Comentario de opinión
Escribo estas líneas cuando en el Vaticano se están llevando a cabo las exequias del Papa Francisco, fallecido hace algo menos de una semana. Y nos parece lamentable que en este evento de envergadura internacional, importantísimo para casi 1.400 millones de fieles católicos en el mundo, el Estado de Israel esté representado solamente por su Embajador en el Vaticano, sin desmerecer la importancia de su rol diplomático, si el Presidente Trump viajó especialmente y son tantos los gobernantes presentes, Israel, en nuestra modesta opinión, tendría que haber enviado a un representante de alto rango. Habría sido un paso digno y también inteligente desde el punto de vista diplomático.
No estamos en posición ni tenemos autoridad ninguna para juzgar sus doce años de papado en temas que son relevantes especialmente para los fieles católicos, pero sí podemos opinar sobre lo referente a su legado en cuanto al pueblo judío y a Israel.
Mucho se ha escrito ya sobre su condena del antisemitismo y su apoyo al diálogo interreligioso, con énfasis en sus vínculos con el mundo judío. También sobre la lógica crítica que hubo en Israel y en comunidades judías a la forma en que se manifestó sobre la guerra desatada por la organización terrorista Hamas. Fue muy duro con Israel y no suficientemente tajante en su condena al responsable de haber lanzado la guerra, Hamas, sobre cuyos crímenes no habló con la claridad debida. Consideramos que eso fue un gran error de su parte que puede haber nutrido sentimientos antisemitas en quienes lo escucharon.
Pero un error no se corrige cometiendo otro. Tildar al Papa Francisco de antisemita, es faltar a la verdad histórica. Y eso es mucho más importante que no ser inteligente.
¿Era realista esperar que se manifieste abiertamente contra Israel cuando hay una pequeña comunidad católica en Gaza, a merced de Hamas? Creemos que no. Claro que entre eso y hablar como habló, hay una distancia. Pero olvidar sus acciones en favor del diálogo y su abierta condena al antisemitismo, también es un error. Un error injusto y falto de inteligencia, que nada nos aporta.