Esto sí que resulta increíble, pero es un hecho confirmado por fuentes fidedignas que debe ser conocido por el mundo todo.
Mientras Ismail Haniyeh , jefe de Hamas, encabeza desde Catar la organización terrorista Hamas,habiendo festejado con oraciones y celebraciones la masacre del 7 de octubre en el sur israelí, sus familiares reciben tratamiento en un hospital israelí.
Una hermana de Haniyeh está casada con un árabe israelí y vive en la localidad beduina Tel Sheba en el Negev. Una hija de esa hermana - que es ciudadana israelí- acaba de dar a luz un bebé prematuro y está internado en el CTI del hospital Soroka.
En el 2013, una de sus nietas residente en Gaza fue trasladada a tratamiento de urgencia en Israel, pero llegó ya en muy mala situación y falleció.
¿No es de locos leer la noticia sobre esta nueva situación, en medio de esta guerra?
En realidad, lo que es de locos, es que una organización terrorista, la encabezada por Haniyeh,tenga secuestrados a 136 personas, la mayoría civiles, desde el 7 de octubre sin que el mundo exija su inmediata liberación y sin que ninguna presión surta efecto por ahora para que los libere. Lo otro, es la normalidad en Israel, un Estado de Derecho, donde se vive en libertad y se respeta la ley.
Dado que el bebé en cuestión es ciudadano israelí, tiene derecho al tratamiento como el resto de la ciudadanía. Y en el Soroka a nadie se le ocurre interrumpirlo. Pero cabe suponer que no les debe ser fácil la situación, sabiendo del vínculo familiar con el archi terrorista.
El bebé no tiene la culpa de nada. Su tío abuelo sí, de muchísimo.
El mundo tiene que saber y entender la diferencia entre cómo actúan unos y cómo actúan otros. Sin ir más lejos, el propio jefe de Hamas Yehia Sinwar fue atendido años atrás en hospitales israelíes, donde le salvaron la vida, cuando estaba preso en Israel. Y ya vemos cómo retribuyó.
No quisiera que Israel se parezca ni un poco a los terroristas vecinos, pero reconozco que desde el 7 de octubre me pregunto cuáles son los límites del humanismo, la empatía, la consideración. Para tratar y ayudar a inocentes, sí, perfecto. Para que los terroristas de aprovechen, no. El problema central es que el humanismo israelí, una luz en el camino de la nación, es visto como debilidad por los vecinos enemigos, y esa es una receta segura para problemas.
No estoy sugiriendo que no se atienda al niño, que es ciudadano israelí. Simplemente, planteando un dilema moral nada sencillo en estos tiempos tan traumáticos en Israel.
