Uno de los serios efectos de la pandemia del Coronavirus es su efecto sobre la educación. Los cierres impuestos en diferentes partes del mundo para minimizar el riesgo de contagios, dejaron a numerosos alumnos en casa. Aún sin entrar siquiera en las problemáticas extremas de familias en las que hay violencia doméstica-un flagelo terrible que se intensificó seriamente durante la pandemia al tener a la gente prácticamente encerrada sin poder salir- el hecho que niños y jovencitos tengan que estudiar sólo por zoom, nada tiene de positivo. Falta el contacto social, la interacción con docentes y más que nada con compañeros, la posibilidad de cercanía que permite transmitir emociones y también necesidades.
En Israel se ha estado saliendo paulatinamente del segundo cierre. Supuestamente, las decisiones sobre qué clases vuelven a la escuela y cuándo, se toman de acuerdo a datos epidemiológicos relativos a cuánto contagio hay en cada etapa.
Pues el martes de esta semana volvieron a clase los niños de 5° y 6°. En muchas escuelas la dirección y los maestros tuvieron iniciativas especiales, organizando singulares bienvenidas de parte de los alumnos menores, que esperaban a los mayorcitos con carteles y cantos al sumarse también ellos nuevamente a las clases.
Pero difícilmente puede haber habido una recepción más emocionante que la que se organizó en esta escuela de Modiin, en la que el sonido del Shofar, que abre las puertas del cielo en las plegarias de Rosh Hashana , acompañó a los niños de 5° y 6° al llegar.
Recibí el video de una maestra que lo vivió. De inmediato se me llenaron los ojos de lágrimas. Y pensé: si yo hubiera sido una de las niñas recibidas así al volver a clase, quedaría agradecida por el resto de mi vida. No lo olvidaría jamás.