: Si volviera a nacer de vuelta es posible que quisiera hacer lo mismo, o alguna otra cosita, pero eso se lo cuento otro día… Por ejemplo quisiera haber hecho música por ejemplo, eso me hubiera acompañado muchísimo, y lo pude haber hecho, pero, en fin…

P: ¿Y su tiempo libre a qué lo dedica?

R: Leo bastante, como viajo tanto en avión, leo mucho, escucho mucha ópera, voy a la ópera regularmente, vivo al lado de la ópera en Madrid, vivía al lado de la ópera en Washington, la ventana mía da a la pared de la ópera.

P: A su edad ¿uno  tiene muchos sueños más, planes para concretar?

R: Ah, sí, claro, porque la juventud es tener más sueños que recuerdos.

 

 

 

Ana Jerozolimski
(11 Agosto 2021 , 09:43)

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