Fue anunciada formalmente el viernes
Tal como se informó el viernes, Sudán e Israel normalizan relaciones, se encaminan a la firma de un acuerdo de paz y abren una nueva página en sus relaciones. No por gran amor evidentemente, sino por intereses-como ocurre tan a menudo en política internacional-pero con beneficios para ambas partes, que es lo que determina que a los dos países les sirve el paso que decidieron dar.
Y según se ha informado, el próximo en la lista es Omán. Es un cambio gepolítico impresionante en la región.
Desde el punto de vista geopolítico y estratégico, esta es una verdadera revolución. En realidad, mucho mayor que la que se está viviendo entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Estos dos últimos países árabes, ambos del Golfo Pérsico, eran formalmente parte del boicot a Israel como miembros de la Liga Árabe, pero jamás habían estado en guerra con Israel ni participado en ataques en su contra. Sudán, por el contrario, fue activo en la hostilidad a Israel, permitiendo que pasen por su territorio caravanas con armas y municiones enviadas por Irán en camino a Hamas en Gaza y a Hezbolá en Líbano.
Mucho se ha recordado desde este viernes “los tres no de Khartum”, el resultado de la cumbre de la Liga Árabe realizada en setiembre de 1967 en Khartum, capital de Sudán: no a la paz con Israel, no al reconocimiento de Israel, no a las negociaciones con Israel. Que el país que simbolizó esa posición absolutamente intransigente del mundo árabe respecto a Israel haya decidido cambiar de postura, es significativo.
Aquella cumbre se llevó a cabo pocos meses después de la Guerra de los Seis Días, una impresionante victoria militar de Israel, que en pocos días logró repeler el ataque en varios frentes árabes, habiendo conquistado la península del Sinaí, Judea y Samaria (Cisjordania), los Altos del Golán y habiendo liberado Jerusalem oriental. Las discusiones sobre la problemática de controlar dichos territorios, especialmente Judea, Samaria y la Franja de Gaza, comenzaron poco después. Pero desde un punto de vista estratégico, es indudable que Israel tenía en sus manos cartas importantes. Sin embargo, la cumbre de Khartum dejó en claro que el problema de fondo no eran los territorios sino la postura del mundo árabe respecto a Israel.
Es oportuno recordar el análisis al respecto del ex ministro y ex Presidente de la Kneset Shlomo Hillel, en una entrevista que nos concedió tiempo atrás.
“Una o dos semanas después de finalizada la guerra, el gobierno de Israel, en el cual recordemos que todavía estaba Menajem Begin, decidió que estamos dispuestos a devolver el Sinaí a Egipto y los Altos del Golán, a cambio de acuerdos de paz. Si mal no recuerdo, fue una decisión unánime. Lo que puedo afirmar en forma categórica es que esa fue formalmente la resolución del gobierno, que se transmitió a través de Estados Unidos a Nasser. Pero los árabes dijeron “no” y esa fue su postura hasta finalizada la guerra de Iom Kipur en 1973”.
Le preguntamos si se refiere a los “tres no de Khartum” y evidentemente lo confirmó.
“ Dijeron que no negociaban con Israel, no reconocían y no harían la paz con Israel. Esa negativa siguió por varios años”, agregó Hillel.
Hay otro punto en el que queremos volver atrás, para captar cabalmente la envergadura del cambio que se está dando en Medio Oriente, al ser ya tres los países árabes que normalizan relaciones con Israel , y anunciarse que pronto se sumarán más. Quizás éste sea el punto central. El conflicto entre Israel y los palestinos-que seguimos considerando es el más urgente de solucionar- es un resultado del conflicto entre el mundo árabe e Israel. Si el mundo árabe , incluyendo por cierto al liderazgo de los árabes de la Palestina del Mandato Británico-que hoy llamamos palestinos- no hubiese rechazado la resolución 181 de la ONU que recomendaba la partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, todo habría sido diferente. Fue el rechazo automático y tajante de la Liga Árabe, y su decisión de lanzarse a la guerra contra Israel, lo que creó el problema hoy conocido como el conflicto israelo-palestino.
El mundo árabe prefirió que no se cree ese Estado árabe recomendado por la resolución 181, con tal de que no se cree el Estado judío. Fue eso lo que creó el problema de los refugiados. Ello, claro, no exime al liderazgo palestino de responsabilidad por su rechazo de tantas propuestas de paz a lo largo de los años. Pero todo es resultado de aquella intransigente posición del mundo árabe todo en contra Israel. Sudán fue parte activa de esa hostilidad. Ahora, está del otro lado. Y eso, es un cambio dramático. Una gran revolución.