Israel

El show (perdón, el Plan) de la Paz

Del blog de Marcelo Kisilevski

¿Cuáles son los puntos principales que componen el famoso “Trato del siglo”? ¿Por qué tienden a cero sus posibilidades de éxito? Los jugadores, tanto en Washington como en Jerusalén, saben que no prosperará. ¿Por qué, entonces, se anuncia su presentación ahora y en esta forma?

 

El Foro Internacional por la Shoá en Jerusalén, el jueves, terminó con una sorpresa: el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, entregó una invitación al premier Biniamín Netanyahu y al líder de la oposición, Benny Gantz, de parte de Donald Trump, para visitarlo pasado mañana, y escuchar de él los detalles del “Trato del siglo”, como llama su Administración al nuevo plan de paz con los palestinos.

Mike Pence con Beni Gantz (Foto: Kajol Lavan)
Mike Pence con Beni Gantz (Foto: Kajol Lavan)

 

En realidad, fue la nueva maniobra genial de Bibi “Houdini” Netanyahu: este martes se tenía que discutir en la Knesset el otorgamiento o no de inmunidad parlamentaria a Netanyahu para que pueda (o no) ser juzgado por corrupción ya desde antes de los comicios del 2 de marzo. Entonces sugirió/pidió/propuso a su amigo Trump que presentara ya ahora la fase política de su Trato del Siglo.

La maniobra es genial porque con ello logra tres cosas: 1) Pone a la oposición en una situación embarazosa: no queda bien tratar su situación in absentia en la Knesset, cuando el premier está en una misión de tan vital importancia para el Estado. 2) Corre el eje del debate público, para que las elecciones no parezcan ser ya sobre su situación judicial, “Bibi sí o Bibi no”, que hacían quedar a Netanyahu como que trababa al país por sus necesidades personales, sino por algo de contenido ideológico profundo, la paz con los palestinos y cómo lograrla. 3) Tiende una trampa mortal a Gantz, su adversario: si acepta la invitación, ¿en calidad de qué lo hará? Será un novato, “una estadística”, se dijo en los pasillos políticos, un testigo mudo de los conciliábulos de los dos zorros veteranos, Trump y Netanyahu. Si no viaja, estará desairando al líder norteamericano para conspirar en la Knesset contra Netanyahu, en su ausencia y a sus espaldas.

Al final le encontró la salida a la trampa: viajará, pero se reunirá privadamente con Trump: “He aceptado la invitación personal del presidente norteamericano, y me reuniré con él el lunes (mañana) de modo personal, como líder del partido más grande de Israel”, dijo. Los medios, sin embargo, dijeron que también participaría en la reunión del martes, así que se verá cuál es la dinámica grupal.

Pero de este modo, Netanyahu busca ser una vez más el mago “Houdini”, el maestro de la huida de situaciones difíciles, porque en cada uno de los anteriores comicios, fue perdiendo altura de vuelo. Si ahora gana las elecciones, incluida la formación de gobierno, habrá que ovacionarlo de pie por tan excelente show.

En sí, el famoso “Trato del siglo” no tiene ninguna oportunidad de tener éxito, ni por su contenido, ni por la dinámica de su presentación. Desde el vamos, Washington no tenía intención de presentarlo antes de formado un gobierno estable en Israel, para no convertirlo en materia de campaña electoral. Lo hacen “a pedido”. “Hemos aceptado el pedido del Premier israelí”, formulaba explícitamente Pence. Por otro lado, la Casa Blanca invita a Netanyahu, a Gantz, y a nadie más. ¿Y los palestinos? Bien, gracias. Ellos ya han anunciado que no mirarán el plan siquiera de reojo, así que, ¿para qué perder tiempo invitándolos a que todos pasemos un mal rato y salga mal la foto?

Los puntos del “Trato del siglo”

A decir verdad, si uno ve el plan, según lo que ha trascendido, no se entiende en qué están pensando los norteamericanos. Parece una negociación entre Washington y Jerusalem, más que entre Israel y los palestinos.

Según lo que trascendió, por ejemplo lo difundido en el Canal 12 (Mako) del viernes, el plan incluiría:

1) Soberanía israelí sobre todos los asentamientos israelíes en Judea y Samaria (Cisjordania). Todos, menos 15 asentamientos aislados, serán conectados en continuidad territorial con Israel. Pero también los 15 estarán bajo control israelí, tipo cantones pequeños.

2) Israel podrá anexar hasta un 40% de los territorios C, hoy bajo control militar israelí, tanto civil como de seguridad, según el Acuerdo de Oslo 2.

3) Soberanía israelí total sobre el Valle del Jordán.

4) Jerusalén permanecerá bajo soberanía israelí, incluida la Ciudad Vieja. Acceso palestino a los lugares santos, pero con una representación administrativa apenas simbólica.

5) Compensación territorial a los palestinos en la zona de Jalutza en el Neguev, en el límite con Egipto.

6) No concreción del “derecho al retorno” de los refugiados palestinos, fuera de la absorción simbólica de algunos de ellos, sin mecanismo de indemnizaciones.

7) El “caramelo” para los palestinos: al final del proceso, la creación de un Estado palestino independiente, a unos cuatro años de presentado el Plan. El Estado será desmilitarizado, sin posibilidad de trabar tratados internacionales, y sin control de sus fronteras.

8) Reconocimiento palestino de Israel como Estado judío, de Jerusalén como capital de Israel, desmilitarización de la Franja de Gaza, y desarme de Hamás.

Análisis final

La Autoridad Palestina ya ha dado muestras de no tender a una solución práctica y racional que lleve a la creación de un Estado palestino posible. La prueba es que, ante los planes presentados desde los tiempos de Oslo, no sólo han rechazado todo, sino que jamás han contrapropuesto absolutamente nada. Nada que no sea la retirada total a las líneas de 1967, capital en Jerusalén Oriental, y el derecho al retorno de los refugiados a suelo israelí.

Todo eso es cierto, pero este “Trato del siglo” parece diseñado de antemano para el rechazo palestino. Entonces, ¿para qué se presenta? Respuesta posible: los palestinos son el componente menos importante en esta jugada, y el plan está dirigido, en realidad, a oídos de los países árabes, en un intento de consolidar una gran coalición contra el bloque ruso-chino-iraní-turco.

En efecto, todos ellos fueron invitados a Washington para ponerlos en tema, aunque separados de los líderes israelíes. A los países árabes, la causa palestina hace tiempo les ha dejado de importar, pero el plan, que sería aceptado por Israel (aprovechando una vez más el rechazo palestino) puede darles la excusa para aceptar un acercamiento más abierto con Israel. Recordemos también, que el Plan Saudita de Paz de 2002, que llama al reconocimiento de Israel por todos los países árabes y normalización de las relaciones con este país bajo ciertas condiciones, plan que no ha sido siquiera respondido por Israel, no ha sido retirado, sin embargo, por la Liga Árabe. Podría tratarse, al final de cuentas, de una oportunidad.

 

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